martes, enero 30, 2007

Capitán de sal y right breakers

Y a rememorar se ha dicho. Fin de semana pasado no, el otro. Lo que se dice una escapadita refrescante con sal a gusto. El César y yo nos montamos en el bólido amarronado y setentoso del susodicho y tempranito la mondiale empezamos a comernos kilómetros a lo loco el sábado tempranito. Espera breve en el peaje y el César propone comprar mango, que no es mango y sí lo es. Porque resulta que si el mango uno se lo come aún verde acá se lo llama mango y se lo come con sal y limón y sí que sabe a indigestión. Y claro está, madurito el amigo le cambiamos el género y a pura delicadeza lo bautizamos manga.
Sigue el viaje, a vista de antiojo de sol y vientito de lo más tetmplado. Y llegamos al famoso Jacó, que de tanta mala fama que le hicieron resulta que está bastante bonito. Entramos al primer local que aparece de surf: las clases carísimas, pero compramos unos bifecitos en bolsita hecho a la sal que mamita querida. Seguimos averiguando, sin mucho regateo pero con deflación a la vista. De 65 pasamos a 40 y por fin un amigo que se juega la vida y nos hace precio: vamos con 35 y descuento en el alquiler de tabla a posteriori. Apretón de manos y a almorzar se ha dicho. La dormida, de puro chetos, la hacemos en los suburbios: Playa Hermosa, que hace honor a su nombre con rompientes anchas como la noche.
Almuerzo a pura velocidad, queso, tomate y camarones. Mala elección la pizza a las apuradas. Mastica despacio que estoy apurado, me dijo mi pancita y yo que sin subtítulos no le entiendo ni jota. A las corridas llegamos a la playa y le dimos a la clase. Digamos que para ser un principiante ya estoy bastante avanzado: cuando el amigo me da la vuelta y me empuja a puro triceps en el momento justo, zas, me paro y le doy, mal que mal, hasta la orilla y con mirada de estadista. Así que decidí subir un escaloncito hacia la fama y le pedí al profe que me enseñe a darme vuelta. Entre el sol, los desafíos y las olas que te cachetean se conjuraron y conjugaron un dolor de cabeza que casi me noquea. Tiempo muerto y a descansar en la playita. Mañana iba a ser otro día y lo fue nomás.
Pero antes del día viene la noche y que te pumba María que te pumba. Un surfer no es surfer sin el tercer tiempo que viene sin que haya segundo, así que enfilamos esa noche hacia el puro Jacó. Uy mirá ese bar que lleno. Lleguémosle pues. Y entramos al Beatle Bar por la puerta grande que no tiene porque es puro abierto y ni ventanas le pusieron, porque estamos en la playa, joder. Una cerveza, por favor, dice el César y yo me siento a analizar el panorama. Qué de chicas ticas y de ropas ligeras. Y qué de gringo canoso y con camisa floriada. Sumo dos más dos y me doy cuenta que acabamos de entrar al primer burdel a cielo abierto que ha conocido la humanidad. Es un bar, pero no tanto. No hay ticos, no hay gringas. César termina su cerveza y decidimos, a pura convencionalidad, darle nomás de regreso a casa.
Pero nada termina hasta que termina y la cosa sigue, aunque más no sea un rato más. En la habitación hacía un calor de locos. Denso el aire y el ventilador de techo, nos damos cuenta, da vueltitas, pero no sopla ni una briza. El César parece que de esto entiende: frenamos al bicho, lo mira con detenimiento y concluye, iluminado, que las aspas no tienen chanfle alguno. Me subo a una silla y entro a descuartizar a cada una de las cuatro paletitas. Le doy, le doy, le doy y al final algo torcí la cosa. Encendemos y, sí señor, que airecito lindo. Y a dormir, que mañana sigue la cosa.
Y siguió con alquiler de tablas. Pero el bólido no tiene portaequipajes. Nada nos frena. Ponemos unas remeras sobre el techo, ahí las tablas y, por fin, arriba de todo, una toalla agarrada a las puertas traseras. A los tumbos, pero llegamos tablas en mano al mar. Practicar sin el profe no es lo mismo, pero por lo menos aprendo a darme vuelta casi sin problemas. Y de yapa, vemos un atardecer perfecto sentados en la tabla y entre olas a temperatura ambiente.
Termina, parece, pero no. Lleno de sal y arena, me acuerdo haber visto en el centro un cartelito de "se alquila baño". Buenas buenas y entramos a la casa, que es, básicamente eso: una casa de familia que decidió alquilar unos baños que tiene en el jardín. Caramba, no hay lamparita alguna a la vista: nos dicen que nunca reciben gente de noche y eso que en estas tierras la noche aparece siempre antes de las seis. Así que me duché a pura noche. Al fin y al cabo todo estaba donde suele estar y, si el olfato no me falla, terminé limpito de todos modos. Fin del fin de semana. No sé la mens, pero el córpore se siente mucho más sano.

