martes, diciembre 15, 2009

Difícil

Lo más difícil es lo que sigue. Lo más difícil es no dar por sentado cada paso. Lo más difícil es ser arriesgado fuera de los sueños. Lo más difícil es despertar y ver que aquí y ahora zumban moscas y las sábanas huelen.


Tal vez no haya cosas fáciles. Tal vez todo es fácil. Tal vez pueda despertar sin sentir que vivir es casi imposible. Tal vez mañana. Tal vez pasado.

miércoles, noviembre 18, 2009

Entre manos

Acaba de ocurrir algo hermoso. Digamos algo lindo. O algo trivial, pero que me hizo feliz. Y ahora, ahora qué. Un poco de náusea, un poco de mareo y otro poco de incomodidad. Culpa, vergüenza y hasta asco. Sí, asco. Como rechazo. Y encima sé que hace tan solo un instante lo disfruté y eso me suma al asco, a lo reprobable.
Es raro, tal vez un poco distintivo. Es un no nací para esas cosas, es un a mí me hacen mal. Es un poco también que el mundo se viene abajo. Son vientos tórridos y fétidos que, horror, me están tomando por sorpresa.
Es un sello distintivo. Es de mañana y el mundo, mi mundo, los mundos son raros, ajenos y siniestros. Qué hago yo acá. El amigo se torna cuchillo, la sonrisa venganza. Huir, desaparecer, arrepentirse. Es la danza del viento de cambio para que todo siga igual. Es, vaya sorpresa, un poco de miedo.

sábado, noviembre 07, 2009

Tiempos

La flor no solo marchitó. Murió. Tiempo hace. Y sin embargo la sigo honrando. Su recuerdo, su imagen, de perfectos contornos y aroma. Sigo ritos que yo mismo inventé. Y elevo plegarias y sigo preceptos y nada. Ni cruzamos el Nilo ni vendrá el Mesías. Es el mundo, es la vida, murió y es hora de plantar una nueva flor. Nueva, que tenga aroma y color. Que vibre al son de la brisa fresca de una mañana tan real como celeste. La gente también muere, pero antes mueren las flores. Y por eso plantamos, disfrutamos y volvemos a plantar. Una vez y otra. Y otra vez. Y otra y otra. Y otra vez. Una vez por flor, tantas veces en la vida.

miércoles, octubre 28, 2009

Pedal

Hay creencias, paradigmas, teorías, incluso leyes. Las hay propias, ajenas y, aparentemente, humanas. Y en mi mundo hay una de tantas y es espiralada. Ciertos fenómenos, ciertas rutas, ciertos destinos, que a la vez son ciertos y tormentosos, se sabe cómo empiezan y cómo terminan, y sobre todo la velocidad a la que se arriba al negro destino. Y sin embargo, todo paradigma puede ponerse en duda. Solamente hacer la pregunta en el aire: ¿Será cierto? ¿Es universal? ¿Lo perpetúo o simplemente soy su objeto? Y entonces lo mejor es probar, ponerlo en duda, jugar al empirismo como se jugaba con castillos y arena, que no siempre se caían ni mojaban.
Tal vez ese arranque sea solo un suspiro. Tal vez sea arranque, pero exista el freno o el mero desvío. Tal vez hay un tal vez y un esta vez no tanto. No es solo futurología o determinismo lo que está en juego, sino una creencia casi pagana. Tal vez hoy no caiga en un pozo depresivo. Tal vez y eso pone el sur en el norte. Tal vez.

