sábado, noviembre 03, 2007

Solamente solo

Circunstancias, afán de probar novedades, abandonos reales e imaginarios y exageraciones mediante, las últimas semanas estuve y me sentí bastante solo. La oficina es la oficina y por suerte, aunque más no sea puertas adentro, es a la vez fraternal y productiva. Pero puertas afuera la cosa pegó un viraje un tanto centrípeto.
El expatriado cambia de grupos de amigos como de piel: una vez por semestre. Pero este octubre hubo emigración repentina y volaron hacia el norte todos los amigos que tenía: Doménico, Camila, Audrey y Claire, mi compañera de habitación. Y con los que quedaron hay una total ausencia de química. Incluyendo, o sobre todo, a Florent, mi nuevo colega habitacional.
Tal vez no sepa estar solo. Raro. De chico pasaba tardes y tardes sin otra compañía que la de los He-Man, mis libros de mitología griega y el ruido a encerado de piso de la empleada de turno. Pero eso era durante la semana. Sábado y domingo se oscurecía el panorama: 50 kilómetros a puro conurbano y estábamos en el country. Y ojo que no haya sido un día lindo. Cada vez que mamá o papá pasaban al lado mío iban a repetir, incansables, que cómo me iba a quedar encerrado, con lo despejado que estaba el cielo. Eso, traducido por mi cerebrito intolerante, era un claro "deberías tener amiguitos y ser feliz". Y así, veinte años más tarde, me martirizo y me martirizo por quedarme un sábado y un domingo sentado en la cama, mirando películas y comiendo ensaladas de alcaucil y pejibaye. Aunque de a poco creo que me estoy educando. Más tarde que temprano y a los tumbos, se puede aprender a estar solo.

No hay comentarios.: