sábado, diciembre 15, 2007

Plenipotenciario

Estoy sentado, relativamente relajado. Casi tanto que el típico yanki platudo con cara roja, ojos redondos y camisa hawaiana naranja y reluciente no me molesta la vista. Casi. Llaman para abordar a pasajeros de clase ejecutiva y familias con niños. Me levanto. Subo al avión y me dirijo al asiento 2F. Al lado mío hay un tipo con pinta de oligarca de San Isidro. Quiero poner mi bolsito en el compartimiento superior y no queda ni un poquito de lugar. El oligarca poner su mejor cara de pelotudo y yo con asiento de clase ejecutiva y un bolso entre las piernas. Clase ejecutiva. Es sábado a la mañana. Estiro las piernas y no puedo evitar sentirme mersa. Me siento rodeado de oligarcas. Pasa la azafata y nos ofrece un juguito de naranja o agua. Ahora pasa por los asientos. Nos llama a cada uno por su nombre y nos pregunta qué deseamos de desayuno. El señor Zaiment va con huevos poché y jugo de tomate. Veo de reojo el sol que sale. Mi asiento huele y es de cuero. ¿Qué pasó?
Jueves a la noche. Mi última noche en tierras ticas. Corridas bancarias, corridas laborales, corridas. Salgo del trabajo a las ocho. La invitación que hizo Gabriela, la recepcionista de Artinsoft, decía: "Despedida del Che - 8PM". Salgo al trote ligero y me subo a un bondi. Voy a casa, hablo con papá, ultimo detalles sobre mi llegada, me ducho, me acicalo y me monto en uno de los tantos rojizos taxis que pueblan San José. Rumbo a La Esquina. Es mi despedida. Llego tarde, pero tampoco es tan grave. Hay algunos conocidos. Ni muchos ni nadie. Ser el centro de la fiesta me pone en una incomodidad que de a ratitos reconforta. Llega más gente. No hay mucho para hacer en un bar y sin embargo hay bares lindos y bares feos. Se toma y se charla. Y si no hay tema de charla o no se conoce al interlocutor poco importa: el alcohol es el lubricante social por excelencia. Y esta noche estoy predestinado. Poca es la mercancía que se adquiere en el bar y al agasajado mejor que se le regale algo. Un trago en mi homenaje. Otro. Y un tercero. Y ni siquiera siguen un hilo temático, lo que acelera el mareo y complica posteriores digestiones. Y siguen las invitaciones. Y pasan las horas. Mi vuelo sale a las 8:45. Todavía no hice el bolso. El bueno de David me pasa a buscar 5:30. El plan es perfecto: llego a casa a las 4 hecho una pinturita, armo la valija y rumbo al más allá. Casi que lo cumplo a la perfección: llego a casa 3:30. Pero la pinturita es más bien surrealista. Mareos infernales y hasta un vómito riegan mi cabeza. No me puedo mantener en pie. Mucho menos armar una valija. Casi sin pensarlo, me duermo.
Dolor de cabeza. Mucho. Náuseas. Muchas. Y sol. !Sol! Abro la compu y miro la hora. 7:11. Miro de nuevo. Miro. 7:11. No comprendo. 7:11. 7:12. Mi avión, 8:50. David, 5:30. Yo, 7:11. Trato de reaccionar. Mi cabeza ya se mide en toneladas y mi esófago improvisa ritmos tropicales. Me levanto como puedo, trato de desesperarme y entro a meter ropa y demases a puro arrojo a la valija medio abierta. No es Saigón, pero hay que huir. Ya. O peor, hace hora y media. No me lavo los dientes. No limpio el departamento como estaba planeado. Solamente salgo corriendo, con bolsos colgantes y cara de dinosaurio extinto. Llego a la esquina y paro un taxi. Me subo. Le explico: tarde, muy tarde, ya al aeropuerto. La parsimonia del tipo logra desesperarme. Me siento en una película y actúo en consecuencia: le ofrezco 50 dólares si llegamos antes de las 8. No se inmuta. Toma una ruta pésima y caemos en medio de un embotellamiento de proporciones bíblicas. Trato de llorar. Me apreto el ojo y la cabeza. Busco empatía y encuentro ojos vacíos. Pienso alternativas. Media hora que se hizo dos y llegamos. Le doy los 50 verdes y le asigno una misión: ir a Artinsoft a dejar mi celular. Delega de forma eficiente y triunfarás. Y no te olvides de poner el despertador.
Entro al aeropuerto con una mezcla de resignación y voluntarismo necio. No veo al comité de desesperación clamando por gente que se llame como yo. A lo sumo un par de pasajero parsimoniosos que encaran quién sabe hacia dónde. Me acerco y pregunto sobre algunos hombros si todavía me puedo subir al vuelo. Un seco "no" me baña de realidad. Hago la cola mientras me agarro de algún poste imaginario. Dolor de cabeza y náuseas. El dúo dinámico. El dueto apocalíptico. Me toca y enuncio con voz temblorosa que perdí el vuelo. La impasibilidad del gordito que me atiende me tranquiliza. Teclea cosas en su compu. No mueve ni una pestaña. Y después de un tortuoso minuto de silencio me dice que va por el día 20 y no encuentra ni un asiento libre. Apoyo la frente sobre el mostrador y trato de interconectar neuronas. Pregunto por un pasaje en primera. A ver. Hoy no. Mañana sí. Hago cuentas y sin saber cuánto va a doler, doy el sí de los ninõs. Se va y dice que ya vuelve. No doy más y me recuesto en el piso, espalda contra el mostrador. Transpiro mucho. El taxista me dijo que olía mal y me convidó un chicle. Debo tener más ojeras que pestañas. Y eso que pestañas no me faltan. Tal vez me quedo dormido, hasta que me llaman con un dedo. 825 dólares. Trago saliva, me preparo para el mea culpa y de repente, cual relámpago esclarecedor, recuerdo que en el viaje de ida me habían dado un voucher por 500 verdes divisas. Temas de vientos en contra y compensaciones poco realistas. Pelo voucher, respiro aguantándome el vómito y festejo en silencio. Siesta, tranquilidad, viaje en primera y redención. 325 dólares no está tan mal. Pasaron dos horas hasta que pudieron facturarme el cambio. En el camino fui unas 8 veces al baño. Me cambié de remera, vomité, me empapé el pelo y dormí al son de flatulencias ajenas. Volví a casa en el mejor taxi que conseguí. Y dormí. Mucho. Largo. Acá estoy. Ya casi llego. No, la omnipotencia no es buena consejera. Casi nunca.

martes, diciembre 04, 2007

Durmiendo con el jenemigo

¿Alguien puede explicar qué brisas transitan por la cabeza de alguien que nunca cierra con llave de noche, pero sí le pega dos vueltas a la maldita cerradura cuando sale a las 8:15, sabiendo que yo salgo media hora más tarde? Imagino que la gesta para llegar a convertirse en asesino serial comienza como toda travesía de mil kilómetros: dando un paso.

Otros blogs

Agregué una sección donde figuran otros blogs que leo bastante seguido. Creo que son todos de política. Se reciben recomendaciones y comentarios.

Morán

Cuando el rubio cunde
Cuando la mirada esquiva
Cuando ser imbécil cotiza
Cuando el asesino
saca a relucir su impune
barba candado

Cuando el vacío cotiza como faisán
Cuando el oído se cierra
y la boca se abre
Cuando todo es tan fácil
y el fracaso se goza
Cuando el ruego ni compra ni vende

Cuando huyo
Cuando corro
Cuando escapo
Cuando me recrimino
Cuando no soy el que nadie quiso que sea y sin embargo trato
Cuando eructo sin parar
Hoy, recién
y pensar que ya lo sabía

miércoles, noviembre 28, 2007

Chamuscado

El otro día me invitaron a una queimada. Por lo visto noviembre es mes de brujerías, sobre todo para celtas y acólitos. Con el objetivo de auyentar y desarmar maleficios que anden rondando por el vecindario, los gallegos se pegan una buena borrachera en algún(os) momento(s) de noviembre y eso se llama queimada. Se pone en una olla mucho aguardiente, que al parecer en el caso gallego deriva de las sobras del alcohol obtenido al procesar uvas para obtener vino. Ese aguardiente, que por su graduación alcohólica bien podría servir para suturar las heridas de un rinoceronte caído en el fragor de una batalla tribal, se mezcla con granos de café, pedacitos de limón y azúcar. Se mezcla, se mezcla, se apagan las luces, se toma una cuchara digna de escena inicial de Macbeth y se enciende el menjunge sin temor a chamuscarse. Arden maleficios y tranquilidades, un aire como tétrico domina la escena y hasta algún que otro intrépido comensal puede meter su dedo en la marmita y, fuego en mano, probar para ver si el brebaje ya está a punto. Ese fuego quemará solamente si el fulano tiene algún tipo de pacto satánico. Y mezcla que te mezcla y ya estamos para servir. Alguien, dudo que cualquiera, pronuncia sabias palabras en galego, que auyentan brujas y lobizones. Y se enciende la luz y se sirve, a cada uno un poquito. Y después otros tantos poquitos, mientras noche, olla y estómagos aguanten.