Vida nueva

Hoy me desperté a las 6. Dormí boca arriba y/o de costado. Hice unas 20 flexiones de brazos. Y lo principal: entro al trabajo ocho y media. O sea, salgo a horas decentes. El sol se asoma. El pastor ha muerto, viva el pastor.

viernes, enero 19, 2007

Dolorcito y dolorsón

Soy un as para generar dolores corporales. Sin razón alguna, hoy me empezó a doler un montón el talón izquierdo.

miércoles, enero 17, 2007

Serie: grandes diálogos - hoy: en el videoclub

- Hola, qué tal. Quería alquilar El Padrino
- Cómo no. ¿Cómo se escribe?
- Esteee....con...P
- A ver...El Padrino...(ruido de teclado)...no, no figura...¿Cómo es el nombre en inglés?
- The Godfather
- (ruido de teclado)...¿Parte 1, 2 o 3?
- 1 por favor
- Con mucho gusto

martes, enero 16, 2007

Otro tubo, y van

Y sigo nomás con el racconto de aquellos viajes felices de fin de año. Llegó el fin de Guachipelín, pero antes a tirarse por el Río Negro con la asentaderas tambaleando sobre una cubierta de tractor maquillada para la ocasión. Cabalgata montando un potrillo automatizado que ni trota ni piensa y llegamos a la salida del tírese-por-el-río. Hop, un saltito, y ya estoy flotando. Fresquita el agua, pero afuera hace un calor de locos. Flota que te flota, nos vamos deslizando río abajo y se viene el primer rápido. Fffffzuimmmm, pahkkkktttttrrrrr, pshhhhhhh, emoción, vuelco y de repente estoy flotando con la cubierta sobre la cabeza y la noción de tiempo y espacio bien gracias. Me vuelvo a subir y a mí este río no me gana. Más rápidos y nuevas onomatopeyas. Y mejor no me olvido de la roca esa que se me incrustó en...ahí. Pshhhhhh, ffffffzzzzuimmm y cayendo entre rápidos concluyo que lo mio es el agua. Y de repente, se acabó el tubing. Y a manejar rumbo a la playa. Pacífico, no te inquietes que acá vienen los Cyment.

A renovar la suscripciones!

Lectores, amigos, amigos lectores y lectores amigos: es oficial la extensión de este blog (y por ende mi estadía en tierras ticas) hasta mitad de este año. Luego de una ardua y por momentos peliaguda negociación con las altas esferas, logré que mi salario se eleve de esfera y, de paso cañazo, viajo a Argentina en mayo por motivos matrimoniales (a no asustarse candidatas y chismosos, que no soy yo quien se casa). El acuerdo incluye también un jugoso viaje a Panamá a mediados de febrero, con buceo con el jefe y el vice incluidos. Lo que se dice hacerse amigo del juez.

