miércoles, noviembre 18, 2009

Entre manos

Acaba de ocurrir algo hermoso. Digamos algo lindo. O algo trivial, pero que me hizo feliz. Y ahora, ahora qué. Un poco de náusea, un poco de mareo y otro poco de incomodidad. Culpa, vergüenza y hasta asco. Sí, asco. Como rechazo. Y encima sé que hace tan solo un instante lo disfruté y eso me suma al asco, a lo reprobable.
Es raro, tal vez un poco distintivo. Es un no nací para esas cosas, es un a mí me hacen mal. Es un poco también que el mundo se viene abajo. Son vientos tórridos y fétidos que, horror, me están tomando por sorpresa.
Es un sello distintivo. Es de mañana y el mundo, mi mundo, los mundos son raros, ajenos y siniestros. Qué hago yo acá. El amigo se torna cuchillo, la sonrisa venganza. Huir, desaparecer, arrepentirse. Es la danza del viento de cambio para que todo siga igual. Es, vaya sorpresa, un poco de miedo.

sábado, noviembre 07, 2009

Tiempos

La flor no solo marchitó. Murió. Tiempo hace. Y sin embargo la sigo honrando. Su recuerdo, su imagen, de perfectos contornos y aroma. Sigo ritos que yo mismo inventé. Y elevo plegarias y sigo preceptos y nada. Ni cruzamos el Nilo ni vendrá el Mesías. Es el mundo, es la vida, murió y es hora de plantar una nueva flor. Nueva, que tenga aroma y color. Que vibre al son de la brisa fresca de una mañana tan real como celeste. La gente también muere, pero antes mueren las flores. Y por eso plantamos, disfrutamos y volvemos a plantar. Una vez y otra. Y otra vez. Y otra y otra. Y otra vez. Una vez por flor, tantas veces en la vida.