lunes, diciembre 22, 2008

Blog cerrado por depresión


Autor en recuperación. En breve retornará este jornal. No sólo en cines.

lunes, noviembre 10, 2008

Tengo miedo, nene

Hoy fue el primer día de curso. Salió bastante bien. Mi plan era nadar en la súper pile, pero de fondo hay una tormenta eléctrica que mamita, así que mejor me quedo en la habitación.



domingo, noviembre 09, 2008

Paciencia

Aparentemente para algunas cosas tengo mucha paciencia. Para otras no. Internet anda lento o no anda. El aire no logra enfriar la habitación y el tipo de mantenimiento sube sus hombros, sonríe y dice que los aparatos que compraron son demasiado chicos para el tamaño de la habitación. Nadie sabe dónde va a ser la clase de mañana. No me dejan ver los salones de entrenamiento hasta el lunes. No logro hacer llamadas locales. Hace más calor en la habitación que afuera, donde hace mucho (MUCHO) menos calor que en Buenos Aires en Diciembre. Los de la recepción hablan peor inglés que yo portugués. No hay señal de internet en la pileta. Cuando uno está de turista el foco está puesto en la playa, los museos, las pirañas, la comida, el clima, la nieve, el paisaje, las fotos. El hotel es un detalle. Cuando uno viene a trabajar el hotel es su mundo. Y a 170 dólares el día este es un mundo demasiado caro para lo que ofrece. Salvo por la vista y la pile que, ditto, son de puta puta madre. Estoy en la habitación, transpirando. Voy a por la 5ta ducha del día. C'est la vie.



Biz

En mi nuevo rol de pasajero de hoteles de negocios en América Latina tengo dos grandes necesidades en mi cuarto: internet y aire acondicionado. Ambos funcionan como el orto acá. Se llama Tropical Business Hotel y cuesta 170 dólares la noche. Por suerte no los pago yo.



Selvando

Bueno, volví de la jungla. Tampoco era taaan jungla. Bueno, sí, depende. Había un río, árboles y muuchos pájaros. Vi más pájaros que en el año y pico que estuve en Costa Rica. Y encima vi cuando un Martín Pescador pescó feliz un pececito. Y mejor aún, cómo un águila Ipanema se le vino al humo echando pestes y le afanó el almuerzo cual bully amazónico. También remé en canoa, pesqué pirañas, toqué caimanes, dormí en la selva en hamaca, marqué mi camino para después volver en la mitad de la selva, aprendí sobre el caucho y me mojé con tormentas torrenciales que arrecian con sol de fondo. Además me quemé un montón. Ya estoy de vuelta en mi hotel de puta madre. La gente acá es más delicada. Ahora que voy a hoteles que tienen la palabra "business" en su nombre estoy llegando a la conclusión que la gente con plata es bastante parecida en todo el mundo. Blanca, delicada y con pinta de garca. Prefiero a mis compañeros mochileros de aventura y a Kennedy, el guía de Guyana que emigró a Manaos, descendiente de aborígenes, maestro de portugués y guía por amor al verde. Las fotos ya llegan. Que no decaiga.



lunes, noviembre 03, 2008

Acquaforte

Estoy en Manaus. O sea, en el Amazonas. Como era de esperarse hace bastante calor. Nada que supere al Microcentro porteño un mediodía de Enero. Bah, por ahora. Como suele pasar en Brasil las cosas están calientes. Digamos "no frías". El jugo está templado, la ensalada está templada, el agua de la pile está templada, el aire acondicionado tira airecito templado. Bien, suficientes pálidas. Estoy en un hotel increible. De esos hoteles brasileros de la san mil puta, con aire setentoso. Hace un rato fui a la pile. Una experiencia surrealista. El hotel está en la punta de una bahía que da al Río Negro. Un río ancho y tranquilo. Muy ancho. Y muy tranquilo. La pile está como a los pies del hotel. Y a los pies del río. Y tiene la forma del logo del hotel. Y es de esas piles que parece que son infinitas. Y el sol se pone en el río, que está justo atrás de la pile. Y la pile, creo que por suerte, no tiene luces. Entonces pude nadar hasta que el cuartito de luna y la claridad que se iba se fueron perdiendo en el cauce de la noche. Y creo que fue de los mejores nados que recuerde. Mañana salgo a una excursión de 5 días por la zona del Amazonas. Veremos.

Volumen

Ya sé por qué me enervan tanto las personas que hablan mucho y en voz alta: porque yo a veces hablo mucho y en voz alta y eso no me gusta ni un poco.



domingo, noviembre 02, 2008

sábado, noviembre 01, 2008

Instinto asesino

Estoy en el avión a Panamá. Hay una mina sentada adelante mio. Habla. Mucho. Dice sandeces. A gran velocidad y volumen. Y muy de derecha. No la soporto. Que pase el tiempo. O me de sueño. O algo. Pero que se calle.



viernes, octubre 31, 2008

Vaca chico

No es que hayan sumido al mundo en una crisis financiera de aquellas. Tampoco que hayan sometido a más de un pueblo a democratizarse a sangre y arena. Ni siquiera que amen las hamburguesas, los autos y al dinosaurio Barney. No. Lo que realmente me molesta de los yankis es que, estando en un maldito país de habla hispana, no tengan empacho alguno en hablarte directamente en inglés, sin siquiera tener la delicadeza de preguntar si el interlocutor es ducho en la lengua del bardo de Stratford Upon Avon. Su servidor, claro está, contesta en esos casos perfecto castellano. Gringo de los mil demonios, cuándo vas a entender que el mundo no es Epcot Center.

miércoles, octubre 08, 2008

Joachim

Ayer nació. Ya es. Y eso emociona, por más obvio y tautológico que suene.



martes, septiembre 30, 2008

viernes, septiembre 26, 2008

lunes, septiembre 22, 2008

Araca victoria

Cipayos eran los de antes: me compré la Rough Guide de Buenos Aires nomás.



viernes, septiembre 19, 2008

Vegetarianismo con democracia las pelotas

Hoy empezó el retiro de yoga en el que me anoté con Pao. Om por acá, om por allá, dejamos las zapatillas y como media hora más tarde de lo acordado encaramos para una salita del primer piso. Linda la salita porque estaba oscura y tenía solamente una vela encendida en el medio. Un poco chocante la cantidad y variedad de cuadritos y estatuas de deidades varias. Pero bue, la actividad se llamaba meditación y yo meditación no había hecho nunca y además me dolía la cabeza.


Empezamos nomás. Un poco de concentración guiada (piense en un punto, relaje, respire) y nos quedamos 20 minutos sentados. Muy difícil (uno se aburre, se duermen los pies, duele la espalda), pero interesante. Además se me pasó el dolor de cabeza (tomar en cuenta que en todo el día había tomado 5 pastillas de lo más variopintas). Bien. Terminó la sentada. Listo, pensé, a casa. No, no y no. Empezó un rezo. En sánscrito. Buo, ta bien. Y nos muestran en el librito de rezos por dónde andamos cantando. Buo, ta bien, divertido. Y el ñato saca una pianola y empieza a acompañar. Y el rezo sigue un rato. Y viene con explicaciones el libro sobre lo santificado de su nombre y cómo es el camino a la salvación de cuerpo y alma. Y la cosa empieza a no gustarme mucho. Seguimos cantando. Empiezan las palmas. La cosa toma un color más evangélico. Termina el canto. Bien, a casa, ya está, listo. Sigue. Otro canto. Ya parece un servicio de Kipur. Sólo que estos dioses y yo no tenemos la más mínima relación. Además prometí nunca adorar imágenes. Y esto se está pasando de la raya. Hasta que la pasó nomás. Rezo en español, ni siquiera edulcorado por el canto: "Señor, dios todopoderoso, ayúdame, bla bla bla". Esto no lo repito ni mamado. Están del tomate. Ahora el chango de la pianola enciende una lamparita de aceite. La mueve adelante de las imágenes. Quiero irme. No quiero formar parte de esto. Ahora nos trae la lámpara y hay que hacer como que tocamos el fuego. Y otro canto. Este por lo menos no viene traducido. Ahora la charlita amena. De dónde vienen ustedes. Hacen yoga. Son vegetarianos. ¿En serio no? No, salame, como vaca. Te ruego que no te metas en mi vida. Y al final lo peor: todos se inclinan ante las imágenes y repiten unas palabras. Olvídenlo. No me inclino ante ninguna deidad. Y menos sin saberlo de antemano. Todos se inclinan. Esto es demasiado fuerte. Me quedo como por inercia a la cena. Un zapato medio capitoste acapara la cena y no deja de hablar de lo linda que es la vida linda cuando uno hace yoga. Me quiero ir a la mierda. Y me voy. No sé si vuelvo mañana.

miércoles, septiembre 17, 2008

A por ellos

Me anoté para dar el GMAT nomás. 29 de septiembre, 13:45hs.

martes, septiembre 16, 2008

viernes, septiembre 12, 2008

miércoles, septiembre 10, 2008

Querido Coco:

Te odio. Y mi odio es furibundo. Te odio por ir a la cama solar y plancharte el pelo. Por hacer cuernitos y agarrarte las manos cuando te empatan en el último minuto, como si todo en la vida fuera cosa del destino o de Mandinga. Te odio por ser el representante más carnal de la nefasta noción de que en este país tirás un bife al fuego y tenés una cena de lujo (o su equivalente sojero). Te odio por el Panadero Díaz. Te odio por ser funcional a Grondona y su inexplicable inmortalidad. Por tu mal gusto y peor retórica. Por tu demagogia. Por tus bufandas blancas. Y sobre todas las cosas te odio porque soy rencoroso y todavía no te perdono el no haber tenido la grandeza de renunciar después de la debacle colombiana. Coco Basile, aunque no me escuches: te detesto.

viernes, agosto 15, 2008

Vueltas

Estaba por comprar la chancha y la máquina de hacer chorizos. Y no me hicieron descuento, así que patalié y me juí. Me acaban de nombrar Certified Scrum Trainer. O sea...eso. Me quiero distraer. Todo es medio raro. El mundo gira. Estoy en Costa Rica. Llueve. Es el día de la madre. Es feriado. Sigo lesionado en la pierna. Quiero un kinesiólogo. Hoy. Dos kinesiólogos. Y dormir. O no dormir. Saltar un poco. Ver una peli. Dormir. Hacer yoga. Viajar. Quedarme. Estar en la playa. O no. No tengo hambre. Bah. Un cacho. Llueve. Me voy al cine. Tal vez. Me duele la pierna. Creo que en inglés.

