martes, octubre 02, 2007

Los ticos y el ticomundo


No es que esté de mal humor. Muy por el contrario, fluye por mi ánimo sangre de optimismo y frescura: acabo de recibir un genial masaje que quitó contracturas y preocupaciones. Pero esto merece una reflexión:

Alan (para un taxi): Disculpe, ¿Tiene cambio de 10 mil?
Taxista (apenado): No, no tengo...¿A dónde va?
Alan (revisando su billetera y viendo que tiene uno de 5 mil): A los Yoses... ¿Y de 5 mil?
Taxista (entusiasmado repentinamente): Sí, de 5 mil tengo! Suba!
Alan (se sube e indica): Del Spoon de Los Yoses 100 metros...
Taxista (pasa un semáforo y, a modo de reflexión, interrumpe como caído de una nube): ¿Y no tiene menos que 5 mil?
Alan (controlando su ira): No, no tengo menos de 5 mil
Taxista (como volviendo de un sueño): Es que no tengo cambio de 5 mil
Alan (tratando de encontrarle una explicación a lo que está sucediendo): Entonces me bajo
El taxi para y me bajo.

Lo que venía pensando es que los niños son así, en cierto sentido. Viven en su mundo de felicidad y fantasía mientras les de el cuero. Hasta que llega la realidad y les arruina la fiesta. Lo que no sé es si Freud acá se daría un panzazo o directamente se pegaría un tiro.

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