domingo, enero 14, 2007

Saliendo del pozo, como por un tubo

Recién llegadito estoy. Estuve el fin de semana en Puerto Viejo. Por vez primera repito lugar de fin de semana. La estrella fue la comida. Ricos pollos asados con salsa caribeña, con el correspondiente arroz con frijoles a la leche de coco. La playa estuvo bien, pero es época de vientos y las olas asesinas no dejan nadar sin asesinar. Fui con Richard, mi amigo canadiense al que todos le decimos "chino", básicamente porque es de familia filipina. Fuimos al mismo mega-hostel al que fui la otra vez: Rocking J´s se llama. Es grande y tiene mucho estilo. Azulejos de muchos colores por todos lados, pasto tipo inglés, pinturas y graffitis, una especie de mirador, mesas y bancos decoradas con fotos y cera y mucha gente joven y hermosa deambulando por ahí. Pero cuando llegamos, Richard me dijo que no le gustaba ni un pomo el Rocking J´s. No entiende nada el chino, pensé. Me explicó que en los lugares tan grandes, tan llenos y con gente tan perfecta, uno se termina sintiendo sólo. Un grande el chino con su sabiduría: me di cuenta que prefiero los lugares más chiquitos, hogareños y sin gente como uno que, claro está, es gente como uno.
Pasando el mediodía se terminó de nublar el cielo y, de paso, mi cabeza. Despacito despacito, como el rumor que empieza la calumnia, se van como aburriendo los musculitos de la frente. Como que me agarra de repente un sueño que para qué te cuento y se va el hambre, si es que tenía alguno por ahí. Si giro la cabeza, las ideas se quedan mirando adelante o, peor todavía, siguen de largo. Y así, como quien no quiere la cosa, cuando ni había llegado la hora del té y ya encima del micro de vuelta a San José, esa venita traicionera, ese tubo que lleva sin chistar hasta que chista, ese eslabón que se empeña en cortar la cadena día tras día, esa misma, sí, esa es la que empieza a doler. Duele que te duele, late que te late, como que se hace de plomo y le da de a puñetazos al ojo izquierdo. Así, como para que tenga. Y dale con la pastillita, sacrifico una vez más al cordero de mi naturaleza a un Hipócrates que parece insaciable. Pero eso sí, ergotamina en sangre mediante, se va, me voy, nos vamos, el dolor y yo. El para volver en breve. Y yo, hacia una siestita reparadora.

miércoles, enero 10, 2007

El arcón de los recuerdos

Volvió una noche. Doce menos cuarto, para ser exacto. Creo que el relato de las vacaciones quedó trunco en ese primer día de Rincón de la Vieja. Y en el dengue paterno, que truncó al resto más bien de cuajo. Pero en el medio hubo y, claro, si hay, siempre es más lindo que se sepa. El segundo día, entonces, fue a pura actividad de la bien febril. Salí temprano, acompañado del bueno de Albino, aunque más bien sea su antónimo. Sobre mis asentaderas, otro amigo: Osorio. Lo que se dice un potro nicaragüense y encarador. Me dice Albino que al Osorio le gusta correr. No lo disimula. Algo de paso y bastante de trote y llegamos al parque nacional. Caminatas, fumarolas volcánicas, algunos monos y hasta un tucán. Y después, rumbo a una catarata. Alta la catarata. No me animé a ponerme debajo, pero sí nadé en el pozo y quién te quita lo nadado. Y a la salida, sigue la acción. Trota que te trota y llegamos al espá volcánico. Un rato de sauna y nos untan en barro. De pies a cabeza y de oreja a oreja. A puro barro y se supone que hasta te saca el mal de ojo. A secarse al sol, siguen las aguas termales y después la de río, que es fría y me emcamta. Pero no hay caso: los días de acción se merecen siempre más acción. La vuelta con Osorio fue a rienda suelta. Bah, rienda en mano, pero cabalgata salvaje, con puesta de sol, magic hour, volcán y ganado de fondo incluidos. Y al llegar al hotel, unos largos en la pileta. Cena bomba y a dormir, que mañana hay tubing.

lunes, enero 01, 2007

Heidi

Hoy fui sólo, manejando, a visitar el volcán Irazú. Mientras subía las cuestas, dignas de inspiración para escenografía de Heidi, se me ocurrió algo, que en el momento me pareció genial: no quiero aceptar las cosas lindas de Costa Rica, porque aceptarlas implicaría que tengo que quedarme acá por siempre. Es decir, ese es mi razonamiento, por más absurdo que suene.
Traté de aplicar la misma ecuación a otras situaciones. Creo que funciona. Critico para no comprometerme. Ridículo.

Clásico

Bien. Fin de año. Uno más. Mientras veía los fuegos artificiales de las doce pensé algo que no me gustó: son los mismos que el año pasado y los mismos que el que viene. Ya los conozco y por eso no me emocionan. Una vez le dije eso a un amigo refiriéndome a un clásico (creo que un River - Independiente): si ya jugaron el año pasado y van a jugar el que viene, ¿cómo puede emocionarte? Y sin embargo, tiempo después, los clásicos volvieron a emocionarme.

