jueves, octubre 19, 2006

El día de la marmota

Ayer y anteayer dormí 12 horas. Llegué del trabajo y planifiqué una tarde llena de aventuras, actividades, fideos, piletas, lavadas de ropa y pisos, lecturas infinitas, escrituras de blogs sobre bosques nubosos, et al, et al, et al. Pero antes una siestita. Y de repente, el sol nublado de las 6:30 y ya es el otro día. Son las siete y cuarto y ya casi no me duele la cabeza. Ayer me quedé 2 horas demás en la oficina. O sea que hoy entro a las 9. O sea que en un rato voy a nadar. Y si queda tiempo, a salvar al mundo. Tanto plan termina siendo nada. O a lo sumo una siesta. Tal vez algún día aprenda la lección, si es que hay una.

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