sábado, julio 28, 2007

Nunca salga sin él

Recién salí un ratito a caminar por el barrio. Averigüé por un curso de canto y me compré un tecito frío. Y de repente, a menos de 5 cuadras de la casa de Julieta, se largó el chaparrón. Así de tropical e irreverente. Me vine corriendo. Pantalón y remera goteando. Y encima acaba de parar. Lo que se dice un país líquido, en todo sentido.

Serie grandes dialogos - hoy: atendiendo el telefono

En la casa de Julieta. sábado, estoy solo, suena el teléfono y atiendo

Yo: ¿Hola?
Voz: ¿Aló?
Yo: Sí, qué tal
Voz: ¿Ahí no conocen a un muchacho que se llama Jose?
Yo: Disculpe, pero no lo conozco
Voz: ¿Cuál es el número?
Yo: Disculpe, pero me acabo de mudar y no conozco el número
Voz: ¿Es el 225-6734?
Yo: Le acabo de decir que no conozco el número
Voz: Ah, gracias

Loco es el que espera distinto resultado a partir de la misma acción. O algo así.

martes, julio 24, 2007

Perpetum irritabilis

Lo acepto, soy un intolerante. Peor aún, soy un intolerante de lo más ansioso. Pero no sé si quiero ser distinto. Hace una semana que vivo en la casa de Julieta y ya me quiero ir. En esta casa vivió Maribel durante un año. Maribel es la española del desplante inmobiliario. Se ve que la culpa horodó al menos una cucharada en su ibérica alma y decidió conseguirme cama donde dormir y techo bajo el cual cubrirme de la lluvia, que por estas épocas arrecia y no para de arreciar. Julieta es tica, debe tener unos sesenta años y un prontuario que la pintó atractiva y casi con acuarelas: poetisa, docente universitaria en la carrera de Letras y activista contra el TLC. Esa dosis de psicobolchevismo que tanto extraño, pensé. Pero la vida no se vive pensando sino pasando. Me tienta la posibilidad de revivir el fenómeno repostero que significó Rogel y volver a tener un némesis Pero ya que estoy, mejor la paso bien y me voy de acá.
Julieta es como una madre. O más bien, como una abuela. Es decir alguien que te cuida, te critica, te observa, te comenta, te cocina, te pregunta por qué no comiste lo que cocinó, te dice que rompiste la conexión a internet cuando eso no ocurrió, te recomienda que no abras la ventana de la pieza porque entran mosquitos. En fin, cosas que sólo acepto que me las diga mi madre. O sea, no soporto que me las diga Julieta. Y el otro día Priscilla me cuenta que Alfonso, el dueño del departamento en el que vivía, preguntó si aquel simpático argentino no podía quedarse alquilando. A no preocuparse que a ese le mantengo el precio. Y a la porra, me dije ayer: pago bastante más, pero recupero mi intimidad y libre albedrío. Y en cuanto consiga un compañero de alquiler, bajo costos y subo la alegría de vivir. Ahora el objetivo es contactar a Alfonso. ¡Hasta el alquiler, siempre!

miércoles, julio 18, 2007

El horror

Mark, el vecino de la habitación de al lado, ronca. Mucho. Me puse los tapones para los oídos y el penetrante vaivén sonoro sigue incólumne. Noche larga. La pregunta es si llega a causal de divorcio.

sábado, julio 14, 2007

Tan de repente

En medio de la mudanza agarré un bolso que no usaba hace rato, lo abrí y apareció él para alegrarme el día: un bocadito Cabsha traído de mi último viaje al que nadie, pobre diablo, había masticado. Oh, el placer, el placer.

Mudanza

Estoy preparando las cosas para la mudanza. El bueno de David me pasa a buscar en un rato para irme a la nueva casa. Hace menos de una hora que empecé a preparar las cosas y ya casi termino. ¿Será que el apego material se mide por el tiempo que toma una mudanza? Una vez alguien hermoso me dijo que los viajes siempre son positivos, porque al menos enseñan que muchas posesiones son superfluas. Con razón o sin ella, mi vida actual entra en un par de valijas.

jueves, julio 12, 2007

Cambio y fuera

Ayer fui a la casa de Audrey a ver la exhibición de toque y emboquilladas que dieron Mascherano y su ballet. Tras una serie de festejos francófonos no muy alocados, Clément y yo decidimos llamar un taxi para volver a la casa. Llamé a CoopeTico: ocupado, no contesta nadie, ocupado, no contesta nadie. Bueh, vamos con CoopeAlfaro. Llamo. Me recibió un cortante "¿A dónde?". Un poco sorprendido alcancé a balbucear "este...a ver...del Spoon de Los Yoses 500 metros al sur y...¿conoce?". Nada. O más bien escucho al tipo hablando con alguien más. Con un taxi parece. Y ahora con otro cliente. Y ahora parece que habla conmigo. O no. Le pregunto directamente "¿Está hablando conmigo?". Y el tipo sigue conversando con alguien más. Me canso y corto. Y reintento con CoopeTico. Me atienden, doy las explicaciones geográfico-logísticas del caso y nos sentamos a esperar. Al ratito empiezan a sonar los bocinazos. Claro está, en San José no hay timbres. Bajamos y nos subimos al bólido. Y se escuchan nuevos bocinazos. Llega un taxi de CoopeAlfaro. Hace rato que llegué a Tiquicia, pero qué de problemas de comunicación que sigo teniendo...

jueves, julio 05, 2007

Joder o el arte de sobrevivir a una decepción

Pero qué cosa más fea es ilusionarse a pura expectativa y chocarse contra esa única verdad que es la realidad. Y qué cotidiano también. Decidí quedarme hasta fin de año. Un cacho antes, pero casi fin de año. A pesar de que extraño mucho, primó el afan de terminar el proyecto. Y como no tengo primos que me alojen y mis compañeros franceses se van a fin de Julio, me puse a buscar una habitación o departamento. Y tras hurgar entre conocidos y peatones, encontré un gran candidato: habitación con baño y ventana al jardín, barrio que está bastante bien, compañeros de departamento civilizados, españoles y hasta divertidos. Mogollón de negoción. Arreglamos hace ya algunas semanas y todo listo: este viernes me mudo. Pero caramba, antes del viernes está el miércoles y recibo una llamada en el celular. Ajá, sí, qué tal, sí soy yo, ah, cómo andás, sí, claro, el viernes...ajá...ah...ah...ah....ah.......bueno...chau. Que vino una muy amiga y qué tengo que entender y que ella siempre les ayudó cuando recién llegaron al país y que mil disculpas y que ella no tomó la decisión y que suerte buscando otra opción y ni una mención sobre honrar compromisos, mucho más considerando que faltan DOS días para la (ex-)mudanza. Y acá estoy, en la oficina y sin poder concentrarme y con ganas de comprarme una bolsa de arena con la cara de Butragueño en alguna Plaza Mayor. Coño, qué de garca que anda suelto por el mundo.