sábado, noviembre 17, 2007

Historia de dos duelos

Anoche volví del trabajo agotado, pero feliz porque sabía qué comprarle a Horacio para la cena: alpiste fresquito y rejuvenecedor. Abrí la puerta y me extrañó no escuchar el aleteo frenético de mi mascota. Entré a la pieza y nada: ruido a soledad y no mucho más. "Pajaro que come, vuela", pensé y sonreí visualizando a la criaturita contándole a sus amigos del árbol que lo vio nacer lo duros e infranqueables que son esos cielos blancos que hay en el más allá. Murmuré un "Horacio, Horacio", con la esperanza de que el bichito haya estado dormido. Se fue nomás y dejó como estela una intensa relación amo-mascota. Apareció Florent y le pregunté si no había visto un pajarito. Me dijo que hacía rato que no veía el paraguas. Confirmé que su déficit lingüístico nos separa y mucho.
Esta mañana amanecí con ansias de renacimiento y me puse a limpiar platos y cocina. Hice yoga. Recogí basura y un poco barrí. Limpié el inodoro y me pegué una ducha. Y fui a cerrar la bolsa de basura. Y vi un triangulito negro en el piso. Y me estremecí. Y descubrí el resto del triangulito y lo vi a Horacio. Sus ojos abiertos y una patita aplastada. Contuve la respiración, lo tomé en mis manos y lo metí en la bolsa que acababa de cerrar. Y lloré. Lloré por perder a Horacio, otra vez.

jueves, noviembre 15, 2007

Horacio

Ayer a la noche subía las escaleras que llevan a mi departamento, cuando sentí un aleteo frenético que se daba y daba contra el techo y se me venía a tontas y a locas sobre toda mi humanidad. Seguro que me estaba atacando un vampiro chupa-almas, atiné a bajar unos escalones y dije en voz alta "a la mierda, qué susto", aún antes de darme cuenta que el pobre bicho que se golpeaba una y otra vez contra el techo era un pajarito, entre aturdido, aterrado y envalentonado por mi cara de julepe.
Fácil, pensé. Le pongo un poquito de pan al lado de una ventana y zas, lo guío en un tris hacia la libertad y más allá. Minga. O el bicho no tenía hambre o el pánico podía más o los pajaritos no tienen tan buen olfato como yo me imaginaba. Ni bola al pancito. Así que me decidí por el plan B. Acercarme con cara y pose de monstruo, para asustarlo y que se vaya para el lado de la ventana. Diez minutos corriendo como un salame y lo único que logré fue que entre a mi casa. Primer paso, ahora así: rumbo a la ventana emancipadora. Veinte minutos corriendo al pajarín de un lado al otro del living, cagada blanca sobre el sillón incluida. Ya resignado, decidí irme a dormir, dejar un pancito al lado de la ventana y dejar que el instinto y el relax guíen a la criaturita hacia la felicidad.
O el amigo tenía poco que recuperar allende la ventana o durmió de lo lindo en el marco del espejo. La cosa es que esta mañana estaba ahí, mirandome detrás de su respiracioncita entrecortada. El pan ya no estaba ahí. Así que decidí adoptarlo nomás y tener una mascota. Creo que de niño tuve alguna vez un canario. Este no sé qué modelo es, pero tiene nombre y es Horacio. ¿Alguien sabe si hay algo mejor que el pan integral para dejarle de vianda durante el día?

miércoles, noviembre 07, 2007

Taxi

A la distancia, tanto espacial como temporal, se me dio por comparar los taxis de San José con los de Buenos Aires:

Mejor/más lindo en San José:
- Color: rojo, mucho más onda que el luctuoso negro y amarillo porteño
- Tacheros: mucho más simpáticos y pacientes
- Ubicación: si uno viaja solo, va en el asiento del acompañante
- Viajes cortos: durante todo el primer kilómetro se cobra solamente la bajada de bandera
- Onda pistera: muchas calcomanías, caños de escape recortados, calcomanías que parecen agujeros de balas, luces de neón bajo el chasis...en fin, lo que se dice más decontracté

Mejor/más lindo en Buenos Aires:
- Conseguir uno: los taxis vacíos van lento, por la derecha y con el taxímetro encendido - en San José van rápido, por donde sea y sin ninguna indicación de nada
- Radiotaxis: nada del otro mundo, pero en San José los que atienden los pedidos son unos imbéciles
- Vehículos: más cómodos y modernos (y con aire acondicionado!)
- Uso del celular: todo bien con que el tachero hable alguuna vez por teléfono...pero en San José es enfermante - el otro día me subí a un taxi y el tipo habló durante todo el viaje con la esposa...primer frase apenas me subo al auto: "¿Pero probaste hacerlos en salsa alguna vez o siempre fritos?". Creo que eran hongos.

Diferencias, solo diferencias:
- Peligro de muerte: muy peligroso en ambos lados, aunque por razones diferentes - en Buenos Aires por la velocidad y zigzagueo infernal & en San José por la de cruces de rutas sin semáforos ni puentes ni nada

sábado, noviembre 03, 2007

Solamente solo

Circunstancias, afán de probar novedades, abandonos reales e imaginarios y exageraciones mediante, las últimas semanas estuve y me sentí bastante solo. La oficina es la oficina y por suerte, aunque más no sea puertas adentro, es a la vez fraternal y productiva. Pero puertas afuera la cosa pegó un viraje un tanto centrípeto.
El expatriado cambia de grupos de amigos como de piel: una vez por semestre. Pero este octubre hubo emigración repentina y volaron hacia el norte todos los amigos que tenía: Doménico, Camila, Audrey y Claire, mi compañera de habitación. Y con los que quedaron hay una total ausencia de química. Incluyendo, o sobre todo, a Florent, mi nuevo colega habitacional.
Tal vez no sepa estar solo. Raro. De chico pasaba tardes y tardes sin otra compañía que la de los He-Man, mis libros de mitología griega y el ruido a encerado de piso de la empleada de turno. Pero eso era durante la semana. Sábado y domingo se oscurecía el panorama: 50 kilómetros a puro conurbano y estábamos en el country. Y ojo que no haya sido un día lindo. Cada vez que mamá o papá pasaban al lado mío iban a repetir, incansables, que cómo me iba a quedar encerrado, con lo despejado que estaba el cielo. Eso, traducido por mi cerebrito intolerante, era un claro "deberías tener amiguitos y ser feliz". Y así, veinte años más tarde, me martirizo y me martirizo por quedarme un sábado y un domingo sentado en la cama, mirando películas y comiendo ensaladas de alcaucil y pejibaye. Aunque de a poco creo que me estoy educando. Más tarde que temprano y a los tumbos, se puede aprender a estar solo.

lunes, octubre 29, 2007

Hoja en blanco perenne

La sequedad creativa es así de convexa y lacerante. Encima internet en casa anda como el culo.

domingo, octubre 14, 2007

Aire

No entiendo. Y por alguna imbécil y occidental razón necesito entender.
Entre la ronca y triste voz. Entre la suave y aniñada voz. Entre esas voces.
Y el sueño independiente del saco opaco, la espalda que abarca y el sesgo ibérico.
Pero también la feroz esclavitud de la involución instantánea.
Hoy no hay poesía porque no. Hay solamente aire denso y no se puede parar de respirar.

Basta

Arriba. Arribo. Ya. Genial.
Único. Universal. Luminoso.
Ganador. Enérgico. Bondadoso.
Paciente. Optimista. Vivaz.
Superador. Superado. Superior.
Moderno. Clásico. Novedoso.
Cariñoso. Seductor. Irresistible.
Veloz. Pausado. Natural.
Audaz. Sabio. Flexible.
Aquí. Allá. Antes, durante y después.

Basta

jueves, octubre 11, 2007

Un largo monologo a casa

Cada vez que viajo a Buenos Aires me pasa lo mismo. Me pasa. O sea, me hago pasar por el mismo camino. Un camino que empieza en la garganta, como pasando las amígdalas. Debe terminar o hacer cumbre en la mitad de la panza. Un caminito angosto y sinuoso donde no se supone que lo sea. Mi primer reacción es preguntarme por qué. Por qué me angustia mi ciudad. Causa o reflejo o lo que sea. Ni idea si a ese camino lo puedo llamar depresión. Digo que poco me importa, pero sé que me importa.
Siempre tuve mucho miedo. Mucho. A muchas cosas. Siempre fui dependiente. Mi propia vida puede desmentir con creces ambas afirmaciones. Y sin embargo lo son y las afirmo. O será que acá pienso demasiado. O será que me empeño en mirar a los ojos a la gente cuando camino por la calle y me enfurece, aturde y entristece que ni uno me devuelva la mirada. O tal vez sea que eso que me hace tan único afuera me haga cualunque en el barrio (y a mí que me encanta ser distinto...). O en una de esas presiento el desafío de dejar de una vez (¿Por todas? ¿Seré capaz?) esa pastillita de la felicidad que, quiero creer, me ayudó a ayudarme cuando me levantaba, si me levantaba, para llorar por lo que todavía no se había siquiera pergeniado. O será que extraño la espiral pseudo-psicoanalítica en la que entro cuando miro y me miran familia y amigos con un dejo de tristeza y otro de satisfacción. O será que no me gusta algo de mi vida porteña y, en vez de animarme a cambiarlo, me voy y lo idealizo de lejos. Y lo que sea que me produce esta ciudad gris, alocada y hermosa, me da siempre ganas de salir espantado y volver corriendo con los ojos empapados y pidiendo perdón. Como una madre. Como lo que es. Como Buenos Aires.

jueves, octubre 04, 2007

Buenos Aires sí

Mañana salgo para Buenos Aires. Una semanita en la ciudad con habitantes que se hacen llamar porteños, pero que viven de espaldas al mar. Creo que quejarse es adictivo :o)

miércoles, octubre 03, 2007

Razón infundada #1 para comprarme el iPhone


Queridísisisimo Adro de mi corazón: no me olvidé de tu cumple en represalia a tu vil intento de asesinato, no, no, no. Simplemente necesitaba al iPhone para que me haga acordar.

martes, octubre 02, 2007

Los ticos y el ticomundo


No es que esté de mal humor. Muy por el contrario, fluye por mi ánimo sangre de optimismo y frescura: acabo de recibir un genial masaje que quitó contracturas y preocupaciones. Pero esto merece una reflexión:

Alan (para un taxi): Disculpe, ¿Tiene cambio de 10 mil?
Taxista (apenado): No, no tengo...¿A dónde va?
Alan (revisando su billetera y viendo que tiene uno de 5 mil): A los Yoses... ¿Y de 5 mil?
Taxista (entusiasmado repentinamente): Sí, de 5 mil tengo! Suba!
Alan (se sube e indica): Del Spoon de Los Yoses 100 metros...
Taxista (pasa un semáforo y, a modo de reflexión, interrumpe como caído de una nube): ¿Y no tiene menos que 5 mil?
Alan (controlando su ira): No, no tengo menos de 5 mil
Taxista (como volviendo de un sueño): Es que no tengo cambio de 5 mil
Alan (tratando de encontrarle una explicación a lo que está sucediendo): Entonces me bajo
El taxi para y me bajo.

