domingo, diciembre 31, 2006

Adicto

Es de público conocimiento mi adicción a los ólogos, atras e istas. Pero esta vez decidí darle una chance a un áctico. Amanecí hace unas semanas con un punzante dolor en la espalda. Dorsales, lado izquierdo. Como si un duendecito se estuviese agarrando de mi espalda usando sólo su dura dentadura.
Más temprano que tarde y sin descanso, me acordé de un cartel que había visto cerca del trabajo: quiropráctica. Y bueh, vamo. Saqué turno y fui. Alabado sea Alá y las sonadas de espalda y cuello. Dos cracks y el duendecito ya estaba dándome besos. ¡Tres hurras por los ácticos!

El jinete

El fin de semana pasado fui a Tamarindo. Es una playa sobre el Pacífico. Icono gringo. Una especie de micro Cancún en chancletas y con olas altas y en chanfle. Digamos que por alguna razón decidí ir a Tamarindo. Una vez allá, sábado a la mañana, me puse a caminar por la playa. El público se dividía en dos: los surfers y las muchachas que admiraban los saltos y los pectorales de los surfers. Como a mi los pectorales no me dicen nada, decidí que mi lugar era el otro. Y fue así como decidí embarcarme en mi primer clase de surf, sinovitis crónica y todo.
La experiencia fue genial. Desde llevar la tabla bajo el brazo bajo la mirada atenta de los equivalentes locales de la gaviota, hasta ese momento único y celestial en el que, sí, lo hice, ambos pies se paran sobre el board, la espuma de la ola acaricia los tobillos, se escruta la costa evitando parecer aterrorizado y se hace equilibro con los brazos con el flequillo o similar al viento. Fue la primer clase. Terminé muerto y me caí como veinte estrepitosas veces de la tabla. Eso sí, volveré al Pacífico y seré pectorales. Sí señor.

Tiempo al tiempo

Ok, yo soy de llegar tarde. Digo a las diez y llego y cinco. O y cuarto. Y suelo llegar corriendo, transpirado y pidiendo disculpas. Lo que mi escandinava mente no logra concebir es qué oscuro pensamiento guía las acciones de un tico cuando dice que va a pasar a las nueve y llega once y media, sonriendo y hablando de cómo cocinar un buen tamal para estas fiestas. Choque cultural que le dicen, a contramano y sin fasten seat belt.

martes, diciembre 19, 2006

Mil palabras

A veces saco muchas fotos. Y otras veces no saco. En este viaje casi no estoy sacando. Me apena, porque para contar lo que vivo qué mejor que unos cuantos verdes, azules y rojos. Pero hay lo que hay y por ahora casi que sólo son palabras.

Conmigo o sinmigo

Para bien o para mal, con o sin ti y hasta por aquí y por allá, la cosa es que estoy bloggeando menos. Es bueno, porque significa que tengo menos tardes solitarias y ahuecadas. Es malo, porque me gusta escribir y me hace bien. Aunque tampoco es cosa de poner al blogger delante del blog...¿O era al revés?

martes, diciembre 12, 2006

El hostel

Como bien saben, estoy viviendo en Casa Yoses. La verdad es que la vida cambió bastante. Tengo pendiente subir a la compu una recorrida completa de la casa de Rogel. Rogel. El gordito inmundo terminó peleado con Tatiana. Porque le quiso cobrar la cuenta de teléfono desde Agosto. Pero yo no entré en Agosto. Pero Rogel no se rige por ese tipo de razonamiento. Y se pelearon. Cosa de ellos. Yo ya estoy acá. Es como bloggear. La vida se vuelve semipublica. Todos se enteran si me ducho, si desayuno o si hablo por teléfono. Y viceversa. Por lo visto tengo algo de voyeur y de exhibicionista. Y de hippie y comunista. Porque lo disfruto. No me vendría nada mal tener mi propio baño. Pero ya estoy negociando eso.
La comunidad, como era de esperar, tiene dos clases muy distintas de ciudadanos: los de residencia permanente y los nómades. Los trabajadores y los turistas. Yo soy de los primeros, pero dentro de todo nos mezclamos con los segundos. Los primeros somos unos 5. Dos argentinos (Lucas y yo), un siciliano (Antonio), un canadiense (Richard) y una sueca (Emmylou). Hubo una alemana (Lynda) y una inglesa (Jenny). Y después los nómades. Es más fácil la integración cuando se organiza algún evento. El otro día hubo un shawarma popular. También están las actividades espontáneas. Hoy por ejemplo Richard hizo fideos, Emmylou ensalada y yo lavé los platos. Y estoy en proceso de hacer arroz con leche. Y dulce de leche. Quién sabe si voy a hacer vomitar a dos ciudadanos primermundistas. Quién sabe si no estoy empezando a pasarla mejor. Quién sabe si podré tolerarlo.