Olorcito a nuevo

Acabo de entrar de nuevo al cuarto. Este asunto del no-aroma es simplemente espeluznante.

Marriott

Bien. El loco loco mundo de los viajes Cyment. Los padres se van a quedar al menos dos días en San José. O sea, en la ciudad en la que vivo. El detalle es que yo me mudo con ellos. ¿A dónde? Al Marriott de Escazú, a una single. Es casi como si viviese en un hostel en Palermo y me mudase, por unos días, a un hotel yanki para hombres de negocios en San Isidro. La ubicación es inmejorable: ambas habitaciones tienen vista al CIMA (i.e. La clínica multimillonaria para...tu sabes). Lo que más me impresiona del hotel es lo parecido que es a todos los hoteles de cadena que fui. El detalle más escalofriante es que mi habitación tiene exactamente el mismo aroma que tenía el cuarto que me dieron en el Marriott al que fui durante mi visita a Microsoft. Otra que la salsa secreta del McPollo.

Pee

Que alguien me explique por qué demonios en todo Costa Rica (desde una soda perdida en la montaña hasta la multimillonaria clínica CIMA para los multimillonarios de San José) hay un baño de hombres y uno de mujeres y ambos son individuales. A ver si se entiende...está muy bien y respeta los cánones de nuestra sociedad occidental y crisitana que los hombres no vean a las mujeres haciendo sus necesidades (y viceversa). Ahora, si el baño está pensado para una sola persona, ¿de qué mierda sirve limitar de antemano si el usuario es nene o nena? Y es así como, sintiéndome el más pelotudo del planeta, tuve que hacer ya varias veces cola por el de hombres mientras el de mujeres estaba vacío. En un sólo lugar me dijeron que vaya al de minas, que total no había nadie. Ni azulejos rosados ni dibujos de Sarah Key.

Rodeo

Haciendo cuentas dicen que fue en lo del guacho de Guachipelín que mordió el mosquito vengativo. Sea como sea, la pasamos lindo por esos pagos. Porque el primer día no fue sólo agua y flan. No señor. Ese primer día había fiesta cívica en el cercano, diminuto y olvidado pueblo de Curubandé. Y fiesta cívica en Guanacaste se dice con la t de toro. ¡Fiesta se ha dicho! Las guailas empilchadas, los maes con su mejor sombrero, todos birrilla en mano y a prepararse que a las diez es el baile. Suena la banda de bronces brillantes y un tamborcito retumbador. Estamos todos como trepados a un círculo, ni chico ni gigantesco, hecho con un algo metálico medio tubular. Apenas si hay más allá una tribunita ad-hoc.
Y el locutor promete toros. Pasan los ratos y sólo escuchamos promesas y algún bálsamo hecho bronce. Hasta que de repente, el éxtasis: se abre la puerta y sale el primero de los toros. No me acuerdo el nombre, pero digamos que Rocinante. Jorobado, mucho cuerno, blancuzco y muy enojado. Salió don Rocinante con un sabanero entusiasmado sobre su lomo. El entusiasmo y el lomo le duraron poco al amigo. Rodaron Rocinante y jinete y sin duda salió mejor parado el vacuno. Y ahí empezó la locura. Rocinante empezó a dar vueltas, buscando un humano expiatorio. Se me hizo hielito la sangre, estructura tubular mediante y todo. Y los chiflados de Curubandé, todos unos pichones de sanferministas, que se le paran adelante y le hacen caritas. Hasta que de repente, como aburrido de tanta parafernalia, Rosinante decide encarar por la puerta de entrada y convertirla en salida. Así nos dejó, lo que se dice un rodeo interruptus.
Y siguieron 2 toros más, negro y marrón respectivamente. Pero entre cada uno mediaba una espera interminable...y a no olvidar que el hambre apremiaba. Enfilamos cuesta arriba, aunque dando más tumbos que a la ida. Será mi imaginación, pero este Suzuki está buscando roña. Y yo sin mi sombrero.