Lo que venía pensando es que los niños son así, en cierto sentido. Viven en su mundo de felicidad y fantasía mientras les de el cuero. Hasta que llega la realidad y les arruina la fiesta. Lo que no sé es si Freud acá se daría un panzazo o directamente se pegaría un tiro.

lunes, octubre 01, 2007

Hermoso, profundo y azul

Este fin de semana volví a bucear. Me había olvidado lo bien que se siente. Fuimos a Playa del Coco con mi amiga Antje, que, como se ve en la foto, es mucho menos poética que yo para poner cara de arrecife de coral. El primer buceo fue como flotar por un zoológico: caballitos de mar, tiburones de punta blanca, tiburones guitarra, camarones payaso, morenas enfrascadas en batallas primitivas y hasta un calamar que nos llenó de tinta el boliche. Y el segundo día, rumbo a las Islas Catalinas, con hora de viaje y devolución de desayuno al mar incluidos. Pero la puta que valía la pena bajar unos metros: poca visibilidad bajo el agua y de repente, como un espectro gigante y alado, aparece ella, la majestuosa manta raya, volando lenta y plácidamente con sus dos metros de ancho y ese cuerpo en forma de enigma. Y bajamos a treinta metros, y vimos banditas de tiburones apáticos y un cardumen de rayas y hasta un gusanito diminuto y acuático. Y ahora, a vivir arriba del agua.

jueves, septiembre 27, 2007

Conclusión en caliente

Mediocridad + Inercia + Orgullo = Empantanamiento Crónico

domingo, septiembre 23, 2007

Boys boys boys

The difference between men and boys is the price of their toys. Tal vez me compre un iPhone.

sábado, septiembre 22, 2007

Hora 22

Acabo de ver "El Asadito", de Gustavo Postiglione. Me gustó mucho, pero también me hizo acordar lo difícil que es ser argentino sin ser melancólico. En 2 horas termina el ayuno y ya no tengo ganas de leer sobre judaísmo. Fue un día bastante solitario.

Hora 20

Hace 20 horas que estoy ayunando y ya empiezo a sentir olor a hamburguesa a la parrilla emanando de los almohadones. Pero estoy feliz.

Mi iom kipur

Ayer, o sea hoy, fue es será Iom Kipur. Y dado que soy judío, decidí hacer algo para conmemorarlo. Durante la semana medité sobre el tema y le dí nomás al tema del ayuno, con alguna que otra salvedad: la última comida fue ayer a las seis y media, como una hora después del atardecer. Salvedad número dos: a media noche me tomé un vaso con agua y un Tetralgin, dolorcito de cabeza mediante. Ya es como el mediodía y la cosa no va tan terrible. Así que aprovecho para reflexionar en letra alta.
La idea de ir al templo se fue tan rápido como vino. No conozco a nadie, me aburre la gran mayoría de los rezos y ya la cosa se pasa de judía para mi gusto, sobre todo si paso todo el día ahí. Así que decidí consagrar el día a al judaismo a mi manera: enchufado a internec y leyendo todo lo que pueda sobre el tema. Anoche empecé a pura Wikipedia: origen de Iom Kipur, formas seculares en las que se celebra en Israel, variaciones sobre el tema en el Islam y el Cristianismo, algún mp3 con el Shema Israel y hasta detalles técnicos, como la prohibición de lavarme dientes y sobacos.
Hoy me levanté como a las nueve y le dí derecho viejo a la lectura. Diferencias entre grupos religiosos dentro del judaísmo, proporción de judíos en distintos países del mundo, preceptos resumidos por Maimónides, surgimiento del Islam, distintas definiciones sobre qué es el judaismo, lista de judíos famosos (Lenny Kravitz y Wynona Rider son judíos!!) y hasta fotos de una asociación que se puso a fabricar la decoración del tercer templo, para no perder tiempo cuando llegue el Mesías.
El ayuno me gusta porque hace que este día sea distinto. Lo que no logro es ponerme a reflexionar sobre qué cosas hice mal el año pasado. Y tampoco me decido si creer o no en Dios. Cosas que pasan.

jueves, septiembre 20, 2007

El anti-samuel

Así como el moishe promedio pasa por esta vida sufriendo y azotándose hasta por (y sobre todo debido a) lo que no le corresponde, mi hipótesis es que el tico es su perfecto opuesto, su némesis, el karma que lo complementa, el yang que le permite existir. No crea el ávido lector que durante este breve espacio sin posts nada pasó. Cierres intempestivos de calles en toda la ciudad debido a desfiles infantiles, esperas de horas por ferries que de un momento a otro desfallecen, masajistas que cobran caro y llegan una hora tarde a la cita, duchas que electrocutan inquilinos, aumentos de precio obvios al darse cuenta que el comprador es un turista, taxistas que rehúsan encender el taxímetro, promesas quebradas una otra otra y otra vez. Y lo interesante de todo esto: nunca jamás una disculpa. Nunca un cachitito de culpa. Ante un mundo de penurias, injusticias, hambre y desolación, el tico ha logrado la felicidad de la forma más simple posible: sencillamente le chupa todo un huevo.

lunes, agosto 27, 2007

O tempora, o mores

Los cinco o seis franceses que conocí hasta ahora tienen laptop. Todos, sin excepción, tienen la hora de Francia en su compu.

sábado, agosto 25, 2007

Fregona

Acabo de hacer, por vez primera en mi corta vida, la limpieza profunda de un baño. La primer conclusión es obvia: el mejor invento del capitalismo ha sido la tercerización. La segunda tiene con ver con mis ascos: creo que puedo resistir todo, menos la tentación y las bolas mojadas de pelo y pelusa. Casi casi vomito cuando limpié la rejilla de la ducha. Y qué de nauseas que me está dando escribir esto. La tercera y última es que, sea lo que sea, siempre es disfrutable aprender algo en esta vida. Y en las que siguen seguramente que también.

lunes, agosto 20, 2007

Lobotomía

Desde que mudé al nuevo departamento que paso, al entrar al edificio, por una habitación que tiene la puerta abierta. Desde adentro surge, día, noche, madrugada y tardecita, lunes, jueves, domingo, cuando sea, el sonido de un televisor. Generalemente, noticias en inglés. Pero también cosas en español. Y cambian, lo que implica que algo o alguien vive adentro. De mi mudanza hace ya como 10 días. Recién me harté de escuchar la tele a todo volumen (no se escucha desde mi departamento, pero sí desde el súper living compartido), toqué la puerta y me metí. Esperaba encontrarme con un cadaver. Un viejo carcomido por el tiempo y sus gatos, con el control remoto en la mano. Pero no. Un yanki, apenas superados los 50 años, acostado, básicamente...viendo la tele. Le dije, en inglés obviamente (ya me resigné a dirigirme a yankis en un país de habla hispana en español y que me entiendan), que el televisor estaba un poco fuerte, que si podía cerrar la puerta. Me dijo que claro. Cerré la puerta. Y, después de días y días, por fin escucho un ruido distinto al de la tele emergiendo del cuartito del horror. Platos que se lavan, pasos, gárgaras y esas cosas que hace la gente cuando vive. El llamado al 911 queda pospuesto nomás.

sábado, agosto 18, 2007

A desalamblal, a desalamblal

Y mi primer paseo por la Habana vino lo que se dice al tiro. Hormigas en culo mediante, salí disparado por la puerta a conocer lo que sea que me deparaba la capital del dudoso desalambre. Dos, tres o cuatro pasos y ya me gustó lo que ví y escuché. El barrio en el que nunca viví se me apareció cual epifania palpable. Niños, viejitos, caminantes varios se cruzan, charlan y juegan bola, que en mis pagos se dice baseball. Y al ratito ya estaba en el Malecón, que es lo que en porteño se suele llamar rambla. Sonaba Queen a lo lejos, medio mundo en jean y remeras taiwanesas con frases en inglés. El agua que choca contra la rambla es, no se sorprenda el lector, embravecida pero perfectamente transparente.
Y a lo lejos se ve que empieza el carnaval. Doy una vuelta enorme y de paso cañazo paso por Copellia, la heladería más conocida de Cuba. O tal vez la única. Poco y nada que envidiarle a Helarte. Ya pipón, me dedico a recorrer calles por doquier. Calles, casas, gente, carteles. Todos, invariablemente, viejos o, en su defecto, envejecidos. Camino y camino y un tipo se me acerca, me da la mano y me dice que es profesor de salsa. Mucho gusto, nos vemos. Llego de nuevo al Malecón y ya empezaron las comparsas. Hoy: carnaval infantil. Lleno de niñitos danzarines con cara de circunstancia, dando vueltas y vueltas al son de un parlante desvencijado y siguiendo al silbatazo cruel del instructor de turno. Medio mundo tomando cerveza y el otro medio mundo dándole a un mini tetra-brick con leche y ron. Precio de la bebida: 1 CUC. Salario medio en Cuba: 15 CUC. Algo no cierra. Por lo menos no hay alambres...o eso dicen los cartelitos con la cara de Fidel.