martes, octubre 27, 2009

Rotas cadenas

Cantar victoria suele ser cantar derrota, por lo que la oda quedará para otro lustro. Durante estas últimas semanas, angustias repetidas, matutinas y razonablemente irracionales poblaron un horizonte más bien neblinoso. Algún llanto, mucho miedo, menos alegrías. Y sin embargo, un sol. Un brote de vida, una flor que emerge entre el musgo y la piedra añeja. Hace semanas que prácticamente no tengo migrañas. Y no es ni un milagro ni una maldición, sino más bien un aprendizaje. Entendí, creo, hoy, por ahora, a nivel semiconsciente y con bastante éxito, qué pasa en mi mente y cuerpo cuando la jaqueca está a punto de ver la luz del día. Y de ahí a la acción preventiva de relajación y cambio de tema mental solo hay un paso.
Alarmas previas y ese tal vez ese sea el secreto. Para no llenarme a la hora de comer parrillada. Para no estar en internet hasta que explotan ojos y mente por igual. Para no dictar curso, responder preguntas, comer sanguchitos y siempre sin ese entendimiento. Porque el propio entendimiento, la propia detección del síntoma temprano, es parte de la solución.
Cuerpo, creo que es el comienzo de una gran amistad.

lunes, octubre 26, 2009

Todo lo bello se desvanece en el aire

La tendencia es clara y a la baja. Lo bello, lo hermoso, lo feliz tiene átomos y sobre todo electrones, al menos en mi universo. Lo duro, el dolor, lo que cierra la garganta es newtoniano. Tiene masa y qué fácil es cocinarla. Lo bello, lo hermoso, lo feliz es una barca, no sólo frágil sino atada al muelle con un hilo que de grueso no tiene nada. Recordarlo, analizarlo, disfrutarlo es tirar de ese hilo. Romperlo, perdiendo barca y condenándola a sucumbir en ese mar, que de tan embravecido parece noche cerrada y casi sin estrellas.
Hoy no juego ni con palabras ni a las escondidas. Ni me sale ni es el día. Aunque cueste abro los ojos, que total no hay sol que queme mil pupilas. O al menos eso escuché por ahí.

Veloz

No como el viento sino más bien como la lagartija. Zigzagueando, nervioso, hasta sin destino. Expuesto al sablazo del primer pisotón. Frágil frente a un mundo de humanos con pies y zapatos. Sin memoria y sin planes. A lo sumo un manojo de nervios y espasmos.
O a veces como el ciervo y el cazador. Ambos, que un poco también es ninguno. Presente y futuro, que se entremezclan al comienzo con puntería y gracia. Pero la danza se hace angustia y reflectores que congelan. Es el futuro, es la ilusión, es el plan, que no resistirá contacto con el enemigo, pero qué importa.
Y bailo, bailo, bailo. Entre energías, derroches y mareos, bailo. Sin rumbo, sin sonrisas, con público sagaz y mundano, bailo. Y las torceduras se acumulan, se resienten, se entienden, tal vez. Y los aplausos, qué aplausos. Huecos, retumban y resuenan a la distancia. Se agolpan y crecen y explotan como burbujas, como brisas, como una carcajada.
Qué es pensar sino desarmar y recordar. Qué es lavar y anular sino patinar sin ruedas hacia un arco iris que, claro, está más lejos que cerca. Qué será caminar. Qué será descansar. Esto no. O tal vez un poco, un poco sí.

lunes, octubre 05, 2009

Elogio de la crítica

Construye, siempre. Da perspectiva, datos, confianza, transparencia. Es esperable. Colabora y, sobre todo, no implica desamor. Mucho menos indiferencia. Es preocupación, equipo y esperanza.


Pateás mal. Estás encorvado. No soportás las críticas. Sos tímido, aburrido, repetitivo, rebuscado. Caprichoso, egoista, cerrado, intolerante. Sabés poco del tema. Siempre cansado, obsesivo, desprolijo. Hipocondríaco, ansioso, miedoso. Distraído, fanático y perfeccionista. Y lo peor: cosas que todavía no sabés.


La crítica puede ser errónea. Puede no ser compartida por otros. Casi nunca es ofensiva, hiriente. Y sobre todo, lo que más importa: la mitad de su impacto reside en el receptor. Se la puede ignorar. También magnificar e incluso resentir.


