
El domingo estuvo muy lindo hasta que me agarró esa especie de silbido que presagia un dolor de cabeza. Siguió silbando y silbando y llegó un momento, mientras cruzaba en botecito el riacho que se forma entre la reserva y el pueblo cuando sube la marea, en el que rogué que salte el cocodrilo Pedro y me arranque las sienes de una vez y para siempre. La cosa es que me había olvidado el Tetralgin en San José. Y me estaba acordando básicamente de Freud y su progenitora cuando llegué, vomito contenido, hasta la farmacia de Manuel Antonio. Yanki delante mío. A los gritos pelados. O sea, charlando con otra yanki. Sobre si compraba o no una pastilla para dormir esta noche. Y a mi qué. Y mucho menos en inglés. Y menos que menos, cuando se dio vuelta y con gran nasalidad me dijo en inglés si quería pasar. "Permiso" le dije. Quise ser más hiriente. Se hace lo que se puede.
1 comentario:
Será la cercanía con Venuezuela y su influencia de telenovelas y cantantes melódicos? Cómo puede ser que hasta las playas tengan "doble nombre"?
Marco Antonio, Carlos Alberto... qué más? Contanos si existe la montaña José Arnaldo!
Publicar un comentario