miércoles, agosto 13, 2008

Garúa

Calma

chicha y turquesa

calma

ahí afuera

parece haber calma


Será que parto

de nuevo

y hacia adelante

y con grietas


Será

tal vez

tiempo de brisas

o algo peor

o simplemente

algo mejor



martes, agosto 12, 2008

Se va la tercera

Y me perdí otro avión nomás. Esta fue de lo más estándar: llegué hora cuarenta y cinco antes del vuelo y la canadiense, entre ofuscada y correcta, me dijo que el vuelo se cierra dos horas antes. O sea, cuatro treinta de la mañana. Mañana será otro día. Como bono extra, hoy pierdo el pasaje que tenía a Buenos Aires. Dependiendo del sistema educativo que se tome como parámetro, se puede decir que estoy llevando mis andanzas aeronáuticas a niveles intercontinentales.



lunes, agosto 11, 2008

A veces

A veces

Pero solamente a veces

Aparece un alguien

Un otro

Un tal vez

Lo creo mezquino

Lo creo egoista

Lo entiendo

Pero me sorprende

En su mediocridad


Por favor

Tu vida es triste

Pero siquiera me entristece

Tu gris

No me decolora

Tu egoismo

Me deprime

Tu media vida

Te hunde

Y me deja a flote


Hoy

Y mañana

Flotando

Flotando

Flotando

sábado, agosto 09, 2008

Retenciones

La retención anal puede que se ponga fiera si se aplica en masa. Estoy por tomar un tren, en Canadá. Cuando compro el pasaje me dicen que trate de llegar unos 50 minutos antes. Como mucho 20. Resulta que en los trenes acá hay embarque. O sea, todos los pasajeros tienen que pasar por una puertita y que les controlen el pasaje antes de llegar al andén. Ese control recién se hace 20 minutos antes de que salga el tren. Para tener un buen asiento, la gente hace cola delante de esa puertita. Llegan media hora antes. Hacen cola en un pasillo. Se abre el embarque. Todos los pasajeros de un solo tren tienen que pasar por una sola puertita y subir por una única escalera mecánica. Pero la cosa se pone mejor. Cuando se llega al andén, un guarda te pregunta cuál es tu destino. Y te dice a qué vagón ir. Eso demora como mínimo unos 10 segundos, que hacen que el tipo justo atrás tuyo se demore unos 12 segundos. Y así. No hay caso, a veces dejar que fluya no sólo es más barato.



sábado, agosto 02, 2008

El eterno retorno

Será que mi vida es más interesante cuando viajo. O que tiene el tipo de interés que está bueno volcar en letras. O que la gente que conozco conoce Buenos Aires, sus penas, sus miserias y sus jolgorios, así que poca novedad hay en es- y describirlas. Estoy en Toronto. Mi primera vez en Canadá. El viaje viene bien, normal, logístico, aunque con ese ligerísimo condimento que le dan los inconvenientes misceláneos.


Empiezo, subo al avión, Página/12 en mano. Me siento, ya casi arranca y parece que el milagro se consuma: se queda libre el asiento de al lado. No termino de alabar al Señor, que aparece un fulano que se sienta, ni saluda y se enchufa a su iPod. Dicen por altoparlantes y por el video que veo que está viendo que hay que apagar los aparatos electrónicos. Sigue escuchando. Con agria dulzura le digo "creo que lo tenés que apagar". Sin variar su cara de ojete, lo apaga. Y nos dieron las diez y las once, vino la comida y me apolillé.


Y de repente, siento una mano en el bolsillo. ¡Canejo! Veo y efectivamente tenía la mano del sujeto sobre mi muslo. Pero el sujeto estaba dormido. O se hacía. La corrí con una buena dosis de brusquedad. Y seguí durmiendo. Y al rato...¡zas! Me despierto y veo la pierna del indómito vecino toda cruzada. Yo, inconsciente y a la defensiva, estaba acurrucado sobre la ventanilla. Le di de nuevo un buen empellón y nada. Otro golpe. Otro. Ya basta, flaco. Le toqué el hombro y me miró. Le señalé la pierna. La corrió y volví a tener mi Lebensraum. Dormí un cacho más y llegamos a Chicago.


Pim pum pam y me subí al vuelo hacia Toronto. Llego y paso en dos segundos el control migratorio. Avanzo feliz y de repente venga para acá muchacho: me habían puesto una marquita en el formulario que me describía como sospechoso. Pase por la otra ventanilla. Y ahí fui nomás, a charlar con una regordeta que se meneaba entre la simpatía y el ánimo inquisidor. Me preguntó hasta por la marca de pañales que usé cuando lactante. La cosa es que la convencí o se convenció. Y entré a Canadá. Por la puerta grisácea. No recuerdo un aeropuerto primer mundista peor señalizado que este para llegar al transporte público. En fin. Tras media hora de subir y bajar por las mismas escaleras mecánicas y escuchar un par de veces el mensajeciito de "technical problems" del telefonito de información, llegué al bondi. Que al rato me di cuenta que era uno distinto al que mi anfitriona inicial Tania Samsonova me había indicado por mail. Canejo. Unas paradas y llegué al subte. Arriba. Llego a una de las dos estaciones en las que se puede combinar en todo Toronto. No dicen nada por altoparlantes. ¿Será acá? Me bajo, ma sí. Levanto la vista. Ni un sólo cartel que hable de otra línea. Muchos carteles de buses y tranvías y calles. Todos con el mismo color. Será que hay muchos daltónicos.


Pregunto y me dan las coordenadas para hacer la combinación. Me meto en un pasaje, subo, bajo escaleras y llego. Estación moribunda, vacía, digna de una peli de asesinatos y pandillas. Llega el subte. Me lo tomo. Voy hasta la última. Llego. Ahora me toca otro bondi. Había visto en el mapa y no era lejos. La Tania había dicho que 13:30 pasaba por su departamento. Son 13:15 y no aparece ningún bondi. Casi no hay gente esperando. Recuerdo mi experiencia en Palo Alto, cuando me quedé esperando por un bondi más de una hora a plena luz del día. Mecacho. Veo que hay taxis a la vist5ra. Hay uno gris adelante y atrás unos naranjitas. El gris parece más elegante. Así que voy y hablo con el naranja. A dónde voy. Acá nomás, chango. Todo bien, pero tenés que tomar el de adelante. Ah, sonrío, es que pensé que era más caro. No, seco bien seco, no es más caro. Todos son igual de caros, le faltó decir. Me subo al gris. Le comento lo mismo y me contesta con la mirada. Fea la contestación. Arranca. Zas. 4 dólares de bajada de bandera. Hace unos metros y ya vamos 4,25. Hacemos un par de cuadras y llegamos. 8 dólares. Le pregunto si se deja propina. Me dice que sí, pero que haga lo que quiera. Le dejo 1 dólar. Total: 2,25 para las 2 horas de bondi y subte y 9 para los 3 minutos de taxi.


Bueno, pero llegué. Ahora sí. Humildón el barrio. Humildón el edificio. La dirección es 1509-35. Rara, pensé. Voy al 15. No encuentro el nombre de Tania en la lista de timbres. No encuentro su número de timbre. Entro en pánico. Le pregunto a un pibe que está ahí si hay algún teléfono público cerca. La respuesta, tan obvia como negativa. Mecacho. A los pocos segundos, el chango me pregunta si la llamada es local. Asiento, me presta el teléfono, llamo y...zas, contestador. Tis is Tania, not here. Qué lo parió. Dejo mensaje. Tania, creo que me perdí. Le comento al pibe la dirección. Me dice que claro, que el edificio es el 35 y el departamento el 1509. ¡Ja! Caminos unos metros y llego al 35. Victorioso. Triunfal. Pletórico. Llego, encuentro el número de Tania, toco y...contestador. En el timbre, hay contestador. Y bueh, dejo mensaje. Y me voy afuera a esperar. Lindo día. Y de repente empieza a llover. Pero la puta madre, si estaba despejado. Entro. Hay un lobby. Me siento en el sillón. Hacía bastante que no olía un pis de gato tan exuberante. Deja de llover. En el interín entran y salen como 15 rusos del edificio. Y unos 3 orientales. 5 como mucho. Ahí salió el sól. Yo también salgo. Son casi las dos y cuarto. Tania no llega. Ahí llega. Fin de la historia. Comienzo de mi siesta.



sábado, julio 19, 2008

César

"Hay que cuidarse de ese diario. Ataca como partido político y si uno le contesta, se defiende con la libertad de prensa", dijo Chacho Jaroslavsky al referirse al modo de accionar del diario Clarín durante los años 80.

jueves, julio 17, 2008

Gordo

Ya está. No doy más. Por favor. Piedad. Misericordia. Siento ganas de destruir. De patiar. Dejen de pasar la publicidad esa de Anaflex en el subte. Basta. De rodillas lo pido. Lo suplico. Lo imploro. Cuando apenas logro que se vaya un poquito de mi cabeza, vuelvo a meterme en el subte y me la martillan por los menos 3 veces. Quiero que me hagan una lobotomía. Tirarme de un décimo piso. Algo para que se vaya esa imbécil canción de mi cabecita.

Ahhh, el amor...

Que haya pasado esto...bah y esto...me hace acordar a esto otro. Pero ya putié tantas veces en mi vida, que una más no me debería acalambrar.


Qué linda es la política. Y qué tanto más lindo es el long tail.

Suiza

O más bien Europa. O más bien Estados Unidos. Y ni idea en otros lares. Pero me acabo de acordar lo que me dijo mi amigo Carlo cuando le pregunté por qué no les sacaban los subsidios agrícolas a los productores rurales suizos, que tan lindas casas tenían y tan caros quesos producían: "Porrque se enojjjan". "¿Y son muchos?", pregunté. "No, perro aparrecen en el televisorr y terrminan haciendo lo que quierren."


