martes, octubre 27, 2009

Rotas cadenas

Cantar victoria suele ser cantar derrota, por lo que la oda quedará para otro lustro. Durante estas últimas semanas, angustias repetidas, matutinas y razonablemente irracionales poblaron un horizonte más bien neblinoso. Algún llanto, mucho miedo, menos alegrías. Y sin embargo, un sol. Un brote de vida, una flor que emerge entre el musgo y la piedra añeja. Hace semanas que prácticamente no tengo migrañas. Y no es ni un milagro ni una maldición, sino más bien un aprendizaje. Entendí, creo, hoy, por ahora, a nivel semiconsciente y con bastante éxito, qué pasa en mi mente y cuerpo cuando la jaqueca está a punto de ver la luz del día. Y de ahí a la acción preventiva de relajación y cambio de tema mental solo hay un paso.
Alarmas previas y ese tal vez ese sea el secreto. Para no llenarme a la hora de comer parrillada. Para no estar en internet hasta que explotan ojos y mente por igual. Para no dictar curso, responder preguntas, comer sanguchitos y siempre sin ese entendimiento. Porque el propio entendimiento, la propia detección del síntoma temprano, es parte de la solución.
Cuerpo, creo que es el comienzo de una gran amistad.

2 comentarios:

Matata dijo...

Excelente lalo, gran avance!

German Pellejero dijo...

Vaaaamos Aloya!!