jueves, mayo 24, 2007

Sólo sé sonreir

Y bueh. La cosa es que me mudé. Entre el affaire Iriana y el hartazgo que termina produciendo tanto turista nómade que obliga a hacer cola para lavarse los dientes, decidí volar del nido. La alternativa fue una habitación poco agraciada en un departamento en el que viven Clemente y Priscilla, dos simpáticos franceses con ansias de latinoamericanismo. Por el momento vivo con alguna que otra vicisitud: el colchón inflable con el que comparto mis noches tiene algunos problemas de retención. A eso de las 5 suelo despertarme con al menos una rodilla en contacto con el piso. Da ganas de inflar, pero el amigo es un tanto ruidoso a la hora del influjo aéreo. Y a esperar, que un buen yogi debe manejar su tensión. Om, om y om.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Che Alan, ya basta de hacerte el fakir y buscate un bueno colchón de una vez! Tu espalda te agradecerá los dólares gastados y cualquier cosa que te cambies de casa, siempre lo podés llevar con vos.

Anónimo dijo...

Al fin.

Anónimo dijo...

Será aceptar el colchón inflable, una pincelada más de tu actitud revolucionaria, que denotaría cada vez más, el ROMANTICISMO incuestionable en el que estás hoy metido.
Es característica fundamental del ROMANTICO, la ruptura con la tradición, con el orden y con la jerarquía de valores culturales y sociales imperantes. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. El ROMANTICISMO es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo.