sábado, octubre 21, 2006

Aruba

Hoy me levanté 4:30AM para ir a Puerto Viejo. Los pasajes no se pueden reservar por teléfono y el viaje en taxi a la terminal ida y vuelta cuesta casi lo mismo que el pasaje en si. Pregunté por doquier y la multitud es unánime: no vale la pena comprar el pasaje con anticipación. Decido llegar temprano. Llamo un radio-taxi. Mi primer radio-taxi. A los 5' escucho un bocinazo. Claro, no hay timbre y además los departamentos no tienen identificación. Otro bocinazo. Salgo rápido al pasillo a hacerle señas para que no se vaya. Me lleva a la terminal del Caribe. Me deja de la mano de enfrente. Trato de cruzar. Obviamente no hay semáforo ni senda peatonal a la vista. Veo a dos peatones correr, parar en el medio de la avenida y correr aliviados hasta la otra vereda. No pienso tomarme un taxi para que me cruce de vereda. Puteo y cruzo corriendo. 5:15 AM. El micro sale a las 6. Pregunto y llego al lugar donde se venden los pasajes. Hago la cola. Compro mi pasaje. Dos personas atrás mío se acaban los pasajes. Micro lleno. Me compro una factura de guayaba. Como y voy yendo para el micro. Dónde puse el pasaje. En este bolsillo no. En la billetera tampoco. Se ve que acá tampoco. ¿Qué salame, no? Ah, lo habré puesto en la mochila. Ajá, tampoco. Después del quinto bolsillo (tengo un pantalón con muchos bolsillos) empiezo a preocuparme. Resumen: nunca encontré el pasaje. Voy a la ventanilla en la que acabo de comprar el pasaje y con mi mejor cara de salame (nuevamente, no me requiere un gran esfuerzo dada la coyuntura) le pido al buen señor si me puede reimprimir el pasaje. Me dice, mirando para otro lado, que su impresora solamente sirve para imprimir originales (sic). Entiendo que quiere colaborar y me retiro cabizbajo y puteabundo. Se van todos a cagar. Yo seré un pelotudo mayúsculo, pero parecería como si en este país no te ayudara nadie.

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