De Cuba con amol

La puesta del sol no termina más, así que el avión se bambolea a lo loco. Al lado mío hay dos estudiantes de Oaxaca que charlan sobre temas interesantes, pero interminables. De fondo hay una peli con Kevin Costner, mirada de reojo y sin sonido. Bambolea que te bambolea y yo hecho un dandy con mi Mac a bordo. Qué lo parió, como se mueve esta porquería. Pero la idea de este post era relatar mi viaje a Cuba. Puta, terrible empellón nos esté pegando el viento.
A La Habana salí el viernes bien temprano. O no tanto, ya ni me acuerdo. Buenísimo, la peli es sobre rescates en alta mar. Al pelo. La cosa es que llegué al José Martí. Quién habrá sido ese Martí. Seguro que en el Museo de la Revolución me explican. Bueh, demasiadas turbulencias, en un rato sigo. Mientras miro la peli para poner la mente en blanco.
Terminó. Se murió Kevin. Y las turbulencias pararon o ya me acostumbré. La cosa es que llegué a Cuba y lo primero que vi fue una casa de cambio. Aceptan dólares, euros y la mar en coche. No sé, pero mi prejuicio y yo creíamos que no se podía cambiar plata abiertamente. No me pregunten cómo se hacía, pero así no. Cambié mis dólares por CUCs y proseguí a por mi taxi. Cuánto. 20. Eh, pero dale, media pila, 15. No. Dale. No. Porfa. Bueh. Y a 15 partimos, chofer, auto y yo. El auto: un Citroën nuevito y con un aire acondicionado de los que me gustan. Arrancamos y a la salida del aeropuerto un tipo hace señas como para pararnos. El taxista me dice en su incomprensible cubano que me disculpe, pero que quería tratar de sacar unos pesos más del viaje. Frenamos y el amigo, negro él, trata de explicar en un español muy rudimentario que un amigo, que él, que ir a La Habana, que volver en mismo día, que hacer negocio, que 2 dólares. El chofer amaga con sacarlo cagando y me pregunta qué hacemos. El pasajero potencial me mira y, siempre desde afuera del auto, me pregunta si hablo inglés. Aliviado, me cuenta que es de Gambia, que estudia karate en Cuba hace varios meses y que no me preocupe, porque tiene un amigo argentino que se llama Javier. No entiendo muy bien la historia, pero cuando el tachero me vuelve a pedir opinión le digo dale que va y en un tris tras ya somos 3 camino al centro.
El amigazo se esfuerza en sacar conversación y me cuenta sobre las maravillas de Gambia, lo seguro que es su país y el reducidísimo abanico de enfermedades que el turista puede contraer. Dice que vaya cuando quiera, que la voy a pasar genial. Pero que no vaya a Nigeria, porque es gente muy educada e inteligente y, por lo tanto, un pueblo muy peligroso (sic!). Me vuelve a agradecer y dejamos que el diálogo pluricultural se desvanezca. Así que aprovecho para mirar por la ventana. Parece el camino a Guernica, pero sólo se ven Ladas (idém Fiat 128) y esos Pontiacs lujosos y decrépitos que James Dean supo pilotear con dudosa habilidad.
Estaba tranquilo por partida doble: ya tenía reservada una habitación y la dirección del departamento estaba expresada como nombre de calle y número. Pasamos por un par de monumentos monumentales y llegamos a mi feliz morada: delante mío un edificio celeste y medio agujereado, de unos 5 pisos. De la nada aparece Orlando, mi contacto. Me saluda con una sonrisa y un apretonazo de manos, me lleva al quinto piso y mientras me cuenta que es fotógrafo, del gobierno claro. Inmortaliza municipio a municipio actos y más actos. Por el momento me resulta simpático el tema de la omnipresente propaganda oficial. La perlita: "Vamos bien", con la carita sonriente de Fidel.
Una vez en el quinto, tocamos la puerta del departamento 53. ¿Quién es? Alan, dice Orlando. ¿Quién? ¡Alan! Ahh...y del otro lado de la puerta gritan algo más en incomprensible cubano. Orlando me dice que mejor lo siga: bajamos por la escalera un piso y vamos rumbo al 43. Orlando toca la puerta y nos abren. Y de ahí más, siempre al 43. Raro, adentro del departamento no hay escaleras.
María es mi afable anfitriona. Y no es la madre de Orlando, que decía "Mari" y no "Mami" cuando tocaba a la puerta. María tiene una hija que ahora vive en Israel y otros más, que por ahí andan. Mi habitación está bastante bien: cama matrimonial, buena vista, decoración rústicamente sesentosa y, lo principal, un añejo y prometedor aire acondicionado. En La Habana hace un calor de locos: digamos que casi al nivel del microcentro en verano, pero con un vientito marítimo que alegra el alma que visita de vez en cuando. Pero se me acaba la batería, el post se hace interminable y hay más fotos que mostrar. Sigue...en seguida.

martes, agosto 14, 2007

Algunos caminos conducen a Cartago

A pesar de que suene a condimento excesivo, una romería es una procesión religiosa, originalmente con destino romano. Un montón de gente, de alguna forma, se mueve en masa hacia un lugar y reza o similar.
En Costa Rica la romería se hace cada Agosto. Un montón (un montón) de gente camina un montón (un verdadero montón en algunos casos) hasta llegar a Cartago, la segunda ciudad del país en población y la primera en chubascos y mal tiempo. El objetivo: técnicamente rendirle culto a la Virgen de Cartago, más conocida como La Negrita. Según me dijo David, hace años que la romería no es mucho más que el Día Nacional del Jogging. Más de un millón de personas (y estamos hablando de un país con 4 millones de habitantes) se pone un elegante gorrito de baseball, calzas rosadas en el caso de ellas, zapatillas sea el que sea y empieza dale que te dale caminando al lado de la autopista.
Y la gente no sólo camina de día. De noche va la mayoría, para poder amanecer en Cartago. Y florece el negocio de los baños químicos. Y el de los vendedores de gorritas. Y el tránsito de medio San José se paraliza. Y algunos compañeros del trabajo se tienen que ir medio día antes de la oficina para evitar los embotellamientos. Lo que se dice un quilombo conmovedor.

viernes, agosto 03, 2007

Atalaya onírico

Me voy a La Habana por el fin de semana y desde hace días que vivo con sueño. Ayer me dormí dos horas en un sillón en la oficina. De martes a miércoles superé con holgura los dos dígitos. Estoy por salir para el aeropuerto y sólo pienso en dormir una siesta en el avión. La novedad, el miedo, lo desconocido. Qué mejor forma de evitar enfrentarlo que cerrando los ojitos.

miércoles, agosto 01, 2007

Disquisiciones inmobiliarias

Alfredo resultó que ni se llamaba Alfredo ni tenía ese teléfono. Pero ya no me descorazono tan fácil. Para ciertas cosas es bueno aprender a sobrevivir en el país de la paciencia y la vuelta al boludo. Persevera, porque de otra forma nada harás. Y perseveré a puro Google durante toda la mañana y un cacho de la tarde del sábado y encontré varias opciones. En ningún caso logré que me reciban ese mismo día. Dos citas domingo a la mañana...

Candidato 1: Il vero Alfredo
Barrio de Lourdes, barrio de grandes. Me recibió domingo recién arrancada la mañana el bueno de Alfredo, un fotógrafo mexicano bajito, morrudo y cool. La casa es de lo más lindo que vi hasta el momento en San José. Alfredo me explica, como aclarando el tema del buen gusto, que la dueña es una cubana exiliada en Miami. La habitación que me tocaría está bastante bien y hasta tiene su baño privado. En el living Alfredo tiene montado su estudio, lo que lejos de causarme rechazo logra entusiasmarme. Me cuenta que trabaja para una ONG que promueve que los cazadores hagan safaris fotográficos en vez de sanguinarios. Me la deja en módicos 300 dólares al mes. Pero el barrio no me gusta: candidato descartado...

Candidato 2: Om shanti
San Pedro, al ladito de la autopista que va a Zapote. En esa gran esquina y no en otra es que se yerguen majestuosos los departamentitos de las Villas Lakshmi. Hay como veinte y parecen ser todos iguales: living con cocinita, habitación y baño privado. Todo muy rústico, en el sentido menos glamoroso de la palabra. En el medio hay un jardín exuberante, una fuentecita y por derecha e izquierda te seducen imágenes de deidades de la India. Los dueños, argentino y gringa ellos, me cuentan que hacen yoga todos los días en su casa. Que si quiero me les puedo sumar, venga o no venga al departamento. La cama no es gran cosa, la ubicación está mejor pero tampoco me cierra y a 395 verdes el mes, mejor también descarto.