Mosco

Falta para fin de año, pero ya es fin de fiesta. Se confirmó el dengue del padre y con ello la cancelación del breve tour tico.

Il catalogo

Todo es relativo en esta pura vida. Cuántas veces me dijeron que yo fabrico enfermedades. Y al lado del padre se podría decir que soy el Capitán América. No recuerdo un viaje en los últimos diez años en los que no haya hecho uso del seguro médico.
Reacción alérgica en Colombia; infección urinaria y herpes nasal en España; dificultad respiratoria en Italia; dolor de pecho en Estados Unidos; dengue en Costa Rica. Otra que el catálogo de Don Giovanni.
Por lo visto al gen somatizador le gusta conocer mundo.

Actualización post-comentario de lector:
Es correcta la apreciación: el catálogo lo confecciona Leporello (criado de Don Giovanni) y enumera las amantes del dissoluto punito en los distintos paises por los que pasó y no los doctores a los que visitó. Para placer de los lectores y con el objetivo de desaznar en formato multimedia, he aquí un videito con el aria en cuestión:

Ripio

Ripio para llegar a Guachipelín. Muy lindo el casco, pero el salame que suscribe se olvidó la memoria de la cámara, así que nos limitamos a la descripción textual.
Hay establos, unos gansos gritones, una pileta muy mona y vista a los volcanes, muy cubiertos de césped ellos. El primer día incluye caminatita a cascada cercana. La cascada es chica, pero el masaje es grande. Para que la corriente no me lleve, me agarro de una rama que anda por ahí colgando y, cual Chita hedonista, me entrego a intermitentes golpecitos acuáticos. La madre también incursiona en el pozuelo, incluyendo una breve sumergida y nado contracorriente. Vemos la puesta del sol sobre el Pacífico desde un pacífico mirador y finalmente nos entregamos a una sencilla pero no por ello menos brutal cena buffet, con doble ración de flan y arroz con leche para su servidor. Cuesta conciliar el sueño con tanto trabajo estomacal pendiente. Decido pensar en cosas lindas. Decido invocar la imagen del flan y arroz con leche y por fin caigo en los brazos de Morfeo, quien, visiblemente tentado, me pide que le convide una cucharadita.

Giro

Tenemos un Suzuki algo. Poderoso el chiquitín. Arrancamos con rumbo un poco norte y algo más oeste. Media mañana y el sol está a nuestra izquierda. Viene bien vivir un tiempo en un país en el que la lógica no prima.
Curvas, curvas y curvas. Mucho verde y, de repente, aparece la versión tercermundista de Poncharello pidiendo que nos corramos bien cerca de donde debería haber una banquina. Unos metros y se detiene el tráfico. Sumo dos y dos y me acuerdo que en esa semana está la vuelta a Costa Rica (léase, en bici). No fue tan terrible. Una media hora, tal vez treinta clones de Poncha, veinte autos y cuarenta ciclistas. El único que habló al pasar cerca nuestro grito un claro "puta madre". Entendible, considerando que el primer pelotón había pasado varios minutos antes.
Y seguimos. Caminito de ripio y primera estación de la travesía: bienvenidos a la Hacienda Guachipelín, pegadita pegadita al Parque Nacional Rincón de la Vieja.

Vacuno

Llegaron mis viejos de visita. Todo tico que escucha la noticia me mira con ternura. Los ticos son muy familieros. Se puede decir que yo también. Bah, según los estándares porteños, soy un nene de mamá. Según los de San José, ya tendrían que haberme desheredado.
Alquilamos una mini 4x4 durante dos semanas. La primera, entre Navidad y Año Nuevo, andamos juntos. La segunda, toda de ellos.
Mi oscuro pasado me obliga a preguntarme en voz más que alta: ¿No estoy grandecito para irme de vacaciones con mis progenitores? Me respondo que no es para tanto y que no rompa las bolas con tanta idealización contradictoria y deber ser asfixiante. Definitivamente este blog está tomando un cariz peligrosamente reflexivo. ¿Alguien dijo rumiante? No sean mala gente.

Bit y byte

Me gusta usar internet. Pero cuando no tengo acceso suelo ocupar mi tiempo con cosas bastante más interesantes que revisar por octava vez en el día mi mail.

