lunes, mayo 28, 2007

Rueda de negocios

Hay gente que tiene lo que se dice un sexto sentido para el comercio. Un instinto, una ferocidad natural. El jueves a la tarde llamé por teléfono a una agencia que me habían recomendado para alquilar un auto. Dejé amablemente mi número de tarjeta de crédito y la dirección de la oficina para que me dejen el auto el viernes a las cuatro y media de la tarde. El viernes a las tres y media me llaman para pedirme de nuevo la dirección. A las menos cuarto para confirmar que voy a estar. A las cuatro y diez para decirme que tienen problemas con la tarjeta. Que llamaron por teléfono a mi banco en Buenos Aires, pero que no contestaba nadie (¡sic!). Ajá. Bien. Ofrecí mi tarjeta de débito tica. Ok. Me llaman a las y cuarto para decirme que no pudieron hacer la transferencia. Les aclaro que, al parecer por política del banco, no se pueden hacer transacciones de más de cien dólares a la vez. Me dice que entonces no se puede, porque la transferencia en este caso es de mil diez dólares (es el depósito para el seguro) y, claro está, debería pasar la tarjeta 5 (¡¡¡sic!!!) veces. Le contesto en voz clara y firme, conteniendo la ira (que según Sivananda es el origen de toda la energía vital que pierdo día a día), que cuál es entonces el problema de pasar 10 (sic) veces la tarjeta. "¿Pero cómo voy a pasar la tarjeta 10 veces?". "Una después de la otra", creo que le respondí. "No se puede" (sic). ". "¿¿Pero por qué??". "Porque no". "A ver si entiendo...usted me está diciendo que se va a perder de alquilarme un auto durante un fin de semana porque no quiere pasar la tarjeta 10 veces?". "Es correcto". Click...tuuuuuuuuu.
Clemente, mi compañero de departamento, es pasante en la cámara de comercio francesa-costarricense. Parece que el otro día lo llamaron para avisarle que había una delegación de Danone en el país. Que se quedaban 24hs y que estaban interesados en importar fresas ticas a Francia. Parece que son ricas y baratas. El sueño de toda multinacional. Así que Clemente, diligente y europeo, agarró la guía y buscó alternativas. Encontró el teléfono de la Cámara Costarricense de Agricultores y llamó. "Buenas". "Ah, qué tal, le hablo de la Cámara Europea de Comercio FrancoCostarricense para comentarle que una delegación de Danone, la multinacional alimenticia más importante de Francia, está muy interesada en importar fresas a su país. ¿Con quién podría contactarme para iniciar este negocio?". "Lo siento mucho, pero en este momento estamos almorzando. Por favor llame en dos horas.". Click....tuuuuuuuuuuuu.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los que dicen que el hombre feliz, no usa camisa, seguramente no vivieron en ticolandia; allí son felices por el sólo hecho des er como son ((pura vida, pura idiosincracia)). Hacen lo que les canta el forro del ... , cuando quieren y como quieren. Es o no es felicidad este modo de ser. ¿Para qué hace falta tener o no camisa ?