jueves, noviembre 30, 2006

Terminando el comienzo

Tres y veinticinco. Ahora y veintiseis. Me acabo de subir al taxi a Ezeiza y ya estamos por la torre de Interama. El chofer es la versión elegante de Moyano. Cuando lo vi en la puerta de casa le dije "buenas noches". "Buenos días", respondió. Maneja un Fiat chiquito pero con clase y casi sin kilómetrs. Escucha a Tom Jones sin siquiera tararear. Ahora suena Phil Collins. Me pregunta con qué aerolínea vuelo. No promueve el diálogo supérfluo. Por alguna razón hoy viajo con pantalón beige y camisa manga corta de colores. Es de esos días en los que disfruto imaginándome yuppie y burgeoise bohéme, mezcladito y yuxtapuesto.
Durante estas dos semanas no escribí nada. Ni siquiera mentalmente. Tengo unas diez horas hasta aterrizar en San José. Suficientes para escribir una retrospectiva porteña. Si supiera lo que es un aguafuerte le daría ese tono. A conformarse con hombres de palito a mano alzada.

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