jueves, octubre 19, 2006

Bosque nuboso día 1: cielo despejado

Hay muchos taxis en San José. De esos muchos, algunos (varios) son pisteros. Tienen alerón, luces violáceas y calcomanías sofisticadas. El sábado a las seis y diez de la mañana tomé uno de esos y llegué a la antigua estación de Puntarenas en tiempo y forma para tomar mi bus a Monteverde. Habia leído en algún lado que los buses son peligrosos. No para uno, sino para su equipaje. Ja, a mi no me agarran. Me ofrecen guardar la mochila en la parte de abajo del micro. Pregunto si me dan tiquete. Me dicen que no. Ja, ni loco, me la llevo conmigo. La mochilota. Todo el maldito viaje con una mochilota encima mío. El único en todo el micro con una mochilota encima. Después de 3 horas de viaje (y faltando otras tantas) le pregunto a mi vecina si es seguro guardar la mochila abajo. "Más seguro que aquí arriba, eso sí. Si la lleva así, se duerme y le quitan la cámara sin que se dé cuenta". Sonrío, pongo cara de gringo gil (no me cuesta mucho, dada la coyuntura) y le agradezco el dato.
El colectivo es, básicamente eso, un colectivo. En cuanto a infraestructura y a recorrido. Para, para, para y para. Sube gente. Viaja parada. No hay gallinas, pero la cosa explota y nos metemos en cuanto pueblito se haya fundado. El último tramo tiene una vista hermosa: un valle muuy verdoso, con pocas y bajas nubes sombreando con buen gusto. Por suerte el conductor tiene el detalle de ir lo suficientemente despacio como para poder contar cuántos árboles hay en el valle. Me decido por buscar formas en las nubes.
Llego, eludo con gesto de viajero experimentado el acoso de los ofrecedores de alojamiento y me dirijo a mi reservada habitación single de siete dólares en la Pensión Santa Elena. Un dechado de buena onda. La gente de la pensión nos explica a una suiza recién llegada y a mí todo lo que se puede hacer en la zona. La zona se llama Monteverde, el pueblo Santa Elena. La suiza (Corinna de nombre, argentina de rasgos) está decidida por hacer Canopy. A mi me da un poco de miedo (y no precisamente escénico), pero en mi mejor estilo contrafóbico, me anoto.
¿Qué es el Canopy? Básicamente, un mini parque de diversiones en el que hay un sólo juego: una serie de tirolesas que van entre árboles y/o plataformas. Canopy vendría a traducirse como "la copa de los árboles". Y para allá fuimos, mi cuerpito, 37 dólares tras descuento para estudiantes, la suiza y yo. Arnés, casco, guantes. El primer cable fue temible. El segundo, me hizo temblar solamente un poco. El último (unas diez veces más largo) casi casi que ni pensé en caerme encima de un mono. En total, once cables.
En el grupo había un alemán. Sebastian. Los tres cenamos y nos fuimos de parranda. La suiza y el alemán se gustaron (y/o estaban aburridos) y decidieron irse a dormir juntos. Y así terminó el primer día del bosque nuboso. No lo dije antes, pero tanta nube no hubo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy lindo el blog. vos qué hiciste mientras el alemñásn se la chamuyaba a la suiza?

Ruben Altman dijo...

Graaaan deporte el Canopy, lastima los precios para gringos. Hay uno que tiene una liana para hacer tirarse a lo Tarzan, muy bueno, la clave para no romprese la espalda es no agarrarte fuerte cuando te tiras (posta).

Cerca de Montevede habia un volcan que no me acuerdo como se llamaba, pero estaba todo nublado y no se veia ni un poquitito de lava. Yo no recomendaria ir, aunque quiza ya se despejo.