Refutar es morir un poco. Oda a la crítica. Que viva. Qué vida.



martes, septiembre 08, 2009

Elogio de la semejanza

Gris, blanco, negro, chato, puro, terrible. Igualdad, mediocridad. Y sin embargo algo cálido y sutil sucede al asemejarse. Como un abrazo multitudinario. Como una tranquilidad necesaria. Como el fin de un camino sin rumbo. Yo también y qué. Abrazo y me abrazan. Me equivoco y me comprenden. Comprendo, hablo y escucho. Comunico, tal vez.


Me cuesta y mucho. Hay algo despreciable en la semejanza, en mi imagen de la semejanza, en la ilusión perenne de escapar del grupo, de no formar parte. Trato de girar mi mundo y de nuevo lo horizontal se gira y se desploma.


Busco, sigo buscando. Recuerdos, tal vez. Dar todo por el equipo y de nuevo la gravedad. Ser quien más da por el equipo. Tal vez el elogio radique en el olvido, en la verdadera relajación, en el perro que es manada y, contento, puede enjuagarse la boca de vida y calle.


Semejante no es sumiso. Semejante escapa al miedo y a la euforia. Semejante es triunfos que de tan diluidos no afectan la estabilidad ni en la derrota. Semejante es amistad, no réplica. Era tan obvio. Seguramente no lo sea. Semejante es que nada es obvio y todo es práctica. Junto a ella, junto a ellos. Juntos, por fin.

sábado, septiembre 05, 2009

Golpes

Pego. Te pego. Me pego. No pego. Puños, cerrados, nulos, violentos, fútiles. Violencia, pasividad, miedo, agresivo, locura no es lo que parece. Contención a veces es represión. Jugos ácidos, corrosivos, que carcomen y no dejan comer. Que gritan en una implosión que no alcanza siquiera lo doloroso. Si pego porque pego, si no grito porque no grito. Estoy ahí, apenas detrás de la cortina. O envuelto. Y es opaca o es de tul. Y se mueve agitada de tanto llanto furioso contenido. Llanto de dolor o de risa y hasta a veces de emoción. Furibundo el hoy no es muerte mañana. No lo es. Realidad no es sueño, no es fantasía. Fantasía es locura enfermiza. Realidad, cordura, golpes, golpes, golpes y gritos.

miércoles, agosto 26, 2009

Tonos

Hoy y antes también. Aire calentito, no tan frío. Garganta minúscula, panza revuelta, ojos ceñidos. Voces, siempre las voces. Peor si son masculinas. Piden, demandan. Incisivas, casi violentas. Ansiosas, caprichosas, impredeciblemente rigurosas. Y las miradas. Penetrantes. De odio, aunque casi nunca. Cada tanto tristes, melancólicas. Fijas y de pupilas diminutas y acusadoras. Y la medicina, siempre la medicina. Cual escudero minusválido y maloliente. Fácil, adictiva, novedosa. Y el calor, que transpira, ahoga, encierra. Y el encierro, siempre el encierro.


Y a veces el salto, la velocidad. Los sufijos que magnifican y el mundo que se hace frenético y sobre todo diminuto. Y los ojos y la voces, como por la ventanilla, ni se escuchan ni se distinguen. Son murmullo y por ende tolerables. Dan risa, carcajadas. La charla es texto y el entusiasmo hace el resto. Pero el efecto se va perdiendo y las palabras comienzan a tomar cuerpo y volumen. Y solo queda acelerar, si es posible sin chocar.
Ese mundo es inestable, falto de equilibrio por definición. Las curvas son sin freno y el triunfo perenne. Atacan por doquier, los amigos son sombras asesinas y el padre y sus miedos una compañía dudosa. Los otros. Son mejores y ahora qué. Se acaba el combustible, tengo sueño y la carrera terminó pero el campeonato sigue.