Me pregunto si el consumidor de la maquinaria Clarín lo que realmente desea es un estado corporativista, como el que anhelaba Uriburu. Odontólogos ofuscadísimos por el reciente aumento de la pasta de sellado rápido queman gomas y cortan accesos a la Capital. No creo. Tal vez sea solo circo. Definiciones por penales. Que no les jodan si quieren salir con el auto a hacer mandados. Calculo que en todo el mundo es exactamente igual, pero acá lo veo más claro.

lunes, julio 14, 2008

Martes

Estoy con muchas cosas. En breve vuelvo al posteo cotidiano. También tengo ganas de empezar a experimentar con Twitter. Tengo que averiguar si lo puedo hacer por SMS. Solamente quería contarles que mañana voy al acto en Plaza de Mayo, aunque medio tarde. Espero que no haya terminado cuando llego. Me gustó bastante este documental sobre el golpe de estado en Venezuela en 2002. Nos vemos pronto. Espero que no se hayan ido.

lunes, junio 30, 2008

Serie lecciones de vida - hoy: tapa de licuadora

Siempre, siempre ponerle la tapa a la licuadora. Aunque haya solo un poquito de líquido y se elija la velocidad más tranqui de todas. Siempre.

miércoles, junio 18, 2008

Padre

Padre y yo acabamos de estar en el acto en Plaza de Mayo. Ambos bastante contentos de haber ido.



martes, junio 17, 2008

Bueno

A ver. Acaba de terminar el discurso. Las retenciones al Congreso. Yo que sé, ta bien. Van a discutir un rato y al final el PJ va a votar a favor y listo. No es gran cosa. De todos modos, me gusta como habla. Me gustó mucho que haya dicho lo de los decretos. Pero faltó punch. Faltó que diga: "ah, y suben las retenciones a la minería y a la pesca. Ah, y el señor Luis D'Elía no pertenece a este gobierno y quisiera que no le den más prensa. Ah, y el tren bala se cancela y con esa guita abrimos comedores en 200 villas. Ah, y la CTA va a tener personería en dos meses. Ahh, y el lunes se viene la nueva ley de radiodifusión. Y me olvidaba: todos los viernes voy a dar una conferencia de prensa". Ahí sí que me hacía la remera. Los cacerolazos, el "sentido común", la "gente", todo eso me tiene harto. Sabatella dijo que mañana va al acto. Yo tal vez. Lo que más me rompe las bolas es la impaciencia. Si el semáforo de la otra calle se puso en amarillo, el tachero de atrás te hace luces. Si el 10 da un pase mal, lo puteamos todos. Si un presidente es malo, lo cambiamos. Así, ya, que no puedo esperar.


De la Rúa era un desastre, pero me acuerdo que lloré cuando renunció. Cristina para mi gusto es muy lenta y poco novedosa. Y maneja muy pero muy mal su imagen. Se compra vestiditos, mueve el flequillo y hace caritas cuando habla, deja ministros dudosos, defiende proyectos dudosos. Habla de redistribuir, pero cuesta que se le caiga una medida en ese sentido. Y se hace la pelotuda con la inflación dibujada. Y todo bien si la dibuja para pagar menos intereses de la deuda, pero que al menos haga algo para cambiar esos bonos que inventó el salame de Tito. Encima es peronista. Ese ser de mil cabezas que crearon los imbéciles dueños de este país al prohibir un partido político durante 18 años. Ese engendro que aprendí a detestar de niño y que no para de mutar. Esa cosa llena de gente con camperas de cuero y bigotes anticuados. Esa maquinaria que tiene bombos, choris y cocas. Pero también eso que fue lo único que logró alguna vez en la historia de este país que cambie la matriz productiva y redistributiva. Los radicales, bien gracias. Don Hipólito no cambió ni una coma del país que le dejaron. Mucho menos Marcelito T. Encima los otros se cansaron de esperar y le espetaron un golpe a los dos años. Y después el fraude. Y después de la cañonera rumbo al Paraguay sólo mequetrefes o milicos. Frondizi parecía que tenía onda y se lo comieron crudo entre planteos y capitostes. A Illia se lo llevaron puesto entre todos. De nuevo milicos. La imbécil. Milicos de nuevo. Raúl, que amagó con hacerse el loco con Grinspun y del FMI lo mandaron a freír churros. Después Carlitos. El otro día leí su biografía. Un capo. Más de un testimonio revela que cuando le hablaban de economía o política, el amigazo se aburría y garabateaba la formación de River en un papel. Y encima el monstruo de mil cabezas se inclinó a sus pies. Y después vino Néstor. Yo que sé, el tipo es bastante impresentable, pero teniendo en cuenta que somos casi un país bananero del culo del mundo, creo que fue el mejor presidente democrático de la historia. Esta mina recién empieza. No es impecable ni mucho menos. Se manda cagadas. Pero la vida es así. Casi lo logran, pero todavía no soy opositor. Tal vez vaya mañana. Tal vez.

Piso

Hoy hay cadena nacional. Ambos bandos me tienen con las bolas por el piso. No me los banco. Menos a "la gente" y a "los del campo" , pero el Gobierno está haciendo un enchastre atrás del otro. Es indefendible. Espero que sea punto de inflexión, al menos en mi postura: si esta mina anuncia retenciones más altas para la pesca y la minería y su uso para un ingreso universal para la infancia o algo por el estilo, se gana mi apoyo. Casi que voy a la plaza el miércoles si hace falta. Si dice que basta de golpistas y que tiene aguante, creo que por lo menos tiro a la mierda la remera que nunca me hice sobre mi filiación kirchnerista y le pido a Sabatella que asuma. Duhalde dijo recién que "tiene una responsabilidad que no puede eludir". Y yo soy Brigitte Bardot.

miércoles, junio 11, 2008

Errando

A ver. Es inevitable: este blog pierde sentido si vivo donde vive la mayoría de los lectores. Creo. Pero bueh. Sigo. Porque sobre todo el blog es para mí. Hoy soñé que volvía al analista. El tipo vivía en una especie de penthouse todo lujoso. La sesión duraba dos minutos y casi no me daba bola. Llegaba la esposa, me quería cobrar y yo le decía que sólo tenía euros. Ambos me miraban con cara de circunstancia y me decían que no, que con euros se les complicaba pagar después sus clases de canto. Que yo era muy distraído y que me esperaban mientras bajaba al cajero. Ah, y que la sesión había aumentado: 220 pesos ahora. Sí, como el voltaje. Y de repente entró el hijo de mi analista, muy canchero él, y dijo no sé qué de su casa en Londres. Yo me sentí tan chick como pelotudo.


La cosa es que anduve buscando inmueble. Que compro, que alquilo, que permuto. Conocí lo justo y necesario a la infausta fauna inmobiliaria. Bibiana, Clotilde, Patricia, Axel. No se salva ni uno. Y al final alquilé. Al bueno del señor Segovia. Para eso tuve que ir a una escribanía a firmar el contrato. Nadie me saca de la cabeza que la secretaría del escribano es antisemita. Me recibió con cara de orto, me miró con cara de orto cuando le pedí un vaso con agua (que nunca me dio), me dijo con cara de orto que eso no era un fotocopiadora cuando le dije que no tenía hecha la fotocopia del DNI, dijo con cara de orto "ah, creí que ya lo habían leído" cuando Padre y yo decidimos releer el contrato antes de firmar y después se puso a charlar a viva voz con el señor Segovia sobre qué barbaridad esto del campo. Cuando le dije a Patricia que no me gustaba que el señor Segovia se haya negado a la fantástica cláusula anti-inflancionaria que había propuesto Padre, ella contestó dulcemente: "pero es lo único con lo que no está de acuerdo". Claro, era lo único que le había pedido. Y agregó: "no te preocupes, son buena gente...son del interior".


Ahora ya estoy en el nuevo departamento. Es sobre Dorrego, que es mucho más progre que Lavalle. Y comienza la etapa de autocrítica feroz. A pesar de estar en un piso 15 se escuchan los bocinazos, las ambulancias, los arranques y las frenadas. Y un ruido medio voraz, que puede ser de tren o de avión. La ciudad te envuelve con su manto medio marroncito, medio azul, pero siempre atronador. Y hablando de tronar el escarmiento, el otro día me hice la lesión más imbécil que recuerde: quise patear un penal con toda la furia y apenás si rocé la pelota. Me hice mierda la pierna y me gané un buen coro de carcajadas. Qué lo parió, voy a tener que poner música. Hay alarmas, ambulancias, ascensores. Un día de estos me mudo al campo. Y ahí sí que truena el escarmiento.

martes, junio 03, 2008

Vueltas

No tengo idea

me agarra

sobrevuela

y sin detalles

sonríe en un bar



Mira con ojos ajenos

a gente ajena

Y sin embargo

debería ser mi historia



Me perturba porque debo

pero no sé ni cómo

Me acucia porque debí

y ni quise ni pude



Pero no soy ceja sensual

ni reflejo que oscurece

Siga, sigo, que otra no queda

Acá o donde sea

sábado, mayo 31, 2008

Miseria

Una vez volvía de un curso por el centro. Florida al 100, de noche, casi las diez. Y caminaba como para llegar al subte, muy sobre la hora. La calle desierta. Y aparece un tipo, que camina como yo, apuntando a la boca del subte D. Yo apuro el paso. El lo apura un poco más. Apenas si cruzamos miradas. Yo apuro más más. El apura más más más. Le pregunto hasta qué hora hay subte. Mira el reloj y me dice "ya". Casi que empezamos a trotar. Hace frío y no es década de turistas: Florida languidece. Me mira, sonríe y dice por lo bajo: "pequeñas miserias urbanas". Es un tipo de unos cuarenta y pico. Debe ser contador. Llegamos corriendo, bajamos escaleras. Nos recibe un guarda con bigote y sonrisa, en ese orden. Señala el subte, nos subimos, toca el pito, sale.