Candidato 3: Tiquicia mon amour
Arreglo con Néstor para ir a ver este departamento el domingo a la tarde. El punto de referencia es claro y no falla: la calle que sale del Taco Bell que está cerca del Mall San Pedro. El viene en un auto gris. Lo veo, me monto a su infernal y demacrado Pontiac, hacemos unas cuadritas y llegamos al susodicho: un edificio que en el Petit Larousse debe figurar como ilustración de la palabra lúgubre. Pero en las fotos se veía bien. Salimos del auto y Néstor saluda al guardia de la entrada. El guardia le dice que qué tal, que todo bien y en orden, pero que el fulano que tiene la llave del departamento se acaba de ir. Pero cómo, pregunta Néstor sin perder la calma, no es que se suele ir a eso de las cinco y media. Sí, parece que se suele ir a las cinco y media, pero hoy se le dio por irse a las cuatro y media. Ahhh. Me relamo pensando en el jugosísimo material que me están aportando para el blog y acepto las explicaciones de Néstor, a quien se lo vislumbra poco ducho en el arte inmobiliario. Me despido y así descarto la opción 3.

Candidato 4: Tu eres para mí lo que siempre soñé
El domingo andaba comprándome algo sabrosón en el supermercado y cual anunciación virginal sonó mi feo celular. Atendí y resultó ser un tal Francisco, que tenía una llamada perdida mía. Y a mí qué, le estaba por contestar, cuando escucho la palabra mágica: Los Yoses. Ese barrio me puede y como siempre es lindo poder querer, hablamos y quedamos en que iba a ver su opción el lunes tempranito. La cosa es que el lunes tempranito no pude ir, pero sí pude al mediodía y fui así que me enamoré: una casa enorme, con un living enorme, blanco, cristalino y minimalista. Todo lo que desearía un yuppie de los '90. Porque tampoco es cosa de andar pretendiendo ser un burgeois bohème en medio de tanta malaria arquitectónica. El megaliving es común para todos los inquilinos, que son pocos y tienen un cachito de departamento para cada uno: habitación, baño y una cocina-microliving, todos nuevos y razonablemente lindos. Caro a 550 dólares, pero no está mal la opción de 2 habitaciones por 600, si consigo a alguien para compartir. Lo único decadente es el yanki que veo tirado en un sillón de cuero blanco, todo tostado y con una musculosa, luciendo sus numerosas canas, arrugas y musculos desvencijados, contando en su limitado y monocorde casteiano que lous de al ladou han mudadou y pareceu que soun iranies. La opción 4 picó en punta.

Candidato 5: Oh Tiquicia...oh...
Ese mismo mediodía tenía cita también en Los Yoses para ver un departamentito a 350 dólares. Confirmada la hora y el lugar: una de la tarde, destrás del Quiznos Sub, casa azul con rejas. Una, una y cinco, una y cuarto. Nunca jamás apareció. Nunca jamás me llamó para disculparse o aclarar. Nunca más opción 5.

Candidato 6: La señora de
Hablo con Liliana Álvarez de Beige y le propongo ir a ver el departamento el mismo lunes a las siete y media de la tarde. Me pregunta si conozco el Centro Cultural Mexicano. Nop. ¿La iglesia de la Merced? Nop. Pregunto si es cerca del Kentucky Fried Chicken de Los Yoses. Me dice que sí con un dejo de duda. Como un imbécil no sigo ese rastro de duda y acepto su sugerencia: "todos ahí conocen al Centro Cultural Mexicano. Nos vemos en la puerta". Llego al Kentucky y pregunto a unos tres transeúntes y ni uno lo conoce. Re caliente, llamo a Liliana y no contesta. A los 5' me llama Liliana y me dice que no me ve. Pregunta si estoy perdido. Le digo que sí, pero que estoy donde ella me dijo que era cerca. Me pregunta si no conozco mucho la zona. Le digo que evidentemente no. Me pregunta si conozco el Automercado de Los Yoses. Afirmativo. Me pregunta si conozco el negocio de surf Arenas que está cerca. Le digo que sí. Quedamos en encontrarnos ahí. Camino: es BASTANTE lejos. Paso frente al Automercado y me tocan bocina. Se ve que es la susodicha. Le digo que ese no es el Arenas. No se inmuta. Es una vieja bianuda que vino con la yikze. Me hace subir a su Subaru y me dice que antes de mostrarme el departamento me tiene que hacer unas preguntas, porque ella solamente le alquila a gente de bien. Mientras me seco la transpiración, hago lo imposible por contener unos irresistibles deseos de degollar a Liliana Álvarez de Beige. Me pregunta dónde trabajo. Cuántos empleados tiene la compañía. Si voy a misa todos los domingos (mentira, pero lo pensé). Si hago muchas fiestas en mi casa. Si me llevo bien con los misioneros, porque el resto de los departamentos que tiene se los alquiló a misioneros. Me lleva a verlo, finalmente. A estas alturas sólo pienso en mearle el auto y salir corriendo. Lo veo. Ni siquiera es lindo. 750 dólares, 3 habitaciones. Chau.

Para coronar al campeón solamente resta encontrar un compañero y ya hay candidata: Claire, la reemplazante del bueno de Clemente en la Cámara de Comercio Franco-costarricense. Hoy fue a ver a candidato 4 y le gustó. Todo se encamina. Julieta acaba de redondear la decisión: hace ya una hora que terminé la cena y todavía siento encaramado a mi esófago el gusto del pescado paposo que me dejó para que recaliente. Puedo soportarlo todo, menos la tentación y el pescado paposo.

sábado, julio 28, 2007

Nunca salga sin él

Recién salí un ratito a caminar por el barrio. Averigüé por un curso de canto y me compré un tecito frío. Y de repente, a menos de 5 cuadras de la casa de Julieta, se largó el chaparrón. Así de tropical e irreverente. Me vine corriendo. Pantalón y remera goteando. Y encima acaba de parar. Lo que se dice un país líquido, en todo sentido.

Serie grandes dialogos - hoy: atendiendo el telefono

En la casa de Julieta. sábado, estoy solo, suena el teléfono y atiendo

Yo: ¿Hola?
Voz: ¿Aló?
Yo: Sí, qué tal
Voz: ¿Ahí no conocen a un muchacho que se llama Jose?
Yo: Disculpe, pero no lo conozco
Voz: ¿Cuál es el número?
Yo: Disculpe, pero me acabo de mudar y no conozco el número
Voz: ¿Es el 225-6734?
Yo: Le acabo de decir que no conozco el número
Voz: Ah, gracias

Loco es el que espera distinto resultado a partir de la misma acción. O algo así.

martes, julio 24, 2007

Perpetum irritabilis

Lo acepto, soy un intolerante. Peor aún, soy un intolerante de lo más ansioso. Pero no sé si quiero ser distinto. Hace una semana que vivo en la casa de Julieta y ya me quiero ir. En esta casa vivió Maribel durante un año. Maribel es la española del desplante inmobiliario. Se ve que la culpa horodó al menos una cucharada en su ibérica alma y decidió conseguirme cama donde dormir y techo bajo el cual cubrirme de la lluvia, que por estas épocas arrecia y no para de arreciar. Julieta es tica, debe tener unos sesenta años y un prontuario que la pintó atractiva y casi con acuarelas: poetisa, docente universitaria en la carrera de Letras y activista contra el TLC. Esa dosis de psicobolchevismo que tanto extraño, pensé. Pero la vida no se vive pensando sino pasando. Me tienta la posibilidad de revivir el fenómeno repostero que significó Rogel y volver a tener un némesis Pero ya que estoy, mejor la paso bien y me voy de acá.
Julieta es como una madre. O más bien, como una abuela. Es decir alguien que te cuida, te critica, te observa, te comenta, te cocina, te pregunta por qué no comiste lo que cocinó, te dice que rompiste la conexión a internet cuando eso no ocurrió, te recomienda que no abras la ventana de la pieza porque entran mosquitos. En fin, cosas que sólo acepto que me las diga mi madre. O sea, no soporto que me las diga Julieta. Y el otro día Priscilla me cuenta que Alfonso, el dueño del departamento en el que vivía, preguntó si aquel simpático argentino no podía quedarse alquilando. A no preocuparse que a ese le mantengo el precio. Y a la porra, me dije ayer: pago bastante más, pero recupero mi intimidad y libre albedrío. Y en cuanto consiga un compañero de alquiler, bajo costos y subo la alegría de vivir. Ahora el objetivo es contactar a Alfonso. ¡Hasta el alquiler, siempre!

miércoles, julio 18, 2007

El horror

Mark, el vecino de la habitación de al lado, ronca. Mucho. Me puse los tapones para los oídos y el penetrante vaivén sonoro sigue incólumne. Noche larga. La pregunta es si llega a causal de divorcio.

sábado, julio 14, 2007

Tan de repente

En medio de la mudanza agarré un bolso que no usaba hace rato, lo abrí y apareció él para alegrarme el día: un bocadito Cabsha traído de mi último viaje al que nadie, pobre diablo, había masticado. Oh, el placer, el placer.

