lunes, enero 01, 2007

Siggy

Confieso que me he psicoanalizado. El primero se llamaba Rinaldi. Doctor Rinaldi seguramente. Calculo que yo tenía unos seis años la primera vez que lo fui a ver. El consultorio quedaba cerca de Billinghurst y Paraguay. Yo en esa época vivía en Caballito, así que me llevaba mi mamá en auto. Aunque, ahora que lo pienso, si hubiese quedado a cinco cuadras de mi casa también me habría llevado en auto.
Creo que iba una vez al año. Uf, otra vez Rinaldi. La sesión empezaba con él sentado en su escritorio y yo enfrente, también sentado. Abría el juego el doctor con su jugosa cajita de muñequitos. Me dejaba jugar mientras él me miraba y anotaba cosas en su libreta. Como Rinaldi me caía mal,primero intentaba arruinarle el juego y hacerme el desinteresado. Pero hay que admitir que el fulano tenía una irresistible colección de animalitos y cowboys.
Después de algunas batallas entre Joe y la pantera punzó venía el trago amargo, el momento nauseabundo. Rinaldi me miraba fijo y, casi sin pensarlo, disparaba: "¿y qué tal las cosas en el country?". Rinaldi se parecía a Italo Lúder y yo sabía que los peronistas eran malos y comían niños en Pesaj, pero esto ya era el colmo del sadismo. Era vox populi que no me animaba a ir a la actividad en el country. El country. El muy desgraciado no tenía mejor idea, año a año, que meter su mugriento y freudiano dedo en mi herida más sangrante. Yo me aguantaba el llanto y balbuceaba un "y, más o menos".
Un rato más de interminable suplicio y pasábamos a lo que yo sabía era la última parte de la sesión. Buenísimo. Un par de pases con una pelotita de mala muerte y de vuelta con mamá. Claro que a la salida Rinaldi hablaba a solas con mamá y seguramente le decía que yo era un niño rozagante, que jugaba re bien con los animalitos, que no podía evitar imaginarme como el próximo centrojás de Atlanta, pero eso sí, a no olvidar que era un freak y que el country cuco feo malo, a diferencia del resto de sus pacientitos que eran gente más normal. Pero claro, todo eso mi mamá ya lo sabía. Si no, pueden imaginarlo, no habría sido mi mamá.

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