Y ahora la creación. Será, existirá. Pasto. Cansancio a la mañana, pero tal vez yoga. O tal vez no. Puteadas por tener que levantarme. Fuerza, no necesariamente titánica. Voy, agarro el bolsito y rumbo al avión. Y llego y al hotel. Sin mucha vuelta. Lindo lugar. Creo que ya estuve. Y al salón. Buenos días, buenos días. Y hablo, lo menos serio posible. Nervioso, claro. Y escucho risitas, pero no tantas. Y miro alrededor y hay miradas serias, relajadas y enojadas. Y cada uno de esos seres es un mundo y a mi qué. Y tal vez sea eso.


Estoy perdido. Tengo miedo. Quiero llorar.

miércoles, agosto 19, 2009

Es él


Algo hay que decir. Sobre su córnea o su forma de bailar. Muta, muta, muta. Hasta que es obvio que va a mutar. Es obvio que no va a ser obvio. Y de vuelta la niebla. Y al refugio blancuzco, casi gris. Mirada torva. O mejor aún, vidriada. O vacía, o tal vez hoy sea de esperanza. Nadie sabe y esa sorpresa ya es medio y mensaje.


El juego dura mientras haya variables. Y las variables se inventan, se unen, se separan, se categorizan, se invierten, se niegan y se pueden cantar a capella. Y el juego sobrevive porque permite sobrevivir. Salirse de la niebla, aún a riesgo de convertirse en niebla. El juego es todo. Será primero, será único o será que eso es ser. Y a veces la opción es no ser. Tal vez para ganar en soledad. Para que la sorpresa sea náusea. Y la náusea sorpresa.


El malestar es, por definición, inasible. Sea físico, sea espiritual. Si lo agarran, se escurre. Es el juego, idiota. El juego al que siempre se gana. O al que al menos nunca se pierde, porque simplemente se lo cambia por otro.

martes, agosto 18, 2009

Se apaga, se enciende, se apaga

Como si nada pasara. Es bueno, malo, estéril, confuso, novedoso, tranquilo, rebelde y nocturno. Solitario. Con ganas de hacer, pero otro día. Planes, tal vez. Serán pastillas, serán cambios, será.

miércoles, agosto 12, 2009

Comunica, que no es poco


Recién llego al edificio y me recibe Néstor con un simple y cálido buen día. Néstor es de seguridad y se aprendió mi nombre en seguida. Me mira a los ojos cuando me habla, sonríe apenitas y edifica, piedrita a piedrita, un vínculo. Me pregunta cómo ando. Bien, bien, Néstor. Y de repente considero la idea de salirme por un instante de mi gruta ermitaña. Y susurro un "¿y vos, Néstor?" por una hendija maloliente y de lo más gélida.


El otro día estaba en la puerta de un edificio. Un edificio que está al lado de una escuela. Padres esperando niños y niños esperando niños. Y, entre jugueteos y trotecitos, una nena de unos ocho años se frena delante mío, me mira y sonríe. Yo me debato. Intento y encuentro mucho músculo entumecido. Y anatematizo. Y la nena se da vuelta, menos triste que aburrida. Y se va.


No creo que sea el terror a la desnudez. Ni el latente desamparo. Ni siquiera la pasión wagneriana por la épica nórdica. Alguien de barba y sin anteojos dijo una vez que era pura exaltación e incluso gloria. Y sin embargo el mise en scène no es más que un subrayado. Que no queden dudas. Que a nadie se le ocurra siquiera reconsiderar su juicio. Ni él, ni ella, ni aquellos de más allá. No, no y no. No me pidan. No me pido. No se puede. Las palabras no bastan, pienso yo. Y actúo. En consecuencia. Ilumino, escribo, visto y dirijo. Aterrorizo. Evito sorpresas. Descanso. En la gruta. Sano. Salvo. Solo. Por fin.