Mudanza

Estoy preparando las cosas para la mudanza. El bueno de David me pasa a buscar en un rato para irme a la nueva casa. Hace menos de una hora que empecé a preparar las cosas y ya casi termino. ¿Será que el apego material se mide por el tiempo que toma una mudanza? Una vez alguien hermoso me dijo que los viajes siempre son positivos, porque al menos enseñan que muchas posesiones son superfluas. Con razón o sin ella, mi vida actual entra en un par de valijas.

jueves, julio 12, 2007

Cambio y fuera

Ayer fui a la casa de Audrey a ver la exhibición de toque y emboquilladas que dieron Mascherano y su ballet. Tras una serie de festejos francófonos no muy alocados, Clément y yo decidimos llamar un taxi para volver a la casa. Llamé a CoopeTico: ocupado, no contesta nadie, ocupado, no contesta nadie. Bueh, vamos con CoopeAlfaro. Llamo. Me recibió un cortante "¿A dónde?". Un poco sorprendido alcancé a balbucear "este...a ver...del Spoon de Los Yoses 500 metros al sur y...¿conoce?". Nada. O más bien escucho al tipo hablando con alguien más. Con un taxi parece. Y ahora con otro cliente. Y ahora parece que habla conmigo. O no. Le pregunto directamente "¿Está hablando conmigo?". Y el tipo sigue conversando con alguien más. Me canso y corto. Y reintento con CoopeTico. Me atienden, doy las explicaciones geográfico-logísticas del caso y nos sentamos a esperar. Al ratito empiezan a sonar los bocinazos. Claro está, en San José no hay timbres. Bajamos y nos subimos al bólido. Y se escuchan nuevos bocinazos. Llega un taxi de CoopeAlfaro. Hace rato que llegué a Tiquicia, pero qué de problemas de comunicación que sigo teniendo...

jueves, julio 05, 2007

Joder o el arte de sobrevivir a una decepción

Pero qué cosa más fea es ilusionarse a pura expectativa y chocarse contra esa única verdad que es la realidad. Y qué cotidiano también. Decidí quedarme hasta fin de año. Un cacho antes, pero casi fin de año. A pesar de que extraño mucho, primó el afan de terminar el proyecto. Y como no tengo primos que me alojen y mis compañeros franceses se van a fin de Julio, me puse a buscar una habitación o departamento. Y tras hurgar entre conocidos y peatones, encontré un gran candidato: habitación con baño y ventana al jardín, barrio que está bastante bien, compañeros de departamento civilizados, españoles y hasta divertidos. Mogollón de negoción. Arreglamos hace ya algunas semanas y todo listo: este viernes me mudo. Pero caramba, antes del viernes está el miércoles y recibo una llamada en el celular. Ajá, sí, qué tal, sí soy yo, ah, cómo andás, sí, claro, el viernes...ajá...ah...ah...ah....ah.......bueno...chau. Que vino una muy amiga y qué tengo que entender y que ella siempre les ayudó cuando recién llegaron al país y que mil disculpas y que ella no tomó la decisión y que suerte buscando otra opción y ni una mención sobre honrar compromisos, mucho más considerando que faltan DOS días para la (ex-)mudanza. Y acá estoy, en la oficina y sin poder concentrarme y con ganas de comprarme una bolsa de arena con la cara de Butragueño en alguna Plaza Mayor. Coño, qué de garca que anda suelto por el mundo.

domingo, junio 24, 2007

A fornicar...

El viernes me compré leche de cabra en el súper. Suelo creerme lo que dicen las etiquetas y esta prometía "mejor sabor y menos trabajo para su estómago". Lo que no vi fue la fecha de vencimiento: ese mismo viernes. Hoy fui a cambiarla y mientras caminaba no pude parar de pensar en la victoria de Macri. Y de como la derecha, de Roca en adelante, encuentra forros para poder violar al país. Ya usaron y tiraron a los milicos y su promesa de orden en los '70. Ya usaron y tiraron al peronismo de los gordos cegetistas y patillas depiladas en los '90. Y ahora se dieron cuenta que nada más efectivo que contratar buenos publicistas y mostrarse tal cual son. Porque al fin y al cabo algo nos lleva a mirar Rebelde Way y comprar la Gente. A mirar y admirar a los ricos y famosos. A creerle al doble apellido de Recoleta. A pensar que si tiene ojos celestes debe ser un buen tipo. A hacernos los pelotudos y soñar que pasado mañana Caballito y Flores van a ser el Hindú Club. Eso es vida y no tanto negro ensuciando la calle con su falta de glamour. ¡Nouveaux riches y nouveaux pauvres de la Reina del Plata, uníos y quejaos de boludeces! Piquete y cacerola, qué al pedo tanta batahola.

Volver al futuro

Este fin de semana decidí quedarme en San José, infiel a mi rutina de hormigas en culo que se inicia cada viernes a la tarde con un bus hacia parajes más verdes y acuáticos.
Era hora de reflexionar, rumiar y digerir esa indecente idea de quedarme por estos lares durante el resto del año. Y como para relajarme, pensar en cosas lindas y prepararme para leer los infames titulares de La Nación del domingo a la noche, decidí ver Memoria del Saqueo, de Pino Solanas. Apasionante ver a la Patria Contratista deleitarse entre lentejuelas, olas verdes y consensos boreales.
Desde mi criticable posición antiargentina de nuevo rico progre, conmovido porque, como cuenta esta nota refiriéndose al PROceso, "Mauricio reconoce que, en esa época, era totalmente apolítico", no puedo más que atragantarme al imaginarme la ronda de faina con champán con la que espero encontrarme en Diciembre. Eficiencia, dificultad para pronunciar la ygriega, monodiscurso tecnócrata y a renovar la imagen, que el glamour puede morir, pero siempre renacerá. Como el Ave Félix, viste.

viernes, junio 22, 2007

zzzz

Esta semana fue bastante narcoléptica. Duermo pero me levanto cansado. Y un cachito mareado. Pesa la cabeza, harto bostezo, ojos carmesí. Ni que hablar de la migraña que acosa. Más somático no podría ser. Pero ese análisis mejor que venga en otro post, que estoy con sueño.

Tiempo de fotos


Tal vez escriba menos que antaño, pero por ventura que estoy sacando más fotos. El otro día fui con unas cuantas gentes a un campito cerca de Siquirres, como pa'l lado del Caribe. Pasen y vean, que de bichos está hecho el mundo.

sábado, junio 16, 2007

Un dos

Los tiempos cambian y el futuro no siempre es esa rueda de la historia que se embarra y vuelve con descaro. Antes me entristecía y andá a sacarme la tristeza. Otra que la muela de juicio. Y no por haberlo perdido fue que fui y volví a Casa Yoses. De visita nomás, habrase visto audacia. A cenar con Carlo, mi amigo que no se llama Carlos. Sanguche reluciente en Quiznos, muelas tapadas a puro alcanfor y encaramos para el lado del videoclub. Esa no la tienen, aquella menos, las de Steve Martin no, estoy bien así. Sophie Scholl, propone Carlo. No, que es triste. O no me entiende, o no le importa o, como pasa en la vida y después también, un poco de los dos. Y alquilamos la de Sophie. Delicado y prolijo el pueblo alemán a la hora de cometer atrocidades.
Reparte panfletos contra el Führer, la Gestapo se enoja y la condenan a muerte. Y aunque ya me sabía la historia de antemano, mi esófago implotó cuando apareció la guillotina. Guillotina. Pantalla negra y se escucha un rebote. Se me hunde el pecho. Y cuando salgo lo veo a Fidelito, que ya está grande y fornido. Como para fumarse unos habanos. Y me acordé de lo que me dijo Carlo sobre lo solo y aburrido que está todo el día mi amado cancito. Sobre cuánto seguro que me extraña. Y sobre cuán poco juega la gente ahora con él. Y jugué y le sonreí y le hablé en mi español natal y lo miré con comprensión y amor. Y de pasó dale que te dale a hundir el pecho. Y me tomé un taxi de vuelta, como compungido y algo leal. Y como para distraerme avisé a mi atención que se deje llamar. A la derecha vi una foto de un deportista. Decatlon. Ah, mirá, instalaron uno en el barrio. Qué conveniente. Pero eso era otro lugar. Ah, no lo tiraron abajo, sino que conservaron todo el edificio. Solamente cambiaron la fachada. Y ahora que lo pienso, eso era una funeraria. Qué poco poquito que vale esta vida.

jueves, junio 14, 2007

Pastos y nieblas

El otro fin de semana fuimos a Monteverde. Otra vez el bosque nuboso. Otra vez verdes por doquier. Otra vez mucha lluvia y trinos espeluznantes. Ya me toca repetir lugares y poco puedo hacer al respecto. Pero como dijo aquel maestro de teatro, es tan fútil pedirle a una rosa marchita que renazca, como lo es intentar repetir una interpretación emocionante. Lo mejorcito que se puede intentar es volver a plantar una semilla. Así que con esa mueca casi alegre en el alma fui a Monteverde. Fuimos. Unos cuantos. Antje, Maria, Sara, Sebastian y yo. A puro teutón estuvo la cosa. Y volví, porque siempre se vuelve, a sacar fotos de esas que me gustan. Lo que no termino de entender es si me gusta sacar o ver esas fotos. Pero si de verlas se trata, pueden saltar a esta página y juzgar por ustedes mismos. Porque como buen gorila en recuperación debo afirmar, con perenne temor a equivocarme, que mi único heredero es el pueblo.

