domingo, octubre 08, 2006

BJ


Tengo un bronceado como de camionero. Algo así. Más bien de perro que asoma por la ventanilla. Rostro y triángulo incipiente debajo de pera. Estoy con un cansancio tremebundo, hoy fue un día largo...pero como los sueños, si no lo cuento se me esfuma.
Ayer fui nomás a la Coca. Tempranico, en colectivo, sin sobresaltos. Me subí al bus a las 7, me fui al asiento que figuraba en mi boleto. Todo muy occidental y cristiano. Eso sí, medio machucado el vehículo. Dos horas y media de viaje. Lección 1: no es lo mismo un viaje de dos horas y media en un coche cama por autopista que uno de dos horas y media en vehículo machucado por camino sinuoso de montaña. Definitivamente no es lo mismo. Alguna que otra náusea y se pasó el viaje. Ya habia leído en las guías que al norte de Jacó hay una playa más chiquita, más nadable, más políticamente correcta. Y como yo soy políticamente correcto, para allá fui nomás. Bienvenido a Playa Herradura. Para llegar caminé 3kms desde la intersección en la que me dejó el chofer. La imagen es bastante similar a la de la entrada de cualquier country. Camino asfaltado impecable. Un tico bien tico pasa pedaleando descalzo su bicicleta. Otros cincuenta ticos con la pinta difuminada por el polarizado pasan con sus 4x4 en colores opacos y brillantes. Yo sigo caminando y al costado de la ruta una imagen como salida de un sueño: en medio de pastizales y ticos que pasan descalzos, un chalecito reluciente, con diseño modernoso al mejor estilo Nordelta, pasto perfectamente cortado. Un yankee igualito a William Macy escribe concentrado en su laptop blancuzca en medio de un living entre hermoso, minimalista y palermitano. De la cocina con tintes italianos sale una tica, que le trae el té a William. William la abraza por la cintura. Son una pareja feliz con el frente del hogar plenamente vidriada. Me distrae otro tico que pasa con su bici. Paso por un megacondominio con carteles en inglés y llego a Playa Herradura. Me acuerdo de las publicidades de Nordelta y suspiro aliviado porque me siento como en casa.
Vengo mezclando tiempos verbales, pero este blog viene así, sin garantia alguna. Y me recibe la herradura. Hay agua, una bahía, olas, yates, arena oscura pero no tanto. Compruebo metafóricamente la existencia de insectos himenópteros en el conjunto de mis nalgas y apenas llego, en vez de acostarme y disfrutar de la playa...zas, me pongo a caminar. Camino hasta la punta de la herradura. En el camino me compro unos bananos. O sea, una banana, que no es lo mismo que un plátano, que es como un banano pero mucho mas enorme, se cocina para comer y no es dulce. Y una rodaja de sandía. Y después de caminar un monton y darme cuenta que hacia la punta en vez de playa hay piedras doy media vuelta y...de nuevo al centro de la herradura. Freno, me concentro, armo un bollito estratégico con mi ropa como para que algún eventual caco tarde en encontrar mi riñonera, miro el mar y...me meto nomás. Linda la temperatura, digamos un poquito más calentita que en Brasil. Color: azulcito medio amarronado. Hago paparruchadas sólo en el agua sin perder de vista mi bollito estratégico. No hay una sola persona a 100 metros a la redonda, pero que uno sea paranoico no implica que nadie lo persiga. Entro en confianza y nado unas cuatro o cinco brazadas. Trago un poquito de agua y siento como si me hubieran inyectado un paquete grande de Celusal. Lección 2: el agua de por acá tiene mucha sal.
Me vuelvo, me como un banano y leo un poco una de las guías. Sección salud: fiebre tifoidea. "Nunca coma frutas compradas en un puesto callejero". Miro la cáscara del banano engullido y decido encarar el tema del seguro médico de una vez por todas. Mañana mismo le digo a Tatiana que no quiero morir lastimosamente en suelo tico y que mejor que asegure mi sano cuerpito.
Almuerzo casi lo de siempre: frijoles, arroz, un cacho de pescado y una ensaladita. Pregunto si hay postre. La camarera sonríe confundida, se va a la caja, habla con el dueño y vuelve con la misma sonrisa y me dice "que no me ofrece postre". Pienso en el cuarto de flan con dulce que dejé en el plato la vez que fui a comer a el 22 y me voy resignado a tomarme el colectivo a Jacó.
Jacó tampoco es tan terrible che. Una callecita de nada y algún que otro parador. Digamos un Villa Gesell hace 40 años, si la imaginación no me falla. Con la versión tica del helado Smash en la panza me meto en las aguas de Jacó. Lección 3: las playas buenas para surfers son malas para bañistas. Después de que me haya tirado al piso la cuarta ola seguida me vuelvo a mi nuevo bollito estratégico. Y bajó el sol y volví a San José y en un rapto de ubicación, celeridad e instinto de supervivencia respondo a la pregunta del chofer de "alguien baja en Colón" bajándome corriendo del colectivo y evitando la temible Coca nocturna. El tal Colón quedaba cerca de mi casa. Fin del domingo. Cómo arde la cara. Última vez que me olvido de comprar protector solar.

1 comentario:

Ariel dijo...

Suenan muy bien las aventuras por las playas ticas, pero deberías recordar al momento de escribirlas que la mayoría de tus lectores (o éste por lo menos), con suerte se sambuyen en las aguas del maldonado cuando se inunda... Un poco de consideración che.

Ya hay planes para el próximo fin de semana?