miércoles, marzo 12, 2008

Cosas que me pasan con los vuelos

Como ya debería haberme dado cuenta para este momento, me pasan cosas raras con los vuelos. Lo apasionante es que siempre son cosas distintas. El otro día compré un vuelo a Madrid. De esos baratos. Y decidí después ir a Estocolmo en esa misma fecha. Conclusión: compré un pasaje que nunca usé. Novedoso, pensé. Y tampoco taan caro. Bien.

La cosa es que llega el día del vuelo a Estocolmo. Me levanto religiosamente a las 6, escucho a mi panza dudar y decido: no voy a Estocolmo. Estaba cansado, mi anfitrión en Estocolmo no me había respondido el último mail pidiendo su número de teléfono, el pronóstico en Suecia estaba horrible y el día estaba todo despejado en Barcelona. Decidí quedarme. Segundo vuelo que pierdo. Bah, tercero, porque ya tenía un pasaje de Estocolmo a Hamburgo. Una pasión por lo visto. Entonces, un poco zonzo y un poco perezoso, me compro un pasaje a Bremen. Bremen queda cerca de Hamburgo, mi siguiente destino. Y en Bremen vive una amiga que me había invitado a la casa. Vamos a Bremen, pensé. Y compré el pasaje. Esto fue el sábado.

Hoy es miércoles. Hoy vuelo a Bremen. Estoy sentado en la puerta de embarque y todavía falta como una hora y pico para que salga el vuelo. Sería dificil que lo pierda. La situación no es tan atípica. O más o menos. Ayer a la noche, a eso de las once, decidí imprimir mi pasaje electrónico a Bremen. Entré como siempre a mi correo de Yahoo, busqué Bremen y vi...nada. Nada. Busqué Ryanair y...nada. Busqué en Gmail y...nada. Nada. No había pasaje. No había. Confiado, entré al sitio de Ryanair. Solamente se podía recuperar información de pasaje con número de reserva. Problemas. Ya más zonzo y menos perezoso, decidí entrar en mi cuenta, para ver si realmente había comprado el pasaje. Sorprendido pero en cierto modo aliviado, comprobé que no, no había habido ningún gasto ese sábado a la mañana. Curioso. Juro que recuerdo haberlo comprado. Bueno. Soy distraído, puede pasar, la confusión, el sueño, el jet-lag. Y entro a comprar mi (nuevo?) pasaje. Pongo todos los datos, compruebo que casi no había aumentado, pelo billetera y...no está mi tarjeta. Bien. Busco busco, no encuentro. Pienso: la perdí. Mi vida va barranca abajo. Por suerte el otro día saqué bastante plata, así que para estos días de viaje tengo. Pero caramba, tengo el recuerdo de haber guardado esa plata en algún lugar secreto que olvidé.

Para ser una crisis terminal, estaba bastante tranquilo. Todo el tiempo estuvo al lado mío Lucas, entretenido por la comedia dramática mientras me ayudaba a buscar. Di vuelta toda la pieza y encontré la guita. Estaba en mi cosito de guardar remedios. Santo remedio. Bien, ya con dinero y algo más de autoestima, le pedí a Lucas que me pague el pasaje a Bremen. Pagado. Decido ir a dormir. Muevo unos cables del medio y aparece ella, reluciente y con carita de inocente. Mi tarjeta. Correcto. Los astros comienzan a alinearse. Y bueno, cualquiera se puede olvidar de comprar un vuelo, no?

Entonces viajo hasta el aeropuerto. Girona, es lejos. Hago la cola. Presento pasaporte y el tipo me mira raro. Veo su lista y aparece mi nombre dos veces. Me dice "señor, creo que compró su pasaje en más de una ocasión". No recuerdo si dije algo así como "sí, a veces me pasa". Y en un rato vuelo a Bremen. Dicen que hay buenas salchichas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Que suerte que tenés hijo, sos muy cómico, te envidio. Papá

Anónimo dijo...

Para completar el delirio de ayer a la noche y la sucesión de complicaciones sólo faltaba que otro Alan (tu clon) estuviera en la cola de Ryanair esperando ir para Bremen.