Actualización: Agregué el link a las fotos de Monteverde...

domingo, junio 03, 2007

Tan cercano y abismal

Carlos y Federico, ambos medio jefes medio dueños, me llevaron a Puerto Viejo para un fin de semana de buceo. Asignación no remunerativa que le dicen. Profundo el primero, animal el segundo: langostas por decenas, cangrejos pinzones, un tiburón caribeño y no sé cuántos pececitos. Pero ay del tercer buceo. Apenas caído el sol, ni tiempo había tenido la luna de salir a saludar. Cielo negro, con cubrecamas blanco estrellado. Agua como en un estanque, apenas fresquita. Caminamos por la playa minuto y medio enfrascados en nuestros frascos de aire y chapoteamos linterna en mano rumbo al horizonte relampagueante. Poesía, poesía eres tu. Nadamos boca arriba y corazón rampante durante el rato que toma emocionarse con tanto idilio. Y al llegar al arrecife, manos al chaleco y cuerpos a la obra. Bajamos, seguro que menos de costumbre. Y el fondo del mar nos abrazó, humilde y poblado de tanto pez, bello y durmiente. Por más de una hora nos abrazó. Y salimos y la luna que ya estaba sonriente en el poniente. Sin testigos, esa noche dormí abrazado a una medusa.

lunes, mayo 28, 2007

Rueda de negocios

Hay gente que tiene lo que se dice un sexto sentido para el comercio. Un instinto, una ferocidad natural. El jueves a la tarde llamé por teléfono a una agencia que me habían recomendado para alquilar un auto. Dejé amablemente mi número de tarjeta de crédito y la dirección de la oficina para que me dejen el auto el viernes a las cuatro y media de la tarde. El viernes a las tres y media me llaman para pedirme de nuevo la dirección. A las menos cuarto para confirmar que voy a estar. A las cuatro y diez para decirme que tienen problemas con la tarjeta. Que llamaron por teléfono a mi banco en Buenos Aires, pero que no contestaba nadie (¡sic!). Ajá. Bien. Ofrecí mi tarjeta de débito tica. Ok. Me llaman a las y cuarto para decirme que no pudieron hacer la transferencia. Les aclaro que, al parecer por política del banco, no se pueden hacer transacciones de más de cien dólares a la vez. Me dice que entonces no se puede, porque la transferencia en este caso es de mil diez dólares (es el depósito para el seguro) y, claro está, debería pasar la tarjeta 5 (¡¡¡sic!!!) veces. Le contesto en voz clara y firme, conteniendo la ira (que según Sivananda es el origen de toda la energía vital que pierdo día a día), que cuál es entonces el problema de pasar 10 (sic) veces la tarjeta. "¿Pero cómo voy a pasar la tarjeta 10 veces?". "Una después de la otra", creo que le respondí. "No se puede" (sic). ". "¿¿Pero por qué??". "Porque no". "A ver si entiendo...usted me está diciendo que se va a perder de alquilarme un auto durante un fin de semana porque no quiere pasar la tarjeta 10 veces?". "Es correcto". Click...tuuuuuuuuu.
Clemente, mi compañero de departamento, es pasante en la cámara de comercio francesa-costarricense. Parece que el otro día lo llamaron para avisarle que había una delegación de Danone en el país. Que se quedaban 24hs y que estaban interesados en importar fresas ticas a Francia. Parece que son ricas y baratas. El sueño de toda multinacional. Así que Clemente, diligente y europeo, agarró la guía y buscó alternativas. Encontró el teléfono de la Cámara Costarricense de Agricultores y llamó. "Buenas". "Ah, qué tal, le hablo de la Cámara Europea de Comercio FrancoCostarricense para comentarle que una delegación de Danone, la multinacional alimenticia más importante de Francia, está muy interesada en importar fresas a su país. ¿Con quién podría contactarme para iniciar este negocio?". "Lo siento mucho, pero en este momento estamos almorzando. Por favor llame en dos horas.". Click....tuuuuuuuuuuuu.

jueves, mayo 24, 2007

¡A desalambrar!

Internet hay, pero no inalámbrico. No me había dado cuenta lo adicto que me convertí a navegar en posición horizontal. Mendigaré en la oficina y con suerte me vuelvo a casa con un router de los que vienen sin alambres. A desalambrar, a desalambrar.

Sólo sé sonreir

Y bueh. La cosa es que me mudé. Entre el affaire Iriana y el hartazgo que termina produciendo tanto turista nómade que obliga a hacer cola para lavarse los dientes, decidí volar del nido. La alternativa fue una habitación poco agraciada en un departamento en el que viven Clemente y Priscilla, dos simpáticos franceses con ansias de latinoamericanismo. Por el momento vivo con alguna que otra vicisitud: el colchón inflable con el que comparto mis noches tiene algunos problemas de retención. A eso de las 5 suelo despertarme con al menos una rodilla en contacto con el piso. Da ganas de inflar, pero el amigo es un tanto ruidoso a la hora del influjo aéreo. Y a esperar, que un buen yogi debe manejar su tensión. Om, om y om.

martes, mayo 08, 2007

El contrachoque cultural

Estoy en Buenos Aires de visita. No era tan hermosa e idílica como me la imaginaba en mis afiebrados sueños desarraigados. Alguna que otra cosa que había borrado en mi proceso idealizador:
  • Lo difícil que es ver el cielo
  • Lo nerviosa que está casi toda la gente
  • El ruido a toda hora
  • El glamour exasperante de Palermo
  • La cantidad de olores indescrifrables que pueden sentirse al caminar 100 metros
  • La ubicuidad de la caca de perro
  • La abundancia de grandotes cancheros
  • Lo permeable que es la gente a la modas
  • Lo claro que está asociada la etnia con la posición socioeconómica (quijada cuadrada - clase alta / inmigrante italiano - clase media / mestizo - clase baja)
Eso sí...qué buenas camisas que venden en Zara...

martes, mayo 01, 2007

El mostro pop

Hace ya varias semanas fui a la cancha con Carlo, mi lunático amigo suizo. Fuimos a ver el clásico de los clásicos, el derby de los derbies: Saprissa vs La Liga. Saprissa tiene camiseta y escudo violetas, en el logo aparece un dragón muy chulo y su dueño es un mexicano con mucha plata. La Liga se llama Liga Deportiva Alajuelense y la gente también le dice Alajuela. Saprissa es de Tibás, que es un barrio al este de San José. La Liga es de Alajuela, que es una ciudad al oeste de San José. El partido se jugó en la cancha de Saprissa, apodada por propios y extrañas como "el mostro". Es más o menos como la cancha de Banfield. O por lo menos lo que era la cancha de Banfield la única vez que fui, con el legendario Ignacio Tisser, allá por los brumosos ochentas.
Se ve que eramos saprissistas, así que se puede decir que les rompimos el tujes: 3 a 0 y mucho ole ole. El clima digamos que fue, como suelen ser las cosas acá, bastante tranquilo. Un redactor malicisioso diría que como anestesiado. Pero mirá si después me acusan de chauvinista globalifóbico. La excepción tal vez fue más nominal que otra cosa: en la hinchada de La Liga (autodenominada "la 12") colgaba una cruz esvástica de tamaño considerable. La hinchada de Saprissa (autodenominada "los ultras") se cantó bastante. La mitad de las cancio nes no la entendí (como suele pasar cuando uno va a la platea). La otra mitad fue bastante jocosa. Algo así como ver una película doblada. Las eses seseadas hasta el hartazgo y el ritmo con variaciones salseras y sale un menjunge que suena más o menos así: "Vaaamosssssss (pausa) vamosssssss vamosssss moooosssssstrooooo (pausa) que essssta nocheeee (pausa) tenemosssss que ganaaaaar". Entre Sapricola y Sapricola logré adaptarme y cantar. Mitad vaso lleno. Mitad vaso lleno.

Hubo un tiempo que fue hermoso


Algunas cosas que voy a extrañar de la vida en Costa Rica:


  • Bucear

  • No estar de vacaciones, pero sí un poquito

  • Vivir en una ciudad que más que ciudad es un pueblo grande

  • Ser extranjero (y que por ende mis características más mundanas y cualunques pasen a ser objeto de interés para la gente que me rodea)

  • Ir a un club con pileta al aire libre

  • La ubicuidad de los licuados

  • Ir a trabajar en sandalias

  • Siempre tener una montaña o similar a la vista, esté donde esté (incluyendo la oficina)

  • Las nubes (nunca hablé de este tema, pero por alguna razón las nubes acá son bastante más fastuosas y juguetonas que allá por la Reina del Plata)

  • Que nadie se ponga nervioso jamás (ya hablé largo y tendido de las contras que tiene este punto, pero hay que reconocer que tiene su mitad llena)

  • No sorprenderme porque en el medio de una caminata se me aparezca un mono en pleno sendero
En la lista no incluyo gente porque, claro está, al comienzo del post dije que iba a enumerar cosas.