miércoles, diciembre 06, 2006

La mitad llena

Ok. Ok. Vamos a por un tiempo de ticos positivo. The bright side of life. Huyamos de ese personaje huraño, estereotipado y singular. Y repasemos todo lo hedonista que tuvo esta semana. Que fue mucho y variado. El segundo dia de buceo, para empezar. Esa sensación tan parecida a flotar aunque, claro está, nunca floté. Bucear es lindo, pero bucear boca arriba, viendo las burbujotas ascender y la luz refractarse con autodeterminación y libertad es sencillamente conmovedor. Y ver pasar una tortuga carey. Y esos dos tiburones. Y esa morena sacada directo de una peli de Spielberg.
Podría seguir por la mudanza. Ya estoy en el hostel. Lindo el barrio: acá sí hay casas y se puede vivir siendo peatón. Lindo estar siempre acompañado. Siempre hay alguien desayunando, o viendo tele y hasta contando estrellas en el jardín de adelante.
Ahora voy al trabajo con algún compañero. A la salida en general vamos con algún otro a cenar y tal vez a por unas cervezas. Ya tengo mi carnet de buceo. El sábado es la fiesta de fin de año de Artinsoft. Todo un día a pura pileta y almuerzos. La vida sonríe y no se le ve ni una caries.

Creo que fui bastante positivo en este post, pero fue un esfuerzo consciente. Tal vez considere que mi público paga por leer desventuras poco venturosas. Tal vez debería hacer que la próxima encuesta sea sobre el tono del blog. O el tono de mi mirada, si es que se puede mirar como contratenor o como soprano. Eso me hace acordar que estos últimos días estuve escuchando y reescuchando una versión increible que tengo de las Bodas de Fígaro. De eso no hay dudas: esa obertura es una de esas cosas por las que, no jodamos, sí que vale la pena vivir.

Cabrones

Llego ayer al mediodía a la pileta. La están refaccionando. "Hola, qué tal. ¿Cuándo va a reabrir la piscina?" (uf, espero que sea menos de una semana). "En enero". "¿¿ENEROOO??" (buscando al menos una pizca de condescendencia o disculpas). "Sí, Enero". Y miró para otro lado. Bien.
Entonces vuelvo hoy. A pedir que me devuelvan el mes o que al menos me pospongan la suscripción. "No, chico, no se hacen ni devoluciones ni posposiciones por piscina". "Pero a mí nadie me avisó". "Hace un mes que se avisó" (y señala un papelucho insignificante pegado en la recepción, que en Arial 12 Bold dice "noticias importantes"). "Pero podrían al menos haber mandado un correo". "No mandamos correo. Lo que puede hacer es sacar un carnet para ir a la sucursal de Cipreses" (Nota del autor: Cipreses es, de la loma del orto, 200m al Este y 50m al Sur). "¿Me lo pueden enviar?". "No enviamos. Usted lo viene a buscar".
Recordemos que pagué 200 dólares por 3 meses de pileta. O sea, 60 de esos verdes billetes a la basura. Tamaño residuo.

martes, diciembre 05, 2006

Se dice de mi

Estimados lectores: a pedido de numerosos suscriptores, han sido removidas las molestas letras que aparecian al querer ingresar un comentario. Ahora si...no participa el que no quiere!

Serie "carteles ticos"


Olas y viento

Hoy bucée. O como se escriba. En fin, que estoy escribiendo con el gemelo izquierdo apoyado sobre el sillón de la recepción. Mi némesis mira con recelo. Lo que se dice un provocador nato. Debería bautizarlo. Me pareció escuchar que se llama Juan, pero lo descarté por aburrido. Digamos que se llama Chucho. O algo más odioso. Teo. Menos sofisticado. Cerramos en Luis. Y yo sin contar ni pizca del buceo.
Tal vez sea un mejor relator de lo catastrófico. O simplemente de lo irritante. O quién te dice que no le doy mucha bola al resto de las sensaciones. El momento cumbre del día fue sobre la superficie: nos siguió un grupo de simpáticos delfines durante un buen rato mientras navegábamos entre buceos. Salta que te salta entre las olas. Y hasta una vez haciendo la mortal. Es evidente que hay bichos que nacieron para ser simpáticos.
Los buceos estuvieron muy buenos, sobre todo por la sensación en si. Vi algunos peces, pero en ese sentido fue un poquito decepcionante. En cuanto a bajar a doce metros y no morir, debo admitir que me enorgullece y mucho. Mañana hay dos buceos más. Me gusta bucear. Lástima que me marean los barcos. Eso sí, no tanto como a Walter, un camarada de inmersión, que decidió depositar toda la sandía que había desayunado sobre mi chaleco y el suyo. Por suerte los tiburones no son escatológicos.