viernes, agosto 07, 2009

Calipso


De lo concreto se abstrae. Claro. Pero lo concreto, lo real, lo actual, la parte, el objeto, el aroma, la brisa, el susurro, la remera tirada y el vaso sucio siguen ahí mientras la abstracción y el plan toman forma en el éter. Rechazo el nimio hoy y fugo hacia la búsqueda del patrón. Elevo, porque en la superficie huele feo. Huele a sudor y cotidianidad
Una vez, creo que en tercer grado, levanté la mano y respondí una pregunta. O tal vez era quinto. Creo que era algo de historia. La cosa es que Martín Efron se levantó y, ofuscado, dijo que yo siempre buscaba una forma difícil de decir las cosas. Me le enojé y negué rotundamente. Y por adentro un nene todavía más chiquito se reía, un poquito de vergüenza y otro tanto de puro sabiondo, petulante y picarón.


Ya nadie remolca mi frágil barca, que no es ni esquife ni galeón. Y ahora me emborracho de tan sólo timonear. Me emborracho para no recordar. Recordar que hoy es hoy y debo comer. Y que para comer debo pescar. Y que para pescar debo sudar y perseverar y ver almuerzos que nunca almorzaré pasar. Y descamar y oler y fritar. Y prefiero soñar. Planear. Por los cielos. Desde los cielos.


Concretizar es morir un poco. Es sucumbir a las demoníacas asperezas de este asfalto que no deja de frenar. Y sin embargo plasmo, pero sólo con la fineza y el horror del asesino que se sabe hiel. Generalizo porque duele la heterogeneidad. Porque si vale para uno, vale para N. Porque si no debo detenerme a escuchar, repensar, frenar. Y no hay tiempo que perder. Porque el camino hacia la fama es largo y empinado. Y tengo una ganas de echarme a dormir...

domingo, mayo 10, 2009

Nubes

Es levantarse


una vez


otra


y otra


Es caerse


sin viento


es temblar


sólo por dentro


Es domingo


cada día


y lunes


cada infierno


Es un túnel


vertical,


angosto


y sin pared alguna


Es otra vez lo mismo


otra


de nuevo


caer


sin red


sólo


sin red


con brazos


pero sin red



jueves, abril 09, 2009

Un país en sintonía

Qué lindo es el fútbol. Agarré el diario recién. Parece que el MAS (i.e. el partido de Evo Morales) quiere ser hegemónico, usa métodos clientelistas y no establece reglas claras de juego, lo que ahuyenta a los inversores y crea un clima enrarecido de negocios. Sin embargo, la crisis mundial se le vino encima y nada pudo hacer su líder con su carisma para evitar que la misma afecte al país. Al parecer el no contar con un plan serio y a largo plazo, sumado a los violentos rencores, casi personales, que mantienen sus líderes con la oposición, les impidió buscar los consensos necesarios para encarar el difícil momento tal y como el país lo necesitaba. Por suerte la gente de escasos recursos está empezando a darse cuenta que en su momento les vendieron espejitos de colores y que lo que realmente necesita Bolivia es una democracia genuina y verdadero respeto por las instituciones. Qué cosa con los que mueven al menos un cachito el avispero...todos la misma basura, viejo, todos.

Aeropuerto

Estoy en el aeropuerto de Cochabamba. Son las siete menos cuarto de la mañana y, como no desayuné, fui a lo más parecido a un drugstore que acá dentro. Miré en la heladera y me dije: "hora de un yogurcito bebible". Agarré mi botellita y recordando sabias palabras de mi madre desconfié de la cadena de frío. "Esto es un aeropuerto", pensé. "Público internacional, estándares internacionales". De repente, una epifanía: decidí mirar el vencimiento. Vencido hace cinco días. Cinco. 5. CINCO. Un yogurt. Con la botella en la mano me di media vuelta, miré a la viejita que atiende el local y le conté, entre apesadumbrado y ofuscado, la mala nueva. La vieja, siempre mirándome a los ojos, me dijo que sí, que estaba vencido, que era una pena. Se lo di en la mano. Dijo algo así como uy, qué macana, qué mal, qué cosa esta vida. Me fui. No sé qué hizo con la botella. Tengo hambre. O sed. Creo que voy a por una Gatorade.

