martes, octubre 03, 2006

Turbinas

Vuela el avión. Salió y no se cayó nomás. Tal vez fue buena la decisión de no ir en barco a pesar de haber visto la película de Piñeyro.
Me encontré con Mary justo antes de embarcar. Charlamos un rato, intercambiamos julepes por decisiones que lo embarcan a uno en algo que quién sabe qué. Ella se va a casar y a mudar de ciudad. Yo...para variar, comparo y concluyo que mi julepe es de cuarta después de todo: 40 días, trabajo interesante, playas con currículo archiprobado. No puede fallar. Las variables parecen bajo control. No me resigno a que el miedo es parte integrante de esta vida y tomo medio Rivotril. Lo tomo con vergüenza, aprovechando que se apagan las luces para el despegue.
La farmacologia triunfa nuevamente sobre el devenir antipático y acá estoy, con bríos literarios después de leer capítulo y medio del libro que agarré para el viaje: Timerman. Chequeo que no vaya con doble eme, me hago el que no me importan las turbulencias y me dedico a decidir si invertir 5 dólares en el desayuno a bordo. Tengo hambre, pero tampoco muchísimo. Lima tal vez sea más barato. No me gusta viajar con la panza pesada. Me habrá puesto en clima semita leer sobre Timerman y su niñez en el Once.
En las pantallitas dan Colateral. Es vieja y actúa Tom Cruise, que parece que está medio loco y seguro que es antisemita. Ayer fue Iom Kipur y no ayuné. Se ve que a mi judaismo lo siento en otra tonalidad. Y hablando de eso, escucho el canal 5 de música del avíon. Clásicos con pompa. Siento que no tengo mucho que festejar. Y que el que lea esto va a pensar que soy un pelmazo por escribir esto y que en Puerto Limón se surfea como en ningun otro lado. Pero el monopolio funciona así y el que escribe esto después de todo es el pelmazo.
Dan solamente un movimiento del cuarteto ese de Bocherini. Es de aerolinea mersa pasar solamente un movimiento. Chequeo el programa en la revista y se leen nombres con nombre: Jaqueline DuPré, Marta Argerich. Me olvido del tema musical y me concentro en el bamboleo. Pienso en Piñeyro. Un hombre recio y de aire como él ni se mosquearía por un poco de samba. Diría en voz baja, en perfecto inglés, el nombre de la corriente de aire que lo provoca y seguiría viendo Colateral. Aunque ya empezó le voy a dar una oportunidad. Como si fuera Piñeyro. Sí señor, como Piñeyro.

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