Cantar victoria suele ser cantar derrota, por lo que la oda quedará para otro lustro. Durante estas últimas semanas, angustias repetidas, matutinas y razonablemente irracionales poblaron un horizonte más bien neblinoso. Algún llanto, mucho miedo, menos alegrías. Y sin embargo, un sol. Un brote de vida, una flor que emerge entre el musgo y la piedra añeja. Hace semanas que prácticamente no tengo migrañas. Y no es ni un milagro ni una maldición, sino más bien un aprendizaje. Entendí, creo, hoy, por ahora, a nivel semiconsciente y con bastante éxito, qué pasa en mi mente y cuerpo cuando la jaqueca está a punto de ver la luz del día. Y de ahí a la acción preventiva de relajación y cambio de tema mental solo hay un paso.
Alarmas previas y ese tal vez ese sea el secreto. Para no llenarme a la hora de comer parrillada. Para no estar en internet hasta que explotan ojos y mente por igual. Para no dictar curso, responder preguntas, comer sanguchitos y siempre sin ese entendimiento. Porque el propio entendimiento, la propia detección del síntoma temprano, es parte de la solución.
Cuerpo, creo que es el comienzo de una gran amistad.
martes, octubre 27, 2009
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2 comentarios:
Excelente lalo, gran avance!
Vaaaamos Aloya!!
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