martes, marzo 13, 2007

A la cama con Fidel

Sí, adivinaron: Fidelito es el perrito que compraron en el hostel. Lo que se dice un amor tropical, porque acá, digan lo que digan, no hay ni verano ni invierno. Ya tiene como casi 3 meses y crece como uno o dos cachitos cada día. Tiene mirada inocentona, es muy escurridizo y casi siempre sabe cuándo moderar la mordida incesante propia de un teen como él.
Casi todas las mañanas desayuno con él en el jardín. Y está claro que me quiere por lo que soy y no por mis cereales con leche. Se acuesta apoyándose sobre mi espalda y duerme una siestita hasta que me levanto. Otras cuantas mañanas hago yoga en el jardín y Fidelito muerde, como en la foto, la toalla sobre la que hago postura tras postura. Y hay más: esta semana Jochi, el dueño del hostel, está de viaje. ¿Y a quién eligió como tutor o encargado del dulce can? Su servidor, por supus. El lunes fue nuestra primer noche juntos: difícil, debo admitirlo. Unas dos horitas para lograr que deje de llorar cuando cerraba la puerta del cuarto y se decidiese a cerrar los ojitos. No hubo más remedio que dormir abrazaditos, juntito lo do juntito. Ayer la cosa fue más directa: media horita y lo tenía dormido. El objetivo hoy es bajar los 15'. Pero con esa mirada, no hay quien le pierda la paciencia.

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