Construye, siempre. Da perspectiva, datos, confianza, transparencia. Es esperable. Colabora y, sobre todo, no implica desamor. Mucho menos indiferencia. Es preocupación, equipo y esperanza.
Pateás mal. Estás encorvado. No soportás las críticas. Sos tímido, aburrido, repetitivo, rebuscado. Caprichoso, egoista, cerrado, intolerante. Sabés poco del tema. Siempre cansado, obsesivo, desprolijo. Hipocondríaco, ansioso, miedoso. Distraído, fanático y perfeccionista. Y lo peor: cosas que todavía no sabés.
La crítica puede ser errónea. Puede no ser compartida por otros. Casi nunca es ofensiva, hiriente. Y sobre todo, lo que más importa: la mitad de su impacto reside en el receptor. Se la puede ignorar. También magnificar e incluso resentir.
Refutar es morir un poco. Oda a la crítica. Que viva. Qué vida.
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