domingo, abril 15, 2007

Pura vida

Hace miles de años, en Diciembre pasado, estuve en Rincón de la Vieja. Hice muchas cosas, pero me quedé con las ganas de subir caminando al volcán. Y fue así como un día, en medio de una amistosa charla de temática turístico-aventurera con Iriana, una recepcionista del hostel, traje el tema del volcán de la viejita. "Suena bien! Podríamos ir juntos! Le voy a decir a Sebas". Sebas, un personaje entrañable aunque algo ausente, es el novio de la susodicha. Bien. Un par de semanas o días después, poco importa, Iriana me dice que la idea es un éxito: se suman al plan su hermana y sus padres. Parece que viene uno de sus perros y todo. Sonrisas de oreja a oreja mediante, decidimos que el viaje se lleve a cabo el fin de semana antes de Semana Santa. Fue bastante previsor, considerando que estábamos a mediados de Marzo. Pero turista previsor vale por dos.
La cosa es que llegó la semana previa a la semana previa al fin de semana previo a Semana Santa. Iriana me dice: "No me aguanto para que llegue el viaje. Están todos con muchísimas ganas de ir". Nunca viene demás un poco de motivación. Y llegó la semana previa al fin de semana previo a Semana Santa. Creo que era martes o miércoles. Y digo: "Ya falta poco, eh". "Ay, Alan, no sé qué hacer. Es que es el cumpleaños de mi abuelito y todos quieren ir menos yo.". "Por el viaje no te preocupes, podemos posponerlo". Armé planes alternativos, me lamenté por la suspensión y encaré hacia alguna playa cuyo nombre por suerte olvidé. Miramos el calendario. Ese fin de semana no. El otro tampoco. Ese menos. Y quedamos nomás para este que está terminando. Al pelo. Al menos eso parecía.
Escuché menos entusiasmo durante la semana. Serán los biorritmos. Y llegó el viernes. El plan era irse el sábado muy temprano, hacer la subida ese mismo día, dormir en un hotel ahí cerca, andar en bici el domingo y volver a San José hechos unas almas satisfechas. Viernes a la mañana. A Iriana la veo justo antes de irme al trabajo. Como a la pasada digo: "¿Ya casi, eh?". Toda seria, apenas si me mira y lanza: "No se puede ir, no hay transporte". "¿El qué? ¿Cómo?". Mi ideas se apelmazaron y no logré verbalizar lo que me estaba molestando: "¿Así como si nada, un día antes y solamente porque yo pregunto me decís que el viaje se cancela?". Parte de mi indignación nació de su cara de nada, casi como extrañada que yo no lo sabía. Bien. Pregunto qué pasa. "Mis papás no pueden ir". Ajá. Bien. Me dice que Sebas tiene una pick-up, pero ahí sólo entran 2 personas. Diminuta la pick-up. Me voy al trabajo, pensando alternativas. Sumo dos más dos y se me ocurre que podemos ir en bus. Claro, había que salir el viernes a la tarde. Esa misma tarde. El segundo nombre de mi tío abuelo por parte de alguna prima es peligro.
Chateo con Iriana, comentándole mi genial idea. No se aburra lector, que ya viene lo bueno. Me dice que buenísimo, que yo me vaya en bus. Cuak. Ah, pensé que no había transporte. Parece que ella se va con el Sebas en la pick-up personal. Tratando de entender mejor el tema del milagro automotriz, pregunto si yo no entro en la pick-up. Ah, parece que no porque va la hermana y tres ya van apretados. Pregunto si puedo ir en la parte de atrás. Parece que no. En fin. Llamo por teléfono a Iriana. Le digo que me voy a tomar el bus de las 6 de la tarde. O sea que esa noche duermo en Liberia, que es la ciudad más cercana al volcán. Le pregunto si me pueden llevar en la pick-up hasta el volcán. "Claro, no hay problema, total es cerca". Lector, no olvide esa frase. "Entonces hablamos mañana. Les digo dónde estoy y ustedes me pasan a buscar por el hotel o los espero en la ruta.". "Claro". Recuerden, dijo "claro". Yo algo que tengo es buena memoria. Bien. Me voy un rato antes del trabajo, llego corriendo al hostel, armo la valija, me tomo un taxi, llego diez minutos antes de las seis y...se fue. Demonios, según me dijeron era el último. Caramba, parece que los viernes hay uno a las siete. Compro el boleto, me duermo una siestita en la bellísima terminal y me monto al bólido una hora después.
Calor, embotellamientos, olor a chivo. Por suerte cierro los ojos y pasadas las once y pico de la noche llego a Liberia. Me encamino hasta un hotelucho de mala muerte que encontré en la guía. En la guía dice que está a 100 metros de la Gobernación. Pregunto a un transeunte para dónde queda la Gobernación. Me pregunta si la vieja o la nueva. Le agradezco y sigo caminando derecho. Llegué al hotelucho. Me muestran la habitación. Tal vez sea la habitación más sencilla en la que haya dormido en mi vida. Pero el dejo telúrico me entusiasma y además tiene ventilador, qué joder. Muerto de sed, le pregunto al posadero dónde puedo comprarme un agua. "En la esquina" y señala. Sigo al dedo, llego a la esquina y no encuentro más que persianas bajas. Vuelvo derrotado y repregunto. "En la esquina, a 300 metros".
Ya bebido, me duermo. Me pongo la alarma. El sábado a las 7 pienso llamar a Iriana. Su plan era salir de San José a las 4, lo que me da un buen colchón. Me levanto a las 7 en punto, marco y nadie contesta. "No tendrá señal", pienso. Llamo de nuevo y media. Y a las 8. Y a las y media. Y a las 9. Y a las y media. Y a las 10. Llamo al hostel. No, no me dejó ningún mensaje. Se habrá quedado dormida. Qué raro. Y media tampoco. A las 11 ya estoy entre enojado y muy despistado. No se me ocurren hipótesis más o menos factibles. Ya es hora del check-out. Dejo la habitación, no sin antes preguntar el número del hotel al que íbamos a ir cerca del volcán. Para preguntar por el bus que va de Liberia hasta allá. Averiguo y el próximo sale 12:45. No pierdo nada, pienso, y pregunto si Iriana y Sebas por casualidad hicieron check-in. "Sí, pero ya están en el parque". Ahora sí estoy enojado. Bien. Camino el kilómetro que me separa de la terminal, leo un diario muy aburrido, veo pasar mucha gente, espero la hora y media que me separa del bus y me encamino rumbo a la aventura. Tarde, sólo, pero seguro.
Llego al hotel. Pregunto por la habitación de Iriana y Sebas. Me dicen que no hizo check-in. Suspiro y vuelvo al estado de confusión. Me dicen que hasta las dos no puedo entrar a la habitación. Almuerzo por módicos doce dólares, vuelvo a la recepción y me dicen que resulta que sí, que Iriana y Sebas ya habían hecho check-in nomás. Pura vida. Y me dan la llave. Entre incómodo y confundido, entro a la habitación. Ni un sólo rastro humano. Ni una mochila, ni un desodorante. Nada. No me decidía entre estar o no avergonzado de invadir un cuarto ajena. Al fin y al cabo se suponía que yo era parte de todo este tour. Me acuesto. Como risitos de oro, dudo entre la cama grande y la pequeña. Me acuesto en la grande, pero tratando de no arrugarla. Cierro los ojos y reflexiono. Estoy en una triple. Iriana y el Sebas son dos. Con la hermana tres. Conmigo cuatro. Cuak. Vuelve la furia y decido dormir una siesta paliativa.
Unas dos horas más tarde me levanto. Ahora lo que trepa por mi esófago es angustia. Me siento como cuando mamá llegaba media hora tarde a buscarme al jardín. Seducido y abandonado. Mi analista aparece en una nubecita encima de mi cabeza fresca y susurra maliciosamente que "por algo será". Ya anochece. Las seis. Miro la puerta como un idiota. Leo un capítulo de Madame Bovary. Me voy a la pileta a escuchar marimba. Un par de franceses tomando piña colada. Las siete. Ya casi las ocho. Arreglo en recepción para ir solo al volcán al día siguiente. Me pregunto si no habrán caído al cráter. Ceno por otros módicos doce verdes billetes. Me da cosa meterme en la cama. Qué demonios. Son las nueve y esta gente ya no viene. Tal vez sea como en el club de la pelea y son sólo producto de mi imaginación. Averiguo y me confirman que no tengo que pagar por una triple si duermo solito. Bien. Un poco más de Flaubert y a platicar con Morfeo.
Domingo por la mañana. A concentrarse en la subida al volcán, que después de todo es lo que nos tiene aquí reunidos. O más bien, separados. Estoy comiendo mi plato de frutas, arroz y frijoles y de repente...zas. Veo a Iriana y a Sebas comiendo. Desayunando. A dos mesas de la mía. Pestañeo. No es una visión. Me agarran náuseas. Me levanto y me acerco a su mesa. Y acá la cosa se pone realmente buena.
Ninguno de los dos me mira. Tal vez yo sea producto de su imaginación y decidieron que me desvanezca. Falto de inspiración digo: "hola". Iriana, sin sacar la mirada de su tostada me responde con "hola" digno del Atacama. "¿Cómo estás?". Sigue sin apartar sus ojos de su tostada. Me asumo en el papel de asesino serial. "Mal", respondo. Frunce un poco su labio superior. Me mira, como de reojo. "No pudimos dormir juntos porque no vino mi hermana". O dijo que sí vino. Ninguna de las dos posibles frases me cierra. Atontado atino a responder: "No es eso...ayer estuve esperándolos todo el día". Y miro de reojo a Sebas. Tiene una gorra con la visera hacia atrás. Apenas si despega la mirada de su café con leche. Hora de untar la tostada. "¿A qué hora llegaste?". Mi sangre se acerca al punto de ebullición. "A las dos, pero porque los estuve llamando desde que me desperté, a las 7". Iriana levanta sus cejas, como sorprendida. "Es lo que quedamos. Que me pasaban a buscar. Que hablábamos.". "No...vos dijiste que te ibas a Liberia y qué sé yo.". Siento la necesidad concreta de degollarla. Me mira. Casi como ofendida, lanza: "Vas a tener que subir solo al cráter, porque nosotros fuimos ayer". Comienzo a sentirme identificado con Alex y sus drugos. "Pero...pero...la idea de todo esto era subir juntos. Si no, cuando tuviste ese cumpleaños, me habría venido solo". Ahora frunce seño, como no entendiendo a qué cumpleaños me refiero. Que termine esta agonía de una vez. Vuelve a untar su tostada. El exceso de flema me atraganta. Ni sé si creo en su existencia, pero invoco su nombre. "Dios". Y me doy vuelta con el rostro desencajado. Vuelvo a mi mesa. Me termino el jugo de un trago. Casi ni mastico el cacho de ananá que tenía en el plato. Me levanto. Y me voy. Nunca me sentí tan gratuitamente despreciado. Pura vida.