miércoles, febrero 20, 2008

Limpito

Bus de Rieti a Roma, destino final aeropuerto. Estoy en la última fila de asientos. Varios asientos libres, unos cuantos. Justo adelante mío hay un tipo enchufado al iPod, con gorra, anteojos negros, campera, piernas cruzadas y bastante sueño. Duerme, tal vez rumbo al trabajo. Sube gente, otra se baja. Se sube una mina, tal vez menos de cincuenta o más de cuarenta. Pelo corto, gris, anteojos y con esa pizca de retención anal tan típica de estos pagos. Tiene varios asientos y elije el contiguo al dormilón. Al sentarse se llena del polvo que tiene impregnado el zapato de la pierna cruzada del fulano. Obvio. Más obvio imposible. Se levanta ofendida, mira fijo al chango, que no comprende y se saca los anteojos. Ella empieza a golpearse el pantalón para sacarse la tierra. Un minuto o menos de mirada de reprobación y se sienta en la fila de adelante. El tipo masculla algo en italiano y sigue durmiendo. La mina se sienta, vuelve a limpiarse sonoramente y no vuelve a mirar atrás. Rompepelotas se nace.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente crónica