Hoy tengo lo que en alemán se llama Ohrwurm, o lombriz en/de la oreja. O sea, una canción que perfora mi cerebro. Que lo carcome. Que, como a una pobre manzana embichada, lo inutiliza. Y no es Calamaro ni Mozart. Es una maldita publicidad de Anaflex que pasan en el subte. Tiene un tema horripilante, pseudo-flamenco y de letra indescifrable. Ya no sé cómo suplicarle que me deje en paz. No me duele nada, no voy a comprar Anaflex. Ya podés irte.

jueves, mayo 08, 2008

Cejas grises

a veces medio ocre
tu mitad de tarde,
a veces con saxo ajeno
y hojitas amarillentas

gané, perdí
supe, escuché, negué

lástima esas tinieblas
lástima
lástima que tuve que irme
para poder salir
lástima que tuve estar sólo
para saber perder

y trepé, bebí, comí
rodé, pegué y dormí
conmigo y sin otro
así que te echo
y ya no más

Asimétrico
Desagradecido
Valiente
Huidizo
Sometido

es lo que hay
y no necesito que lo tomes
para poder dejarte

martes, mayo 06, 2008

Abatido

Estoy muy cansado. Lo malo es que no sé descansar

domingo, mayo 04, 2008

Tiempo de yankis

Estoy en el avión. En la cola para ser exactos. Esto se mueve y hace mucho mucho ruido. Como a carreta desvencijada. Y sin embargo postulo: este país es una maravilla de lo más espeluznante. Una maquinaria aceitada. Que gotea, pero que produce. Tiene gente y cosas haciéndola andar. Y yo me anduve paseando por los tubos y engranajes de esa maquinaria durante la última semana y pico. Primero New Orleans. Nombres de calles en francés, un tranvía ruidoso e ineficiente y música en la calle. A pesar del ambiente, se confirmaba la primera de mis leyes sobre Estados Unidos: la gran diferencia entre sus ciudades es el clima. La gente habla como en las películas, hace permanentemente ruidos como "wheeeee" o "whooooo", come mucho y muy pesado, apenas sobrevive sin un auto, no incluye temática no norteamericana en sus conversaciones, usa ropa básicamente reluciente aunque poco glamorosa, se alcoholiza de forma ordenada y repentina, usa acrónimos hasta para lo más nimio de lo nimio ("OJ" para el jugo de naranja es tétricamente eficiente), pasa entre etapas (generacionales, espirituales, laborales) sin medias tintas, idolatra en grandes catedrales lo que sea que pueda ser cambiado por dólares, mira a escondidas a sus congéneres, es oriental, negro, blanquito y todo al mismo tiempo, huye de los ambientes que denoten el paso del tiempo, cubre sus cabezas con gorras, sonríe interminable y unilateralmente desde sus rosados y cachetudos rostros y, eso sí, barnizan su violento fervor militarista y brutal con algo de swing y un poco de brillantina.


En New Orleans hace calor y te abraza una humedad que para qué te cuento. Su principal atractivo es inefablemente atractivo: Bourbon Street tiene restaurantes de ostras, bares con blues y cabarulos sin maquillaje. Por la calle caminan centenares de ciudadanos y ciudadanas dispuestos a carnavalizar su escapadita de fin de semana. El exceso es aquí y ahora y nada de andarse con chiquitas. Los chicos compran collares chinos, se los dan a las chicas y ellas muestran uno de sus pechos a cambio. Litros de alcohol mediante, la transacción suena coherente y se transmite sin incidentes de generación en generación. Las fuerzas de la ley median ante algún eventual exabrupto. Las blackberries recuerdan realidades por venir. Los camarones con salsa barbacoa le dan el toque autóctono al ritual proteico nuestro de cada día.


Y después vino Miami, donde también hace calor y hay humedad, pero no tanto ni tan feo. En Miami sonríen el sol, el mar y los labios con colágeno. Y se repite ad infinitum esa regla que parece permear cuanto más yanki (¿primer-mundista?) es una sociedad: la cosa es barata, la gente es cara. Un auto, dos. Ford, Toyota o Porsche. Medium, large o extra-large. Cuestión de sacar unos pesos más de la billetera, pero todo está al alcance del ciudadano medio. Se puede ser estacionador de valet-parking y relucir camioneta ultimo modelo. La cotidianeidad hierve de créditos, descuentos, promociones, liquidaciones, novedades y combos irresistibles. Las señoras de sesenta pasean con idéntico orgullo sus enormes glúteos y sus diminutos perros. Incluso en carritos rosados de bebés. No exagero, lo vi. Bueno, sí, yo siempre exagero, pero ya deben estar acostumbrados a estas alturas.


La cosa concluyó en Palo Alto, que está cerca de San Francisco. Estuve en casa de Tobias y familia. Otra costa, mismas hamburguesas. Ya sé, ahora van a decir que soy un desagradecido, pesimista y cultor de mitades-vacías-de-vasos. Tal vez, pero que se entienda que la pasé genial en términos humanos en este viaje. En el laburo en New Orleans con Fede, en Miami con Emi y familia y en Palo Alto con los excéntricos Mayer. Pero yo posteo sobre todo para exorcisar lo que se me queda atragantado. Sea. Si no puedo putiar acá, sólo me queda escupir al aire en el medio de los Andes. Y nada más feo que un gargajo al ataque en pleno vuelo rasante.

martes, abril 22, 2008

Remera

¿Cuántos clichés se pueden decir por minuto? Mis vecinos de atrás en el avión. Hablan fuerte.


"Son resentidos". "Este es un país espectacular, pero lo arruinamos". "Es el peor peronismo". "Tengo Ámbito acá, lo quiere leer?". "Es una picardía que echemos a perder esta oportunidad". "Sí, tengo varias empresas. Sí, por suerte me va muy bien. Sí, gracias a Dios". "Ah, sí, mi hija se fue a estudiar a Miami. Y sí, allá saben cómo hacer las cosas". "Ay, sí, es fanático del surf mi hijo. Se fue a México, a Hawaii. ¡Le encanta!". "Los peronistas son así". "Yo la voté a Lilita". "Por suerte no lo voté a Lavagna, que se vendió". "Son intolerantes". "Qué bueno el suplemento cultural de La Nación". Creo que para estos viajes me voy a hacer una remera que en el medio diga bien grande "Soy kirchnerista, ¿Y qué?". O tal vez un seco "gracias Néstor".

Cosas que me gustaría estar haciendo ahora


  • Nadar (mejor al aire libre)


  • Hacer nada y no criticármelo


  • Ponerme debajo de una cascada bien fría


  • Acostarme y que la almohada se quede fría


  • Estar en un lugar ventoso


  • Comer una ensaladita tipo Caprese


  • Acariciar a un perro (mejor cachorro)


  • Quemar la Gente que está leyendo la mina que está delante mío


  • Algún otro acto de intolerancia del mismo ramo


  • Abrazar a mi madre, mi padre o ambos


  • Tomar un licuado de manzana verde (bien frío)


  • Gritarle a Cristina que se deje de romper las pelotas y ponga un seguro universal a la niñez con la guita de las retenciones


  • Sonreír (no se puede cuando uno está sólo)


  • Jugar al fútbol (cinco, claro)


  • Estar en un lugar lindo con linda luz y sacar una foto que me guste


Iba a poner tomar un vaso de agua, pero eso puedo. Así que dejo de escribir, me levanto y me tomo uno. En el barcito ese que vende sánguches a 18 pesos creo que te dan agua sin gas si pedís.



Otra

Otra vez a volar. Otra vez Ezeiza. Otra vez armar valija. Otra vez compartir colas e incomodidades con gente a la que le cuesta pronunciar la ye. Otra vez combinaciones y combinaciones en aeropuertos y aeropuertos. Lo que voy a hacer me gusta, pero estoy cansado. Bastante cansado. Anteayer y hoy tuve sendas tremebundas migrañas. Cada una fue como una trompada de welter junior. Pero calma, que el sabio no se aborrece.



jueves, abril 17, 2008

Continuose

Esto es el acabose. Está toda la casa gris, con visibilidad reducida a 2 metros y con un olor a quemado que no es de tarta olvidada en horno.

Sombras y niebla...bah, humo

Hay algo que no entiendo de todo esto...¿Cómo puede ser que en los más de doscientos años que tiene la agricultura en la Pampa nunca de los nunca jamases el viento haya soplado justo para este lado mientras quemaban pastisales? A mi no me engañan, viejo, estos son los brazucas que nos están por invadir...

lunes, abril 14, 2008

De más está decir

No pregunto, pero me imagino que todos los lectores de este blog clickean religiosamente en los cartelitos de la derecha cada vez que visitan. ¿O no?

Peso

Me pesan los párpados. Bastante. Estoy, lo que se dice, hecho mierda. Muy cansado. Deben ser los viajes. Tal vez repasar sirva pa levantar mi propio peso. O tal vez no, pero me divierte. Va sin fechas, pero más o menos empezando en Diciembre del año pasado, sin contar escalas ni tours de un día:



  1. San José


  2. Buenos Aires


  3. Barcelona


  4. Marrakesh


  5. Zagoura


  6. Marrakesh


  7. Barcelona


  8. Viena


  9. Freiburg


  10. Barcelona


  11. Toulouse


  12. Barcelona


  13. Roma


  14. Villa D'Agri


  15. Rieti


  16. Freiburg


  17. Heidelberg


  18. Mainz


  19. Frankfurt


  20. Freiburg


  21. Barcelona


  22. Alghero


  23. Castelsardo


  24. Oristano


  25. Barcelona


  26. Bremen


  27. Rostock


  28. Hamburgo


  29. Langenthal


  30. Barcelona


  31. Buenos Aires


  32. San José


  33. Buenos Aires


Es bastante. Pero las adicciones son así, perennes por naturaleza.


martes, abril 08, 2008

Así

Y de repente

me descubriste

que una sonrisa hermosa

puede ser lágrima

Lágrima tuya

y lágrima mía



Que un día es largo

Larguísimo

Que las noches

no se cuentan en horas

Y que no hay similitud más hermosa

que la que no se entiende



Porque hoy no termina

de sólo pensarte

Porque no veo ya casi

grises azules

Y porque lo efímero, si hermoso,

dos veces efímero

y dos veces hermoso

viernes, marzo 28, 2008

La verdad, la realidad y un fresquete que ni te cuento

En primer plano, el único par de zapatillas que me llevé a Suiza. De fondo, tremenda nevada. Difícil.zapas.jpg



Apostillas viales

Sigo con el tema autos y peatones. En Europa, por lo que pude ver, se invierte la ecuación vial argentina. Los autos son relativamente respetuosos de la señalización y andan con cierta precaución por la vida, temerosos de que algo malo le llegase a ocurrir. Los peatones, en cambio, son un desastre. Cruzan sin mirar, por cualquier lado, charlando, con y sin semáforo, cagándose en general en cualquier regla al respecto.