Siggy

Confieso que me he psicoanalizado. El primero se llamaba Rinaldi. Doctor Rinaldi seguramente. Calculo que yo tenía unos seis años la primera vez que lo fui a ver. El consultorio quedaba cerca de Billinghurst y Paraguay. Yo en esa época vivía en Caballito, así que me llevaba mi mamá en auto. Aunque, ahora que lo pienso, si hubiese quedado a cinco cuadras de mi casa también me habría llevado en auto.
Creo que iba una vez al año. Uf, otra vez Rinaldi. La sesión empezaba con él sentado en su escritorio y yo enfrente, también sentado. Abría el juego el doctor con su jugosa cajita de muñequitos. Me dejaba jugar mientras él me miraba y anotaba cosas en su libreta. Como Rinaldi me caía mal,primero intentaba arruinarle el juego y hacerme el desinteresado. Pero hay que admitir que el fulano tenía una irresistible colección de animalitos y cowboys.
Después de algunas batallas entre Joe y la pantera punzó venía el trago amargo, el momento nauseabundo. Rinaldi me miraba fijo y, casi sin pensarlo, disparaba: "¿y qué tal las cosas en el country?". Rinaldi se parecía a Italo Lúder y yo sabía que los peronistas eran malos y comían niños en Pesaj, pero esto ya era el colmo del sadismo. Era vox populi que no me animaba a ir a la actividad en el country. El country. El muy desgraciado no tenía mejor idea, año a año, que meter su mugriento y freudiano dedo en mi herida más sangrante. Yo me aguantaba el llanto y balbuceaba un "y, más o menos".
Un rato más de interminable suplicio y pasábamos a lo que yo sabía era la última parte de la sesión. Buenísimo. Un par de pases con una pelotita de mala muerte y de vuelta con mamá. Claro que a la salida Rinaldi hablaba a solas con mamá y seguramente le decía que yo era un niño rozagante, que jugaba re bien con los animalitos, que no podía evitar imaginarme como el próximo centrojás de Atlanta, pero eso sí, a no olvidar que era un freak y que el country cuco feo malo, a diferencia del resto de sus pacientitos que eran gente más normal. Pero claro, todo eso mi mamá ya lo sabía. Si no, pueden imaginarlo, no habría sido mi mamá.

Pensando

A veces me pregunto si la soledad es la falta de compañía. O será que la compañía es la falta de soledad. Tal vez el secreto sea no tener apuro, apuro por llegar.

La vieja

Tiempo de padres nomás. Motivados por las fiestas en familia y la promesa de playas y licuados sabrosones, llegaron mis viejos a visitarme. Madre y padre y padre y madre. Aterrizaron el viernes y el sábado mismo ya estábamos trepados en nuestra orgullosa chata, a quien he decidido bautizar sencillamente Miranda.
Primer destino: Hacienda Guachipelín, al ladito del Parque Nacional Rincón de la Vieja. El parque está dominado por un volcán del mismo nombre, que al parecer fue escenario de una cruenta leyenda aborigen que permitió bautizarlo. Había una vez un jefe de tribu que decidió entregar en sacrificio a los dioses a su niñito recién dado a luz. Como el jefe era de la zona, no había tenido mejor idea que pensar que había algún tipo de asociación de dudosa legalidad entre las deidades y el volcán. Sumó dos más dos y decidió arrojar al pobre bebé al cráter (que, es oportuno mencionar, tiene magma, fumarolas y similares efectos especiales de lo más calurosos). La madre insistió con que bastaba con darle un chirlo al pobre vástago, pero por lo visto el jefe era un tipo de convicciones llevar y en un tris tras arrojó al muchachito a las profundidades del infierno. Instinto materno mediante (y considerando que el divorcio todavía no se había inventado), la madre y esposa decidió patear el tablero (o más bien icinerarlo) y se tiró en clavado hacia el crater. Y he aquí la leyenda detrás del nombre. La Ticolandia que no miramos...

Temporal

Carlos me insiste para que me quede unos meses más en Artinsoft. Quién sabe; tal vez el tiempo de transforme en temporada.

Más glosario

maripepino = stripper masculino
mejenga = partido (de fútbol)
estar de goma = tener resaca
vieja = mina
güila = mina
paño = toalla
fresco natural = licuado
colaborador = empleado