viernes, abril 03, 2009

Cientos

Una vez de chico estaba de vacaciones en Mendoza. Estábamos andando a caballo los cuatro. Me acuerdo que mi papá me había explicado, tal vez varios años antes, que el hombre era el único animal que pisaba dos veces la misma piedra. Yo le tenía un poco de miedo a los caballos. Tal vez era la primera vez que andaba a caballo. O la segunda. Veníamos como por un barranco para principiantes y de repente mi caballo pisó una piedra. Zas, me dije. Algo falló. O papá se equivocó o el caballo estaba en las últimas o nunca había hecho ese camino. Ninguna de las tres me dejó tranquilo. Y seguí nervioso el resto de la excursión.


La cosa es que soy persona y como tal me equivoco. Seguido y de formas similares. Y eso no parece ponerme tan nervioso. En la primaria tenía pruebas. No me acuerdo mucho de las pruebas. Apenas tengo unas imágenes en la memoria. Terminando, entre feliz, nervioso y exultante, un examen de geografía sobre las Islas Malvinas en solo 15 minutos. Yéndome erguido al patio a buscar juegos para ermitaños y escuchando a mi maestra avisarme que había hecho solo la mitad de la prueba, que la hoja seguía al otro lado. O tal vez nervioso, achicharrado, orgulloso de estar reproduciendo algo parecido a eso que al parecer hacía mi mamá en los buenos viejos tiempos. En el patio, muerto de miedo y todavía tratando de digerir el té con leche, con mi única hoja de apunte. Avellaneda, que no era lo mismo que Mitre. Sarmiento. Tal vez Urquiza, pero no me suena. Un miedo de locos. Y seguro que me fue bien, pero de eso no me acuerdo. Y ese es el punto.


Y vino la secundaria. Primer año. Mi primer gran crisis. Miedo y más miedo. Mi papá venía hasta Almagro a almorzar conmigo. Lloraba en casa. Me golpeaba la cabeza contra la pared. Temblaba de miedo. Lloraba. Mucho. Un lugar enorme, desconocido, lleno de gente. Historia, matemática, lengua. Toda gente muy inteligente, locuaz. Yo haciendo lo que podía. Y el miedo un poco se iba cuando me ponía a pensar. Y de repente llegaron las primeras pruebas. Mucho no me las acuerdo. Sí me acuerdo del primer boletín. Creo que tuve como ocho o nueve 10. Indignante. Y los años se sucedieron. Trimestre tras de trimestre. En cada trimestre, si mal no recuerdo, había dos pruebas. O una tal vez. O sea, un montón de pruebas. Y en cada una, sea de lo que sea la prueba, mis nervios se trituraban. Historia Judía, Natación, Biología. Esta vez me iban a reventar. Leía, leía, leía. Y todos en la división venían a preguntarme. Y siempre, siempre, siempre me iba bien. Y así terminó la secundaria.


