sábado, noviembre 07, 2009

Tiempos

La flor no solo marchitó. Murió. Tiempo hace. Y sin embargo la sigo honrando. Su recuerdo, su imagen, de perfectos contornos y aroma. Sigo ritos que yo mismo inventé. Y elevo plegarias y sigo preceptos y nada. Ni cruzamos el Nilo ni vendrá el Mesías. Es el mundo, es la vida, murió y es hora de plantar una nueva flor. Nueva, que tenga aroma y color. Que vibre al son de la brisa fresca de una mañana tan real como celeste. La gente también muere, pero antes mueren las flores. Y por eso plantamos, disfrutamos y volvemos a plantar. Una vez y otra. Y otra vez. Y otra y otra. Y otra vez. Una vez por flor, tantas veces en la vida.

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