El otro punto que me sorprendió en Europa es la cantidad de calles peatonales. La diferencia es simple y casi corporal: la ciudad vuelve a ser propia; salir de la casa no lo pone a uno a la defensiva; casi que no hay que gritar para charlar con alguien; los niveles de histeria bajan y bajan; y todo por unas cuadritas de nada. Cada vez me quedan menos dudas que el Microcentro entero debería ser sólo para gente que se mueve en dos pies.peatones.jpg

martes, marzo 25, 2008

Campeón

Resulta que una vez, como en Octubre del año pasado, decidí meterme en una competencia de nado abierto. Venía yendo bastante seguido a la pileta y me dieron ganas de probar eso del agua salada y con olas. Tanto física como espiritualmente estaba bastante en bolas.


No éramos muchos competidores. Principiantes creo que solamente quien suscribe. Así que pedí consejos a quien parecía saber: tomé mucho Gatorade antes de empezar y precalenté imitando a un par de forzudos con rostro confiado. Y dieron la largada. Y nadé y nadé. Y al ratito no dí más. Y alcancé a levantar la cabeza y el pelotón andaba como por Corea del Sur. Yo, después de una ardua batalla contra mi panza llena y el agua salada, llegué a la primer boya. Una proeza. Me quedaban dos. El circuito era un triángulo marcado con tres boyas panzonas y bien rojas. La segunda quedaba como a días de distancia. Pero con amor propio y un poco de perrito en los momentos cumbre, llegué. Y decidí hacer solamente una de las dos vueltas que correspondían a mi categoría: principiante. Los hombres de verdad hacían cinco vueltas. A la tercer boya llegué como se debe: sin pensarlo demasiado. Tal vez me quedaban piernas y pulmones para una segunda vuelta, pero preferí seguir habitando esta tierra, así que salí.


Gritos y aplausos. Flashes, felicitaciones y vítores. Y un grito, invitándome a pasar por la llegada, que era una especie de arco de triunfo de gomaespuma. Se me acercaron algunos chicos y me palmearon, incrédulos de poder tocar al ídolo. Me sentí un Apolo. Un Mark Spitz. Un semidios. Y me dí cuenta, me di vuelta y aclaré con unos gritos que no había llegado primero a velocidades supersónicas. No, había abandonado. Mi popularidad cayó en picada y me tiré en una reposera a recuperar el aliento. A los quince minutos de fama no llegué, pero qué buena la foto, eh.

Excelente

esto



lunes, marzo 24, 2008

Rodando

Ayer me preguntaba por qué mierda en un país como Suiza, o tal vez Kenya o Filipinas, donde no se puede circular en ruta alguna a más de 120 kilómetros por hora, se venden coches que llegan cómodos a los 200. Me preguntaba si no sería más fácil que se prohibiese la venta de autos que pueden sobrepasar la velocidad máxima en rutas que andar poniendo radares, multas y coimas. Me preguntaba también si esos motores no serían más baratos y menos contaminantes. Calculo que me lo voy a seguir preguntando un buen rato más.

Tut

La otra vez estaba leyendo que decidieron exhumar el cadaver de Galileo Galilei para comprobar no sé qué pavada. Cuando uno va a un museo y lee las orgullosas explicaciones sobre el origen de esta o aquella estatuita, casi siempre el origen es una tumba. Las momias. Tutankamon. Digo yo, ¿tiene vencimiento una sepultura? ¿por qué es sacrílego revolver esta tumba, pero la otra no? ¿el tabú caduca? ¿o, si no es una de los nuestras, me chupa un huevo? Raro.



Mi país

Calculo que los chetos deben ser parecidos en todo el mundo. Mi problema tal vez sea que a los especímenes argentinos los reconozco fácil. Me producen una mezcla perturbadora de asco y admiración perversa.


Estoy esperando que empiece a vaciarse la cola de varios metros para abordar el vuelo a Madrid. Veo una parejita como salida de las últimas páginas de la Gente. No creo que algún día vayan a tapa. Veo sus pasaportes. Brillantes y con el escudo de la patria. Esa patria por la que papá por suerte está peleando. Esa patria que es campo, es girasol y, sobre todo, no se toca. Porque por la patria vinieron a esquiar los chicos.


Ella se luce con sus botas de cuero, pero él es recio y vino hasta el avión con botas de esquí o como se diga. Más o menos como las que usaba Robocop. Entre ambos promedian el metro ochenta y, claro, él es más alto que ella. El robusto, ella estilizadísima. Seguramente él ayudó a algún buen peón a cargar fardos durante más de un amanecer. Claro, si la patria la hacen los que trabajan. Por eso hay que salir a pelear. A las rutas, como antes los esos. Y ahora nos toca, joder. No sólo pedimos palo en su momento. Ahora copiamos, fagocitamos copiando la forma.


Ambos tienen tez amarronada. La nieve no perdona. Ese tatarabuelo tehuelche tampoco. Pero de eso no se habla. Porque los chicos están charlando ahora. De algo espléndido seguro. Pero tal vez lo más perturbador es que yo no soy ningún perdedor del modelo. Gané y gano. A mi modo. La pregunta entonces es qué me molesta. Si no ser más ganador aún. Si no exudar estilo y pómulos recios. Si realmente me irrita la hipocresía o si solamente soy un acróbata más en este circo.



domingo, marzo 23, 2008

Sardinas

Los transportes públicos fuerzan una convivencia que rara vez fluye. Será por eso que anda tanto auto por la calle. Estoy en el micro que va del aeropuerto de Gerona al centro de Barcelona. Dura una hora y pico el viaje. Me acabo de cambiar de asiento porque la mina que está atrás mío no para de hablar a todo volumen con todos los putos números que figuran en la agenda de su celular.

Transiciones

Se acaba el viaje por Europa y la vuelta al pago chico viene llena de transiciones grandes. Se nos casan el Adriancito y la Silvina, que no son Anicento ni Francisca, pero tienen lo suyo en cuanto a leyendas y evocaciones. Pero hoy lo que vende es la novedad y la novedad total es sin duda Jazmín: el primer vástago, la primer criaturita de Dios, la niñita del Teto y la Valu, que por ahora no pisa esta tierra porque prefiere recorrerla sobre un carrito Perego. El martes voy a estar ya en pampas mías, aunque seguramente medio molido después andar de Basilea hasta Barcelona y de Barcelona a Madrid y de Madrid a Miami y de Miami a la Perla del Plata.


Pero la otra transición es el próximo integrante del feliz grupo familiar Garelik. ¿Será pingüino o pingüina? Desde esta humilde tribuna, que presiona pero no adoctrina, van mis más sinceras recomendaciones al respecto:



  • Ulises


  • Mina


  • Pau


  • Simone


  • Doménico


  • Nina


  • Mika


Yo pensaba que era más tradicional para estas cosas, pero se ve que no tanto.




sábado, marzo 15, 2008

Ich bin ein Rostocker

Ayer me encontré con el gran Carlo en Hamburgo. Después de un copioso desayuno en casa de su amigo Dirk, partimos con rumbo Rostock. Llegamos, comimos unas salchichotas con mostaza, tomé jugo de manzana con soda y encaramos para el fan shop. O sea, un negocio donde se vende merchandising de Hansa Rostock, el equipo de Rostock, pasión total y absoluta de mi amigo Carlo, que es suizo y vive en Suiza. Rostock queda en el norte de Alemania, relativamente cerca de Polonia.


En el fan shop Carlo se compró dos remeras y un buzo. Me dijo que no tenía remeras para el verano que se viene. No sé si tiene alguna que no sea del Hansa Rostock. Yo por mi parte compré una remera muy chula y una bufanda con clase. Y para completa mi equipo de barrabrava, Dirk me había regalado un buzo que le quedaba chico. Todo listo para el match, aunque para eso faltaba muchísimo. Como veinticuatro horas. Y eso en Rostock puede ser una eternidad.


Llegamos al hostel, hicimos las camas y no hay tiempo de dormir: se pone el sol y hay que llegar a ver la costa del Mar Báltico con algo de luz. Tranvía, tren urbano y llegamos a Warnemünde, el pueblito que, crecimiento urbano mediante, devino barrio de Rostock. Si algo no falta en Rostock es el viento. Frío, contundente, constante. En Warnemünde la cosa tomaba ribetes de tifón. Ayer Dirk me preguntó si me gustó la costa. "Sí, sobre todo el viento le dije". Por su risa deduje que no debe ser un gusto muy normal. El viento frío es algo que invariablemente disfruto. No era cómoda la arena que se te metía en ojos y dientes, pero el aire apocalíptico me puede. Le dimos con Carlo rumbo al agua. No llegamos, lástima. El viento casi que te frenaba. De fondo muchas nubes y un atisbo de sol que se va a dormir. Tres faros. Y el viento, siempre el viento. En Warnemünde hay canales y bares. Todo muy arreglado, estilo holandés. O sueco tal vez, quién sabe.


Después de la excursión fuimos directo a uno de los templos que tiene Carlo en Rostock: el bar Alabama. Ahí conoció a su primer novia cuando tenía 17 años. Tatiana, una camarera de treinta y pico, fue su feliz compañera durante cada visita al norte. Entramos y el hijo de la dueña, al verlo desde la barra, se acercó y lo abrazó. El Alabama bien podría ser de los '80. O tal vez irlandés. O de Alabama, aunque no sé porque nunca estuve en el Alabama. Todo de madera, tiene fotos de gente sonriente tocando música y festejando carnaval. Carlo no paró de pedirnos cervezas. Yo no tomo mucha cerveza: la primera pasa y se suele quedar atascada. Y como los clavos que sacan clavos, ataqué con cerveza a cada cerveza que pasó. Fueron como cuatro, todas negras. Carlo conoció a un tipo en la barra y se quedó charlando de rock. Yo al rato me aburrí un cacho y me enganché con un jueguito buenísimo en el celular de Carlo. Uno en el que manejás un guinche medio inestable y vas armando edificios lanzando cachos preconstruidos de edificio. Re bueno.