Y vino la universidad. Y esta vez, estaba seguro, iba a ser malo malo. Acá estaba rodeado de gente que sabía muchas cosas. Gente que sabía manejar sus nervios. Y yo no lo iba a lograr. Y llegaron los primeros parciales. Del CBC. Y estudié. Y sufrí. Mucho. Me acuerdo de las sesiones en terapia. Sufriendo. Casi llorando. Implorando. Que esta vez me vaya bien. Este profesor me odiaba. Esta vez no había entendido bien. Ese día estaba poco concentrado. Me dolía un poco la cabeza. Hacía demasiado calor. Había comido pesado. Esa vez me iba a ir muy mal. Y sufría. Mucho. Mi estómago se comprimía. El suspenso me mataba. Hasta que me daban la hoja con las consignas los nervios masticaban mi esófago. Así, crudo, como vino al mundo. Y de repente, el milagro. Me daban la hoja y la leía. Todas las consignas. Eran fáciles. Se habían equivocado, pero me iba a aprovechar. Ja. Eran fáciles. Era mi día de suerte. Empezaba a escribir. Mucho. Hasta que me dolía la mano. Y estaba nervioso hasta la entrega de notas. Bastante. Me había ido mal a pesar de que era fácil. No había aprovechado la oportunidad. Estaba poco concentrado. Tuve fiaca. Mea culpa. Redacté de forma confusa. Me salteé pasos en la demostración. No leí toda la consigna. Siempre igual. Mentira, nunca me había pasado eso. O tal vez alguna vez. Pero siempre es nunca y nunca es siempre y mi estómago se hacía bolita. Y me daban la nota. Y otra vez diez. Y me olvidaba. Cabeza fresca. Vamos a comer algo. Nunca una lección aprendida. Nunca. Nunca.


Hoy llegué con lo justo al aeropuerto. Por diez minutos. Mañana doy un curso. Estoy muy nervioso. Seguro sale mal. Como siempre. Como nunca.



jueves, marzo 05, 2009

Piove, governo ladro

Hoy estaba en el subte. Scalabrini Ortiz. Canning para los amigos. Me subo y no arranca. Uno, dos, cinco minutos. Impaciencia en el vagón. Casi mediodía: importante cantidad de pasajeros de edad mediana o superior. Los miro, los escruto. Y un viejo de boina rompe el silencio. "En 1920...", comienza. Veo el bolso que lleva. Algo sobre un congreso de investigadores escrito en francés. Intuyo un interesante comentario progre. "En 1920...cuando asumió Mussolini...la cosa estaba así de mal". Caramba, este muchacho no debe ir seguido a Aldo Bonzi. "Así que en cualquier momento acá aparece un Mussolini. Esperemos que sea uno de los buenos, como allá". "¡Eso, eso!", le festeja su vecina de arrugas varias. La de enfrente pregunta: "Pero nosotros...¿Nunca tuvimos un gobierno bueno bueno?". "Claro", contesta el viejo. "Frondizi", dice con claridad. "¡Está muerto!", contesta una octogenaria que se agarraba de una baranda. "El otro que fue bueno bueno fue Aramburu", aclara el viejo de la boina. "¡A ese lo mataron!", se enorgullece la señora de la baranda. "Por ser un señor", aclara el viejo. "Seguro que esto lo hizo Moyano", piensa en voz alta su partenaire. Y sigue sola: "Acá lo que hace falta es empezar a cortar cabezas. Habría que matarlos a esos...¡A todos!". Y en un tutti conmovedor y cristiano casi todos concuerdan, elevando la voz cual coro celestial: "ay...es que es un país tan hermoso, con tantas posibilidades...lástima que lo arruinan."
"Señores pasajeros, les comunicamos que la línea D prestará servicio únicamente hasta Plaza Italia por un accidente en la estación Palermo". Haga patria, odie al gobierno. Y me levanté y me fui...resoplando.

miércoles, marzo 04, 2009

Río

Llueve. Bastante. Puse a Bach tocado por Glenn Gould. Y la mañana fluye. Como gotas que caen, una detrás de la otra. Bach es simple y complejo. Son notas nomás, que caen. Una detrás de la otra. Como lágrimas. Como las tuyas. Como las mías.



domingo, marzo 01, 2009

Zap Zap

Descubrí que hago el equivalente del zapping con internet. No me gusta y trato de evitarlo.

lunes, febrero 23, 2009

jueves, febrero 19, 2009

Inicios

Me duele la cabeza. Está amaneciendo. Vero duerme al lado mío. Suena el tren de fondo. Y no tengo mejor idea que ponerme a escribir algo. Otra vez.


Volver tal vez no sea más que seguir avanzando. Así que seguimos siguiendo. La cosa avanza. Creo. Probemos.