Noche larga #7


Ultimos días de la víctima.

Noche larga #6


Debe estar soñando que sacrifica chanchos o algo así.

Noche larga #5



No es una noche fácil.

Noche larga #4



Este muchacho es polifónico.

Noche larga #3



No quiero tomar Rivotril para olvidar. No quiero tomar Rivotril para olvidar. No quiero tomar Rivotril para olvidar.

Noche larga #2



Siento un deseo irrefrenable de acabar con la vida de Randall.

Noche larga #1



Mi compañero de habitación se llama Randall. Ronca. Bastante.

Dive now

Bueh. La cosa es que me llamaron del lugar de buceo y me dijeron que ya habían hecho las reservas, que yo firmé en el contrato que no se podía cancelar el viaje una vez reservado, que iba a incurrir en altos costos debido a esto y que si aprecio mi vida más me vale que me vaya antes del trabajo, tome dos clases en un solo día y me apreste a viajar este fin de semana. Me apresté nomás, leí lo que me quedaba del manual, hice los ejercicios y fui a la clase con el bueno de Héctor. Lo único que me deja perplejo de Héctor es que me dijo que nunca recibió un mail mio avisando que no podía ir debido a una migraña. Curioso, considerando que su mail conminándome a viajar iba en respuesta al mail que nunca recibió. No, no vale la pena. O como dijo Francesco, el italiano dueño del instituto de buceo (luego de cobrarme 25 dólares con una sonrisa tras haber faltado a una clase sin avisar con 24 horas de anticipación - si, claro, io tambene tengo migrania, ma, compréndame Alan): "e l'idiozincrazia del paí". Llovía, me había llamado un radiotaxi hace ya media hora y al preguntar cuánto iba a demorar simplemente le respondieron "ahorita llega, cinco minutitos". Me volví caminando. No, el paraguas lo había dejado en el trabajo.

Bigote

Qué de gente desagradable. Bah, uno. El tipo de la recepción. Le pregunto a la mina que me mostró la habitación si internet es pago. Me dice que no, que lo use. Hay dos computadoras. Me acerco. Escucho un gruñido. Grmskfl. "¿Cómo dice?" (no soy disimulado cuando alguien me cae mal). "¿Qué hace?". Iba a decir que básicamente estaba parado, pero intuí a dónde iba y lo contenté con un "quiero usar una computadora". "No puede". "La chica me dijo que podía". "No se puede. Las computadoras son de los estudiantes. Si ellos quieren, se las prestan". "Gracias, no es tan urgente". No debo irritarme con facilidad. No debo irritarme con facilidad. No debo irritarme con facilidad.

PD: La doble cuesta 85 dólares

Itabo

Acabo de llegar al hotel. La flor de Itabo. El señor de la recepción está haciendo una factura cuando llego. Ni se mosquea por mi presencia. Espero cortés. Sigo esperando. Sigo. Me harto. Tengo calor. Ya no soporto este jean. El viaje fue de seis horas, nada mal. Al final aparece una chica y termino en mi cuarto: el cuatro.
Tengo calor. Voy al baño. Escena del video. Desesperanza. Vuelvo a la recepción. El tipo ahora está con dos alemanas literalmente cazando una mosca. Digo "buenas". Agito mi brazo delante de su cara. Por fin me mira. "No anda el inodoro". "¿Cómo que no anda?". "No anda, no baja el agua". "No entiendo". "No sé, no anda". Por suerte apareció otro alma salvadora que, linterna en mano, solucionó el percance. Ya me bañé y todo.
Mañana voy a bucear en aguas abiertas. Si, ya sé, se había cancelado todo. La cosa es que se descanceló. ¿Cómo? Hay que admitir que soy bueno para crear suspenso...

viernes, diciembre 01, 2006

Una luz azul en el camino

La frase "bus directo" en este país es un oximoron.

Apio verde

Me despierta el clásico alarido de niño acalorado. Estoy un micro. Se bambolea. Son las nueve y hace ya cinco que estoy acá adentro. Es mi cumpleaños. Voy rumbo a Playa del Coco y ocupo dos asientos. Pero esto se bambolea demasiado y la historia es larga. Mejor sigo durmiendo al ritmo del pollo frito.