Y nos fuimos del Alabama. Para ese momento yo estaba alegre y Carlo ya volaba por la estratósfera. Habló durante media hora como jamaiquino. Subimos al tren y caímos en el Meli, un bar de estudiantes para estudiantes. Y ahí empezó la inmersión total en el idioma teutón. Salvo Carlo, el resto solamente hablaba alemán. Cuatro años de Goethe Institut tienen que haber servido para algo, pensé. La puta que sirvieron. Alcohol acelerador de neuronas mediante, logré contarle a mi nuevo gran amigo Latte qué hacía en Alemania, de dónde conocía a Carlos, entender que él trabaja en Holanda y que el año que viene va a irse de viaje a China y Dubai con unos compas. Latte es el campeón moral alemán de cerveza. Practica fondo y velocidad. Un todoterreno gigante, rubio y sobre todo de sonrisa tímida pero entradora. Después conocí a Puschi y su esposa Jana, que festejaron con una ronda de licor de menta mi anuncio de crear una peña del Hansa en el tórrido Baires.


El licor de menta se llama Pfeffie y, según tradición tradicional y borrachina, sería un gran higienizador de la dentadura. Por lo visto hay pocas caries entre los muchachos de Rostock. Fui al baño, volví y no quedaba nadie en la mesa. Levanto la vista y veo a Carlos y Latte en frenética danza arrítmica en medio de la pista vacía. Genial, pensé, y me sumé al rito tribal. Sonaba alguna música de los '70 y sentí que en cualquier momento aparecía Nina Hagen y escupía al techo. Después nos fuimos a otro boliche, pero pelea de Carlo con el patova de la puerta mediante, terminamos en el templo de la decadencia etílica: el Pirata. Nos atendió, claro, el Pirata, que tiene una vincha sudada que dice...Pirate. Llegamos y el corsario nos sirvió un brebaje celeste y hediondo. Tuve que tomarlo de un trago y ya me sentía en viaje expreso a Saturno. Latte y Carlo estaban como si acabaran de tomarse un feca con dos de grasa. No tuve más remedio que decirle a los amigotes que mi noche ya no estaba en pañales y, tambaleo mediante, llegué como pude al hostel. Encontré la cama sin brújula y me abracé emocionado a la almohada. Fin de viernes. La cosa recién empieza.


Sábado tempranito estamos arriba. Carlo me dice que puedo ir a ducharme tranquilo porque él va a planificar el día. Vuelvo ya acicalado y hermoso y Carlo me aclara que todo está listo: vamos a tomar, ver fútbol y comer. Lo esencial es invisible a los ojos, pero no al estómago. Enfundado en mi modelito remera-buzo-bufanda del glorioso Hansa, partimos rumbo al templo del saber: el Ostseestadion. Pero antes, paradita de un par de horas para concentrar junto al resto de la tribu. Atentos que se viene lo bueno: la visita al Fanprojekt.


El Fanprojekt es como si fuera un bar. También tiene un quinchito, un puestito con merchandising y una oficinita donde se venden entradas para ver al Hansa de visitante. Ya es hora de ir contando que el Hansa es un equipo de mitad de tabla para abajo. El sueño este año es no descender a segunda. El inolvidable ascenso fue el año pasado y la cosa no está para tirar manteca al techo. Rostock es una ciudad pobre en términos alemanes. El desempleo casi triplica al argentino: 25 por ciento. Casi no hay industrias en el este de Alemania y Rostock no es ninguna excepción. Dirk, el amigo de Carlo que nos recibió en Hamburgo, es nativo de Rostock y adicto a Hansa. En el baño de la casa tiene toallas de Hansa. Su mochila es de Hansa. Su campera es de Hansa. Hoy me dijo emocionado que si hubiera jeans de Hansa, ya los habría comprado. Hansa es su casa, es un futuro que no pudo ser, es infancia en un tiempo que nunca más será. Dirk tiene 35 años y una nostalgia que logra mezclar con maestría con una perenne calidez. Tiene dos hijos, pero de eso hablo después. Pero lo que importa ahora es el Fanprojekt, donde nadie le dice Dirk a Dirk: él es el Tío Minde.


Mi primer objetivo en el Fanprojekt estuvo claro: una especie de vacíopan de cerdo que olía a las mil maravillas. Pedí, pagué y recibí esa maravilla tierna, pero a medio quemar, de manos de un simpático señor de bigotes, con la correspondiente camiseta y bufanda. Al rato volví por un nuevo sanguche. Y pos un sanguche de salmón, que por estos lares vendría a ser como uno de mortadela. Después del aperitivo, de nuevo a la mesa con los amigos Carlo, Latte y los que empezaron a caer. Para el partido faltaban todavía como dos horas. Cada vez que llegaba alguien apenas conocido, le daba la mano al que tenía más cerca y depués daba unos golpecitos en la mesa. Me explicaron en seguida que es el equivalente del norte de Alemania para el tradicional "saludito con la mano a todos los que no voy a saludar personalmente". Muy práctico. Lo voy a incorporar.


Pero también fueron llegando amigazos de toda la vida. Todos los que caían y saludaban dando la mano, me saludaban sonriendo e interesados en saber de dónde catzo había salido. Yo, dándole durísimo a mi rústico alemán, ya había adelantado de golpe porrazo dos cursos del Goethe en menos de 24 horas. Muchos bigotes, muchísima cerveza (menos en mi vaso, repleto hasta el borde de Sprite) y miles y miles de pósters del Hansa. Más o menos cazaba de qué iban las conversaciones de los chochamu de mi mesa y lo curioso es que nadie hablaba de fútbol. O casi. La gente contaba entusiasmada cuando había viajado una semana en tren en 1991 para ver un partido del Hansa contra Barcelona. Cómo se habían trenzado en interesante pelea con los chicos malos del FV Stuttgart el otro mes. De qué cagada eso que le pusieron nombre de empresa al estadio. Que qué malcriada la nueva generación de hinchas, que no para de tirarle piedras a los micros visitantes y así destruye la noble reputación del hincha Hansés. Pero nada de DTs de mesa de café. Ni que Rudolf debería ir de carrilero por izquierda o qué mierda hace el imberbe del técnico poniendo a Fritz al medio. Y Carlo llega todo entusiasmado con una revistita que reza "Fanprojekt - live". Por fin, la actualidad del Hansa. Empiezo a mirar y aparecen los últimos partidos. 1-0 abajo. 3-0 abajo. 5-1 abajo. 0-0. 1-0 al último. Estos muchachos sí que tienen corazón. Otra que Yupanqui.


Y me siguieron presentando gente y seguí conociendo nuevos modelos de bufandas del Hansa. Los muchas se clavaron un par de shots de licor de menta y de otro marroncito que vaya a saber de qué árbol se saca y le dimos para el estado. El tío Minde acababa de llegar desde Hambugo en tren y nos acompañó a nuestros lugares. El tío Minde ya ronda los 35, tiene hijos, es un hombre que sentó cabeza, así que nos sacó entradas en la tribuna norte, que es la tranquilita. En la sur van todos los demás amigos: Latte, Puschi, Hippi, Heiko y todos los que tienen aguante de verdad, viejita.


Salen los equipos a la cancha. Estadio casi lleno. El público canta emocionado el himno de Hansa y levanta sus bufandas. A uno se le eriza la piel y casi se le olvida que nos estmaos por irs a la B. Y empezó el partido. Malísimos ambos equipos. Y empiezan los cantitos. El que más se me pega es uno bastante básico contra Berlín: "Berlin, Berlin, die Scheisse aus Berlin!". En general lo que se canta es bastante más rústico que en Argentina. Otra nota curiosa: la gente no putea a sus propios jugadores. Bueno, casi. Otro dato interesante: está todo el mundo bastante en pedo y con un vaso de cerveza en la mano. Yo la paso bien aprendiendo cantitos y charlando de estas diferencias en mi rústico alemán con el tío Minde, que borracho es aún más simpático. Termina el encuentro con un 0 a 0 cerradísimo. Se festeja el empate, aunque los malvivientes de Cottbus le acaban de ganar al Bayern Munich y se alejan de la zona del descenso, lo que claramente nos perjudica.


Pero nada de irse a la casa! No, señor. A seguir tomando y festejar que somos hinchas de Hansa en el Fanprojekt. A esta altura yo ya estaba con el cuerpo y el cerebro molidos. Hablar y tratar de entender alemán sin duda fatiga la mente del principiante. Pero se me acerca Hippi y me empieza a preguntar cosas sobre Argentina. Si es peligroso, si te pueden matar así nomás, si Brasil es igual. Parece que un poco lo convencí a Hippi de que algún día vaya a visitar Argentina con su esposa. Me clavo un nuevo vacíopan y me voy a un costadito a descansar y ver el partido del Hamburg SV por pantalla gigante. Pero me llama a los gritos Latte y me ofrece una cerveza. El debe ir por la vigésimo quinta. Yo por la segunda, gracias. Le agradezco y le pido al tío Mindel si me puede acompañar a la parada del tranvía, que no tengo ni puta idea dónde queda. El tío me acompaña, diciéndome que estaba muy orgulloso de mí. Que estaba sorprendido que un argentino los haya visitado. Que ellos son gente sencilla y que no están acostumbrados a ver gente de tan lejos. Me abrazó y me metió en el tranvía. Llegué al hostel, tomé un largo vaso de agua, me abracé de nuevo a la almohada y dormí. Como doce horas dormí.

viernes, marzo 14, 2008

O animal

Soy un monstruo. Un ser deleznable. Una equivocación de la naturaleza. Un paria sin modales ni bondad. Un asesino en potencia. Un ingrato. Un traidor estupefacto. Un sudaca embrutecido. Un mico de circo sin autocensura ni valores. Un cerdo calculador. Un cuervo al acecho. Un inmoral y un corazón de hielo.


Hoy a la mañana Linda me dijo que leyó el blog y casi llora al leer lo que había puesto sobre su amigo Carlos sin antes haberle contado. Me sentí un lobo con piel de oveja. Un pedante acrítico. Un traidor listo para ser apaleado por una justiciera multitud iracunda. Un infeliz con mirada torva sobre el mundo y sus semejantes. Un reportero sensacionalista de pacotilla y limitada monta. Un imberbe con barba que a duras penas sabe relacionarse con el prójimo. Un ser asocial y vengativo.


Así que mejor no me siento tan mal y borro ese post tan amargo y dejo este, testimonio de mi alma en pena. Qué mal. Yo que iba a contar lo bien que la había pasado ayer con Linda y Stefan paseando por Bremen y viendo un partido de la UEFA en un bar oculto en medio de la selva urbana...



miércoles, marzo 12, 2008

Hoy: técnicas avanzadas de control de procesos

NoEchen Estoy en el aeropuerto, con pocas ganas de trabajar. Así que escribo historias viejas. Como de dos semanas. La otra vez estaba con Lucas en el departamento en Barcelona. De mañana, como las diez y pico eran. Interrumpo mi torrente creativo para ir al baño. Doy unos pasos y escucho unos gritos de ultratumba que vociferan algo con el agua. Una vez. Otra vez. Y otra. Desgarradores. Un viejo al que le cortaron el agua justo en mitad del proceso de enjabonado. Pobre. Solitario. Sin nadie que le ayude. Va a quedarse gritando como un alma en pena, como un perro mojado, hasta darse por vencido. Lo imaginé sacándose jabón y champú con una toalla vieja. Insultando al gobierno socialista y recordando épocas doradas de baños en arroyos de Castilla o de La Mancha. Y otro grito. "BSESELAAGUAAAA!!!!!!!". No encuentro el signo de admiración que abre, pero creánme que sí que gritaba. Un alma en pena verdaderamente.

Pero el mundo sigue y mi vegija se impacientaba. Levanto tapa del inodoro, meo como suelo hacerlo, tiro la cadena y más gritos. "BOESELAGUAAAAAAAAAAAA!!!!!!". Pobre hombre. Tal vez debería llamar a los bomberos. Me dispongo a lavarme los dientes. Desde chiquito que me los lavo antes y después de desayunar. De los pocos rastros que me quedan de un pasado obsesivo-compulsivo. Y escucho una voz más clara. La de Lucas. "Creo que no hay que usar el agua". Sí, sí, hay unos gritos, ¿no?. "Están diciendo que no echen agua". Caramba. "Parece que están cambiano unos caños". Ah. ¿Dónde?. "Acá, en el edificio, salame". Me señala el aire y luz. Veo, como tímido. Un tipo encaramado a un caño chorreante, mira hacia arriba y grita con alma y vida. "NOECHENAGUAAAAAAAAAAAAAA!!!!". Se ve que en vez de cortar la luz, supusieron que nadie en todo el edificio iba a usar el agua corriente a las diez de la mañana un viernes. Interesante razonamiento. Así que no eché más agua. Hasta el lunes, cuando volvimos a tener permiso. Fin de semana largo, que le llaman.

 

PD: Tenía que sacarle una foto. Le dije que era un arquitecto argentino y me interesaba la técnica que usaba para sostenerse. Un grande el amigo. Sonrió y todo.

Cosas que me pasan con los vuelos

Como ya debería haberme dado cuenta para este momento, me pasan cosas raras con los vuelos. Lo apasionante es que siempre son cosas distintas. El otro día compré un vuelo a Madrid. De esos baratos. Y decidí después ir a Estocolmo en esa misma fecha. Conclusión: compré un pasaje que nunca usé. Novedoso, pensé. Y tampoco taan caro. Bien.

La cosa es que llega el día del vuelo a Estocolmo. Me levanto religiosamente a las 6, escucho a mi panza dudar y decido: no voy a Estocolmo. Estaba cansado, mi anfitrión en Estocolmo no me había respondido el último mail pidiendo su número de teléfono, el pronóstico en Suecia estaba horrible y el día estaba todo despejado en Barcelona. Decidí quedarme. Segundo vuelo que pierdo. Bah, tercero, porque ya tenía un pasaje de Estocolmo a Hamburgo. Una pasión por lo visto. Entonces, un poco zonzo y un poco perezoso, me compro un pasaje a Bremen. Bremen queda cerca de Hamburgo, mi siguiente destino. Y en Bremen vive una amiga que me había invitado a la casa. Vamos a Bremen, pensé. Y compré el pasaje. Esto fue el sábado.

Hoy es miércoles. Hoy vuelo a Bremen. Estoy sentado en la puerta de embarque y todavía falta como una hora y pico para que salga el vuelo. Sería dificil que lo pierda. La situación no es tan atípica. O más o menos. Ayer a la noche, a eso de las once, decidí imprimir mi pasaje electrónico a Bremen. Entré como siempre a mi correo de Yahoo, busqué Bremen y vi...nada. Nada. Busqué Ryanair y...nada. Busqué en Gmail y...nada. Nada. No había pasaje. No había. Confiado, entré al sitio de Ryanair. Solamente se podía recuperar información de pasaje con número de reserva. Problemas. Ya más zonzo y menos perezoso, decidí entrar en mi cuenta, para ver si realmente había comprado el pasaje. Sorprendido pero en cierto modo aliviado, comprobé que no, no había habido ningún gasto ese sábado a la mañana. Curioso. Juro que recuerdo haberlo comprado. Bueno. Soy distraído, puede pasar, la confusión, el sueño, el jet-lag. Y entro a comprar mi (nuevo?) pasaje. Pongo todos los datos, compruebo que casi no había aumentado, pelo billetera y...no está mi tarjeta. Bien. Busco busco, no encuentro. Pienso: la perdí. Mi vida va barranca abajo. Por suerte el otro día saqué bastante plata, así que para estos días de viaje tengo. Pero caramba, tengo el recuerdo de haber guardado esa plata en algún lugar secreto que olvidé.

Para ser una crisis terminal, estaba bastante tranquilo. Todo el tiempo estuvo al lado mío Lucas, entretenido por la comedia dramática mientras me ayudaba a buscar. Di vuelta toda la pieza y encontré la guita. Estaba en mi cosito de guardar remedios. Santo remedio. Bien, ya con dinero y algo más de autoestima, le pedí a Lucas que me pague el pasaje a Bremen. Pagado. Decido ir a dormir. Muevo unos cables del medio y aparece ella, reluciente y con carita de inocente. Mi tarjeta. Correcto. Los astros comienzan a alinearse. Y bueno, cualquiera se puede olvidar de comprar un vuelo, no?

Entonces viajo hasta el aeropuerto. Girona, es lejos. Hago la cola. Presento pasaporte y el tipo me mira raro. Veo su lista y aparece mi nombre dos veces. Me dice "señor, creo que compró su pasaje en más de una ocasión". No recuerdo si dije algo así como "sí, a veces me pasa". Y en un rato vuelo a Bremen. Dicen que hay buenas salchichas.

sábado, marzo 08, 2008

Claro

Liberando

me encadeno

sacudiendo

puedo parpadear

 

Porque aprendí

que límites no hay

hasta que aparecen

 

Porque esta rosa

te puede sonreir

sin que vos sonrías

 

Porque estuviste

y seguiste siendo

sin merecemientos

fuiste

 

Gracias

jueves, febrero 28, 2008

Kopfschmerzen

Quien me conoce, sabe que me duele la cabeza. Migraña, jaqueca. No es que tengo dolor de cabeza, sino que simplemente es parte de mí. Lo soy.

La primer migraña que, como debe ser, se me viene a la cabeza, fue a los 5 añitos. El diminuto Alancito, jugando y trepando en el patio abierto del Jardín Sarmiento, se tomo el marote, fue a ver a su progre maestro y algo dijo en tono quejoso. Y empezaron las épocas de Mejoralito y paños fríos en cabeza. Después la época en la que se vomitaba y ahí dolor intenso y al ratito alivio. Después o antes, la época dorada en la que una siesta lo curaba. En otra, muy muy breve, el baño de inmersión bastaba. Hasta que empecé a procesar proteínas y el Mejoralito y sus aliados de poco sirvieron. Y vino el Migral. Y las flores de Bach. Y acupuntura. Y el bendito Tetralgin, con todas sus maldiciones a cuestas. Y electroencefalogramas, oculista y tomografías computadas. Hasta la promesa que en la adolescencia el mostro se iba a desvanecer. Pero sobrevive, sobrevivo.

Me duele si duermo mucho y si duermo poco. Si como un montón o casi nada. Si corro mucho y si no corro nada. Si hace calor, si tomo poco, si me preocupo, si hago mucho y si no hago nada. Si uso mucho la compu, si estoy a mucha altura, si bajo a mucha profundidad. Si el barco se mueve, si muerdo fuerte de noche, si hace un frío de locos. Si me quieren mucho o si no me quieren nada. Y a veces pasan esas cosas y nada.

Ya soy el dolor de cabeza. Esta semana me dolió casi todos los días. Es una relación simbiótica que me asusta por lo fraternal. Pero algún día tal vez seamos dos y tomemos caminos distintos. Por ahora vamos por la vida, abrazados. Como los osos.

Hoy: poema

Mirada atenta

como preocupada

siempre cerca de la lágrima

y de la sonrisa enorme

 

Pasos rápidos y cortitos

como consternada

 

Abrazo fácil

Y erres que se arrastran

 

Y al final vuelve la abstracción

la simetría que vence al baile

el movimiento que se niega a descansar

la promesa del postre eterno

y siempre, pero siempre, un paso más

Para dónde, ni idea

domingo, febrero 24, 2008

Hoy: poema

Como un hachazo
nocturno pero furtivo
como un abrazo que rechazo
como sol que deprime
freno

Como una trompada lenta
como una despedida
y un nunca más
hasta mañana

Como una tortura
que de anual se hace diaria
como un miedo
a la nada
a unos párpados
a tu realidad tan ajena
a mis días pasados
y al cielo que no ceja

miércoles, febrero 20, 2008

Piazza

Photo 2A veces me pregunto por qué alguien se encierra a estudiar en una biblioteca, habiendo plazoletas con sol, palacetes, montañas, cielos perfectos, cipreses y veletas. Esta mañana me encerré en una. Son las doce y por suerte cambié de oficina.

Cuando tenga mi empresa quiero que todos los desarrolladores tengan laptops. Y una mañana linda, como esta, quiero que vayan a donde quieran, en grupo. Sentados en el piso, en un banco, con una red inalámbrica. Porque estar los lunes al sol no tiene por qué ser improductivo.

Limpito

Bus de Rieti a Roma, destino final aeropuerto. Estoy en la última fila de asientos. Varios asientos libres, unos cuantos. Justo adelante mío hay un tipo enchufado al iPod, con gorra, anteojos negros, campera, piernas cruzadas y bastante sueño. Duerme, tal vez rumbo al trabajo. Sube gente, otra se baja. Se sube una mina, tal vez menos de cincuenta o más de cuarenta. Pelo corto, gris, anteojos y con esa pizca de retención anal tan típica de estos pagos. Tiene varios asientos y elije el contiguo al dormilón. Al sentarse se llena del polvo que tiene impregnado el zapato de la pierna cruzada del fulano. Obvio. Más obvio imposible. Se levanta ofendida, mira fijo al chango, que no comprende y se saca los anteojos. Ella empieza a golpearse el pantalón para sacarse la tierra. Un minuto o menos de mirada de reprobación y se sienta en la fila de adelante. El tipo masculla algo en italiano y sigue durmiendo. La mina se sienta, vuelve a limpiarse sonoramente y no vuelve a mirar atrás. Rompepelotas se nace.

lunes, febrero 18, 2008

Tutto

No fue Carlos Saúl, sino los italianos. Todo lo hicieron, todo lo inventaron. La harina, el auto, la (in)tolerancia, el helicóptero, la pila, el buceo y el amor. Mirarse mucho el pupo es lindo, pero puede dar bastante tortícolis.

Azzurro

Photo 5 Hace 3 días que no veo una nube.

viernes, febrero 15, 2008

Matera

Matera es linda. Muy linda.
PD: La foto es mía

Mi oficina (ayer al menos)

Serie grandes inventos - Hoy: el calefón, segunda parte

En las casas viejas italianas (que son unas cuantas) hay que encender el sucutrule que calienta el agua entre 1 y 2 (UNA Y DOS) horas antes de querer bañarse. ¿Temperatura alcanzada? Tome la de un vaso hirviendo y divídala por cinco. Más bien fresquita diría yo. Dónde estarás ducheiro mío...

Curiosidades italianas

La mayoría de la gente tiene 2 celulares. Y les parece lo más normal del mundo. Dos.

miércoles, febrero 13, 2008

Civilización y barbarie

El viaje que estamos haciendo dura unas cinco horas. Hay dos conductores, que se van turnando. Claro.

Il vero vicio

Veo el Vesubio medio oculto entre nubes y atardeceres y me pregunto si no estaría bueno comprarme uno de esos pitutitos que te dejan tener acceso a internet usando la red celular y así poder estar conectado desde este bus desde el que escribo. Algo me dice que no, pero estoy seguro que sí.

Hoy: pérdida de vuelo

Y bueh, me perdí el vuelo nomás. Novedosa la forma al menos. Hice check-in con tiempo de sobra. Miré el pase de abordaje, identifiqué el numerito de la puerta y me fui directo a trabajar en la compu ahí lado. Ja, nada de andar cometiendo imprudencias! Relajado por la media hora que me separaba del inicio del embarque, le di derecho a la escritura. Hasta que sentí que ya había pasado más de un rato. Miré la hora y...zas. El vuelo acababa de salir. El número grande que vi era el de asiento. Y me fui al mostrador de Clickair y pregunté qué pasaba. Me miraron con cejas altas, pero ojos de comprensión. Pagué módicos 70 euros y conseguí un pasaje para las dos de la tarde. Son las 8 y media. El pasaje original costó 35 euros.

Pasé de nuevo el control de seguridad. Subí, bajé, pregunté y fui a la cinta 28 a buscar mi valija. Apareció, crucé aduana, hice check-in de nuevo y me vine acá afuerita, que esta fresco y eso me gusta. Cosas que pasan. Cosas que no me irritan. Por suerte, porque seguro que otro día reincido.

Sempre mobile

Yendo al aeropuerto. Una vez más. Me encanta, pero evidentemente esto me cansa un poco. Hoy: vuelo a Roma. Me encuentro con Camila en su universidad y mañana salimos para la infinitamente ignota Vila D'Agria para visitar a Doménico. La gente al lado mío en el bus no parece pasarla tan bien. Hay uno ahí laburando. Tostado, supera los 50, le da con ganas a la laptop. Se ve satisfecho, ese sí. Y yo, de nuevo en movimiento. Que me relaja y me concentra. Tal vez debería mudarme a una patineta.

lunes, febrero 11, 2008

Viento

Viento

Viento en cara

Brisa

La que me encanta

La fría

La celeste y que vuela

La que tirita y se va

 

Sol

Y sombra dura

Y humedades que no hay

Y ruidos que se exceden

Si vendrá

O si no también

El frío no es calor

Y por eso me acompaña calladito

 

Lo que viene después de aquello

Será nube o será luz

Hará frío y será ayer

Con atascos delicados

Sin texturas que admirar

Porque a veces no queda otra

Que caminar y no mirar

viernes, febrero 08, 2008

Hoy: teoría

Con dejar una remera, calzoncillo o similar que no esté demasiaaaado chivado al aire libre unos días es posible exprimirle uno o dos días más de uso sin recurrir al lavado. Un día se lo dije a alguien y me contestó un seco "No". Participe en la polémica. Opine. Si no tiene para la ropa, al menos lave sus culpas.

jueves, febrero 07, 2008

Marrakesh

Recién llegadito de Miami, puse pie en tierras marroquíes. Tierras secas, desérticas y muy pero muy acostumbradas al turismo. Una pequeña peleíta con taxistas y ya íbamos rumbo al Ibis Palmeraie. Transito tercermundista pero ordenado. Autos que respetan semáforos, calles con nombre, pocos embotellamientos y menos gritos. Me duran 48 horas las ganas de aprender a leer árabe: definitivamente no se parece tanto al hebreo como me imaginaba.

Entre fiaca y extravíos, llegamos de noche a Djamaa El Fna, la plaza central de Marrakesh. El acercamiento es entre tenebroso y tribal. Entran y sales multitudes, suenan tambores a lo lejos, la plaza humea, hay luces y guinches, gritos y cantos. Hay rondas, caras de sorpresa y alegría. Unas quince rondas, con algún mago, cuentacuentos, músico o malabarista en el medio. No entiendo ni medio lo que dicen y hacen, pero me gusta el ambiente. Y me repito que el día que tenga un zoom grande o menos vergüenza voy a hacer una serie de fotos de  retratos de espectadores: de fútbol y de magos, contentos y amargados.

Y en Marrakesh nos quedamos unos días más. A puro mercado, compras y regateos. A puro vendedor políglota. A pura callejuela, cous cous, sombras y niebla.

miércoles, febrero 06, 2008

Wolfi

De las pocas cosas perfectas de este mundo:

martes, enero 29, 2008

Ticosfóbicos

Que algún amigo tico me explique esta nota en rojo.

Haga patria, lleve la mochila al súper

not-a-plastic-bag400a072707 Los que me conocen saben que siempre que puedo rechazo la bolsita cuando compro algo. Se siente como un calorcito de estufa acá adentro cuando millones de moscas hacen lo que una viene predicando.

Hoy: Poema

Escribo, tecleo, recorto

Sobre ese círculo

Que en verdad son dos y tienen alma

Que se fruncen, pero hacia el centro

Que miran con ganas

Que hablan y hablan

Que tienen marco y no hace falta

 

Porque el blanco es tu blanco

Porque la bruma es tu bruma

Porque de repente sos

Porque nunca más iba a haber

Al menos no ayer

Porque hubo

Porque tal vez haya

 

Por saltar

Agradecer

Gruñir, comer y dejar comer

Por la infinidad entre tanta finitud

Por la profundidad de la superficie sincera

Por la música

Por ser música

Por eso

lunes, enero 28, 2008

Chiquito

viking-photos_5492 Todos los grupos humanos tienen algo de comedia. En nuestra casa de Freiburg está Bill. Canadiense, nieto de osos, barba, mirada de pirata bonachón, andar pesado sin culpas. Bill entró a la cocina el día que llegué. Con el iPod acaparando sus oídos, saludó a los azulejos con un buen día digno de barítono jubilado. Y se encerró en el baño. Y nos olvidamos que Bill existía. Y una hora después, salió Bill. Sí, con el iPod. Simpático Bill.

Otra mañana abrí la heladera con ganas de jugo. Ví uno de naranja y lo agarré de lo más motivado. Estaba un poco vacío. Desconfianza. Lo abrí y serví en un vaso. Para las desgracias un segundo es una eternidad. Salió un poquito de jugo y de repente, el horror: una baba inmunda y amarillenta, brillosa y con cara de gusano infernal saltó, pero quedó colgando del endemoniado tetra-brik. Me quedé mirando a la especie de crema pastelera repugnante como hipnotizado, envase en mano. No sabía que podía sentirse tanto asco junto. Cerré los ojos y de un sólo saltó tiré con bronca el maldito intento de jugo al tacho de residuos orgánicos. Porque sí, juro que esa cosa estaba viva. Me cuentan que cuando Bill se fue a Canadá para Navidad dejó la heladera regada de regalos sin dueño. El horror.

Y de repente desapareció Bill. Nadie sabía dónde estaba. Pasó una semana y un día volvió. Alguien le preguntó qué había hecho, dónde había estado. Estuve en el bosque, dijo Bill; durmiendo en la nieve, porque no quería ver gente. Carpa dijo que no le hizo falta. Y Bill volvió a clases, porque a Freiburg vino a estudiar. Y alguien estuvo con él en una clase de filosofía. Y vio a Bill apoyar la cabeza sobre el pupitre durante toda la clase. Y al otro día yo estaba lavando los platos. Bill pasó al lado mío y se metió en el baño. Salió y me dio una palmada pesada en el hombro. Me miró con una sonrisa sincera, me dio la mano y salió de la cocina tambaleando. Ahora estoy en el avión. Lo voy a extrañar.  O tal vez simplemente lo olvide.